Cuando se conoció, este martes, la noticia de una serie de explosiones que cobró la vida de al menos doce personas y causó heridas de consideración a cientos más en El Líbano, muchos recordamos un dispositivo que alguna vez fue parte común de nuestras vidas. Otros, los más jóvenes, simplemente, no tenían idea de qué demonios es un ‘beeper’.
Pero los ‘beepers’, pagers o buscapersonas fueron alguna vez el epítome de la comunicación instantánea. A quienes alcanzaron a tener uno probablemente lo que los haya sorprendido sea enterarse de que aún están en funcionamiento.
En su versión más sencilla, la definición de beeper es “dispositivo de telecomunicaciones inalámbricas que recibe y muestra mensajes alfanuméricos o de voz”. Los primeros buscapersonas eran unidireccionales -es decir, solo podían recibir mensajes-, mientras que los buscapersonas más modernos llegaron a ofrecer capacidades de respuesta.
Unos y otros funcionan como parte de un sistema de radiobúsqueda que incluye transmisores fijos y los mencionados dispositivos, transportados por usuarios móviles.
Seguramente usas a menudo una versión simplificada y de baja potencia de este sistema cuando acudes a un restaurante de comida rápida y recibes un disco o rectángulo plástico que suena y vibra para avisarte que tu pedido está listo.
Los buscapersonas se desarrollaron en los años 50 y se usaron ampliamante hasta finales del siglo XX: Después, la llegada de teléfonos inteligentes con capacidad de mensajería de texto los hizo redundantes en la mayoría de los casos.
Sin embargo, una minoría de usuarios todavía los favorece, al hallar en ellos una forma menos intrusiva de comunicación y por considerar que son mucho más seguros frente hackeos y vulneraciones. Es un concepto que el ataque de esta semana obliga a reevaluar.
Una telaraña de radiofrecuencias
La infraestructura de red que hace posible que funcione un sistema de beepers es, al día de hoy, una maravilla de la ingeniería de radiofrecuencia. Las estaciones base, torres de transmisión distribuidas en áreas geográficas específicas, actuan como faros, emitiendo señales de radio de manera constante.
Como cada estación base usa canales de radio específicos, asignados a diferentes grupos de pagers, es posible enviar mensajes a usuarios determinados sin interferir con otros. Los mensajes son, por necesidad cortos, y encima se codificaban en un formato digital y se transmitían en ráfagas cortas. Este método garantiza que la comunicación fuera rápida y eficiente.
Por eso los buscapersonas fueron, en su momento, tan apreciados en sectores como el de la medicina. Los profesionales de la salud llevaban beepers para ser contactados en situaciones de emergencia, lo que permitía una respuesta rápida y eficiente. En los servicios de socorro, bomberos, policías y equipos de rescate utilizaban estos dispositivos para coordinar operaciones y recibir alertas de incidentes.
Las empresas también adoptaron los buscapersonas, especialmente en sectores como la logística, la distribución y la fuerza de ventas, para facilitar la comunicación con empleados en el campo. En eventos especiales como festivales, conciertos o conferencias, los organizadores proporcionaban beepers a los asistentes VIP, manteniéndolos informados sobre cambios de programa o emergencias.
¿Por qué desaparecieron?
A pesar de su utilidad, los beepers fueron gradualmente reemplazados por los teléfonos móviles por un número de razones.
En primer lugar, las limitaciones inherentes de los pagers eran evidentes: solo podían recibir mensajes y no enviarlos, y la longitud de los mensajes era corta, sin posibilidad de incluir archivos adjuntos. Aunque los dispositivos eran relativamente baratos, y aunque sus funciones se ampliaron con el tiempo, el costo de mantener una red de buscapersonas resultaba significativo.
Y por supuesto, la rápida evolución de la tecnología móvil también contribuyó a la obsolescencia de los beepers. Los smartphones, que ofrecían una amplia gama de funciones y posibilidades, hicieron que estos dispositivos parecieran anticuados.
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