En septiembre de 2018, Apple sorprendía a todo el mundo con la idea de meter un electrocardiograma en la muñeca. Desde hoy, esa funcionalidad del Apple Watch Series 4 ya está disponible en España y nuestros compañeros de Applesfera ya lo han probado. En ese mismo reportaje podréis ver cómo activarlo y más detalles sobre su funcionamiento.
Sin embargo, hay muchas dudas de tipo médico y sanitario sobre el uso del Apple Watch que están encima de la mesa. He reunido algunas e iré actualizando el artículo conforme nos lleguen más. Esto es lo que sabemos sobre la ciencia y la medicina del Apple Watch.
¿Qué es un electrocardiograma?
Un electrocardiograma es una prueba (sencilla e indolora) que registra la actividad eléctrica del corazón mientras bombea sangre por el cuerpo. Esa actividad eléctrica se registra con unos electrodos colocados en la piel del paciente y se representan gráficamente con unas curvas muy características.
La práctica habitual requiere que se coloquen 10 electrodos para encontrar 12 derivaciones (es decir, para extraer 12 gráficas distintas desde diferentes zonas del cuerpo). Gracias a ese electrocardiograma básico podemos medir desde el ritmo o la regularidad de los latidos al tamaño, la posición y la funcionalidad de las aurículas y los ventrículos.
Los cardiólogos han desarrollado una capacidad sorprendente para extraer información de lo que, para el resto de los mortales, son simples curvas en un papel. Lo que unido a su sencillez, disponibilidad y rapidez lo convierten en una herramienta fundamental de la medicina moderna.
¿No existían electrocardiogramas portátiles?
En realidad, sí. El problema del electrocardiograma ha sido siempre que son muchos electrodos atados a un sistema de monitorización bastante grande: eso impedía que los pacientes pudieran usarlo de forma autónoma como los termómetros o los tensiómetros. Ya desde la década de 1940, los médicos se dieron cuenta de que se necesitaban algún sistema de electrocardiografía ambulatoria para ciertas patologías que, por su variabilidad, eran muy difíciles de detectar en la consulta. En 1962 se empezaron a comercializar los primeros sistemas portátiles que hoy se llaman "holters" en honor al investigador que empezó a construirlos en 1949 (y que rechazó patentar el sistema).
Hoy por hoy, los holters son muy pequeños y se suelen utilizar cuando se necesita monitorizar la actividad eléctrica del sistema cardiovascular durante largos periodos (de 24 horas o más). El mayor problema es que, al requerir el uso de electrodos en el pecho pueden ser incómodos de usar durante las horas de sueño.
Entonces, ¿el Apple Watch Series 4 tiene un holter en miniatura?
No. Es algo sustancialmente distinto. A partir de hoy, el Apple Watch Series 4 permite monitorizar la actividad eléctrica el sistema cardiaco durante treinta segundos midiendo las constantes en la muñeca. Además, el resto de relojes desde el Series 1 podrán analizar los cambios en la frecuencia cardíaca y notificar al usuario en cuanto haya algún problema.
Es decir, lo que hace el dispositivo es monitorizar la frecuencia cardiaca a tiempo real y tomar instantáneas en momentos concretos (sugestivos de problemas) que ayuden a estudiar los casos con mayor profundidad.
¿Para qué sirve?
Pese a la espectacularidad de la funcionalidad, su utilidad es limitada. Puede ser muy útil para ciertas personas con antecedentes familiares de enfermedad cardiaca o con factores de riesgo. Pero, sobre todo, a personas con fibrilación auricular. En esto último es donde se ha centrado la atención de Apple.
De forma muy resumida, la Fibrilación Auricular ocurre cuando el movimiento de las aurículas (las cavidades superiores del corazón) se descoordina y produce un ritmo cardíaco irregular. Como decíamos en septiembre, no solo se trata de la cardiopatía más común (se calcula que origina el 3,6% de las urgencias generales y más del 10% de los ingresos médicos del hospital); es que, de hecho, se vuelve más común con la edad (pasando del 1% en jóvenes al 10% en ancianos).
