China ha dado un giro significativo en su política sobre el reconocimiento facial con la aprobación de una nueva regulación que prohíbe su uso obligatorio y restringe su implementación en espacios privados.
La medida, que entrará en vigor el 1 de junio de 2025, busca proteger la privacidad y la seguridad de los ciudadanos, y establece límites claros a una de las tecnologías más utilizadas en el país asiático.
Regulaciones y restricciones
Según la Administración del Ciberespacio de China y el Ministerio de Seguridad Pública, la normativa responde a preocupaciones sobre el mal uso de los datos biométricos.
Las nuevas reglas prohíben que el reconocimiento facial sea el único método de identificación y obligan a los proveedores de servicios a ofrecer alternativas. Además, se restringe el uso de esta tecnología en lugares privados como habitaciones de hotel, baños y vestidores.
Las organizaciones que deseen implementar esta tecnología deberán realizar una "evaluación de impacto en la protección de datos personales", que evaluará la necesidad de su uso, los efectos sobre la privacidad de los individuos y los riesgos de filtración de datos.
Además, las empresas que decidan utilizar reconocimiento facial tendrán la obligación de cifrar la información biométrica y auditar regularmente sus sistemas de seguridad.
Sin embargo, la normativa no se aplicará a actividades de investigación y entrenamiento de algoritmos, lo que indica que el gobierno podrá seguir utilizando imágenes faciales con fines de desarrollo en inteligencia artificial.
Según informa el South China Morning Post, hasta ahora, el reconocimiento facial se ha integrado ampliamente en la vida cotidiana del país, lo que ha facilitado desde el check-in en hoteles hasta el acceso a complejos residenciales y los pagos digitales. No obstante, su expansión ha generado inquietudes sobre la privacidad y el posible uso indebido de los datos biométricos.
Con una industria digital avanzada y regulaciones de privacidad relativamente laxas, China se ha consolidado como líder mundial en la adopción del reconocimiento facial. Sin embargo, esta nueva legislación busca establecer un equilibrio entre la innovación tecnológica y la protección de la privacidad de los ciudadanos.
Las nuevas normas prohíben que el reconocimiento facial sea el único método de verificación de identidad y garantizan que los ciudadanos puedan optar por alternativas.
El Ministerio de Seguridad Pública ha establecido que, cuando existan métodos viables distintos a la biometría, estos deberán ser priorizados. Además, se prohíbe obligar o engañar a las personas para que acepten el uso de esta tecnología en contextos comerciales o de servicios.
Otro aspecto clave de la regulación es la restricción del reconocimiento facial en espacios privados como hoteles, baños públicos y vestuarios. Sin embargo, la normativa no especifica si las agencias gubernamentales estarán sujetas a las mismas restricciones, lo que ha generado debate sobre su posible aplicación en vigilancia y seguridad pública.
En términos de protección de datos, la regulación exige que las entidades que utilicen el reconocimiento facial realicen evaluaciones de impacto antes de implementarlo.
Los datos recopilados deberán ser cifrados y sometidos a auditorías periódicas para minimizar riesgos de filtraciones o usos indebidos. Además, solo podrán almacenarse en los dispositivos de reconocimiento facial y no podrán transmitirse por internet sin una justificación legal clara.
También se establece un límite en el tiempo de retención de estos datos, evitando la acumulación de bases de datos masivas susceptibles a ataques cibernéticos.
Si bien estas restricciones marcan un cambio en la regulación del reconocimiento facial en China, la tecnología seguirá en uso, especialmente en casos relacionados con la seguridad pública. Sin embargo, su implementación estará sujeta a un control más estricto, y las empresas deberán justificar su uso ante los reguladores.
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