"Nunca habrá una vacuna para el refriado. Sencillamente no es posible". Eso le respondieron a Martin Moore, investigador de la Universidad Emory, cuando preguntó por qué no había una vacuna contra el resfriado. Y tengo que reconocer que, si me lo hubierais preguntado a mí, yo habría dicho (casi) exactamente lo mismo. Bueno, yo habría añadido un "que no es para tanto, leñe".
Pero parece que todos nosotros, el virólogo que le dijo eso a Moore, buena parte de la profesión médica y yo mismo, estábamos equivocados. Afortunadamente. Porque no es sólo que hayamos descubierto que este tratamiento es posible, sino que, para colmo, la vacuna del resfriado está a la vuelta de la esquina.
¿Seguro que la vacuna no es posible?
Moore reconoce que, si no le hubiera contestado tan categóricamente, igual nunca hubiera decidido ponerse a investigar. Así que bendita rotundidad, porque sólo se han necesitado tres años para desarrollar una vacuna con resultados prometedores en macacos.
El equipo (como los otros grupos de investigación que están trabajando en el tema) se ha centrado en los rinovirus. Estos virus (y 'estos' está muy bien dicho porque son entre 99 y 150 serotipos) causan la mitad de todos los resfriados del mundo. Es decir, son el primer objetivo a batir.
Los rinovirus se descubrieron en los años sesenta y, rápidamente, los investigadores comenzaron a buscar formas de combatirlos. Si rebuscamos en las revistas científicas, encontraremos muchos estudios que trataban de encontrar dicha vacuna. Todos ellos durante los sesenta y los setenta.
En ese momento, los investigadores se dieron cuenta de que, a diferencia de otros virus, la variabilidad de los rinovirus era tan alta que las vacunas que funcionaban para uno de los serotipos, solo funcionaban para ese tipo. Y se dejó de intentarlo. Literalmente. El último ensayo clínico de una vacuna para los rinovirus es de 1975. Desde entonces, nada. Lo voy a repetir para los del fondo: desde 1975, nada de nada.
40 años sin nada que investigar
¿Por qué? Nuestro compañero Javi Pastor repasaba dos de las razones fundamentales: la complejidad de ponerse a desarrollarla y, en fin, el hecho de que el resfriado común es una enfermedad básicamente benigna. Vamos, que de un resfriado no se muere nadie.
Es un principio que se aplica a otras enfermedades. Más allá de los factores derivados de la desigualdad en el acceso a la salud, lo cierto es que la vacuna del Zika no empezó a desarrollarse hasta que no se descubrió que podía causar otras enfermedades mucho más graves. Es algo discutible, pero tiene sentido: el problema es que es posible que el resfriado no sea tan benigno como parece.
Al menos, no para todos. Si dejamos de lado los 25 mil millones de dólares que se pierden en productividad cada año solo en Estados Unidos, nos encontramos con muchos colectivos para los que un simple resfriado sí es un problema. Por ejemplo, en pacientes que ya tienen una enfermedad pulmonar (como asma, fibrosis quística o EPOC) los resfriados pueden empeorar mucho la situación.
Porque, es hora de reconocerlo, los rinovirus son a las infecciones oportunistas lo que el caballo de Troya a Aquiles, Agamenón y el resto de los aqueos. Muchas neumonías infantiles comienzan con un simple resfriado. Es decir, al contrario de lo que yo mismo y buena parte del consenso médico pensábamos, la vacuna contra el resfriado puede hacer la vida más fácil y tiene sentido trabajar en ella.
La vacuna única
Lo que no está muy claro es cómo. Es decir, el hecho de que tenga sentido investigarla, no hace que sea más fácil encontrarla. Al fin y al cabo, los distintos tipos de serotipos siguen siendo muy distintos entre sí y, por tanto, las vacunas son muy específicas.
Hoy por hoy, como explica muy bien Carl Zimmer, hay dos formas de hacerlo: El equipo de Moore decidió intentar un enfoque que se usa para otras enfermedades (como la neumonía neumocócica) y que ya se había probado en rinovirus durante los setenta sin demasiado éxito. El equipo de Moore ha tratado de combinar todos los serotipos posibles para hacer una sola vacuna: según sus cuentas, llevan 160 tipos de rinovirus. O, dicho de otra forma, la Universidad de Emory tiene "una de las mayores colecciones de moco de niño del mundo".
¿Qué ha cambiado desde entonces para que esto pueda funcionar? La tecnología. Desde los años sesenta, la tecnología capaz de hacer vacunas polivalentes ha avanzado muchísimo y, como decíamos, ya tenemos una primera vacuna (válida para 50 serotipos) que funciona en macacos.
Lo que sí tienen en común
La segunda forma es totalmente distinta (e innovadora). Gary McLean y su equipo trabajan en el Imperial College of London para conseguir una solución al problema. Simplificando mucho, la forma habitual de crear una vacuna es usando una parte del virus que no haga daño al organismo, pero que ayude al sistema inmune a identificarlo rápidamente (y combatirlo) en el futuro.
En el caso de los rinovirus, no existe una 'parte reconocible del virus' que sea común a todos los serotipos. Lo que el equipo de McLean ha descubierto es que sí hay otra cosa común: las proteínas virales que se producen después de la infección. Y, sorprendentemente, los primeros ensayos en ratones funcionan.
Tendremos una vacuna para el resfriado
Sea como sea, todo parece indicar que tendremos una vacuna para el resfriado antes de lo que pensamos (o aunque no lo pensáramos en absoluto). Esto se da casi por seguro. De hecho, hoy por hoy, la pregunta empieza a ser "¿Cómo es posible que hayamos estado cuarenta años sin investigar (en serio) una de las enfermedades más comunes de mundo?".
Y es que, por primera vez en años, podemos hablar de un horizonte en el que no haya resfriados y en el que los cambios de estación no sean sinónimos de "paracetamol y agua". El futuro es un lugar excepcional para vivir (a no ser que trabajes en una fábrica de pañuelos desechables).
Imágenes | Amy Lovesyah