La FA suele tener complicaciones tromboembólicas (un incremento en el riesgo de ictus y mortalidad), por lo que interesa un diagnóstico precoz que permita tenerla bajo control. El problema es que, hay tipos de FA que son difíciles de diagnosticar. Se estima que hasta un 65% de las FAs pueden ser del tipo 'paroxístico'; es decir, sus crisis duran menos de 2 minutos y, por eso mismo, es casi imposible de estudiar con un ECG.
Aunque las últimas revisiones señalan que las FA paroxísticas no están asociadas claramente con el riesgo de tromboembolismo y muerte, sí que provocan gran malestar, ansiedad y preocupación. Sobre todo, cuando los pacientes notan la fibrilación y saben que "pasa algo". Es aquí cuando los 30 segundos del Apple Watch pueden ser de utilidad (porque permiten tomar una foto instantánea de la crisis).
¿Cuál es el problema?
El problema fundamental con este tipo de dispositivos es que la evidencia sugiere que usar del electrocardiograma cuando no es necesario genera más problemas que beneficios. Es decir, hacer ECG a adultos asintomáticos con bajo riesgo de enfermedad cardiaca porque sí es algo de utilidad muy discutida.
En 2012, la U.S. Preventive Services Task Force ya había recomendado no realizar ese tipo de cribados (que es como se denominan en la jerga médica). Y, tras revisar sus recomendaciones, en 2018 lo volvió a hacer.
El motivo es que, incluso en el supuesto de que se descubran algunos casos que permanecían ocultos, a la mayor parte de la población no le servirá de nada y, en bastantes casos, los falsos positivos someterán a los pacientes al impacto negativo de la ansiedad y los tratamientos innecesarios.
¿No ocurre lo mismo con otros dispositivos como los termómetros?
Exactamente lo mismo que con otros instrumentos médicos. Las recomendaciones sanitarias tampoco recomiendan tomar la temperatura o la tensión a adultos asintomáticos con bajo riesgo de enfermedad. Los termómetros se usan cuando hay indicios de fiebre; los tensiómetros, cuando hay problemas con la tensión (o factores de riesgo) y necesitamos monitorizar su evolución.
Nada impide que alguien tenga un electro en casa. Cuando es necesario. Por eso, y creo que sobre esto no se está insistiendo lo suficiente, no es médicamente recomendable utilizar la nueva funcionalidad por nuestra cuenta.
¿Cómo la usamos entonces?
Con la ayuda (y asesoría) de nuestro médico. En primer lugar, por lo que comentamos: si no formamos parte de algún grupo de riesgo, usar la funcionalidad puede darnos más problemas que beneficios. Los falsos positivos son una fuente inmensa de horas de salas de espera, pruebas médicas y tratamientos innecesarios que nos evitaríamos solo con seguir las recomendaciones.
En segundo lugar, por justo lo contrario, la falsa seguridad que pueden dar los falsos negativos; es decir, que el dispositivo nos diga que no nos pasa nada, pero se equivoque. Con los datos que tenemos en la mano, aún no sabemos cuántas FAs no detecta el aparato. Y en esos casos, sin las claves que puede darnos nuestro médico, el Series 4 puede acabar retrasando (y no adelantando) el diagnóstico del problema.
Y en último lugar, porque, aunque Apple ha diseñado un pdf que podemos llevar a la consulta, hoy por hoy la mayoría de los médicos no sabrán qué hacer con él. Como ya decía cuando se presentó en septiembre de 2018, "el nuevo Apple Watch Series 4 es una metáfora perfecta de todos los problemas y oportunidades de la medicina digital que está a punto de llegar". Una medicina digital que va requerir grandes cambios, pero que no debemos esperar que ocurran de golpe.