En un movimiento decisivo que definió como consecuencia del rotundo llamado a una Internet libre y abierta, la Comisión Federal de Comunicaciones de los Estados Unidos (FCC, por sus siglas en inglés) votó a favor de restablecer las reglas cruciales de neutralidad de la red.
Por tres votos contra dos, la FCC votó para reclasificar la banda ancha como un servicio público, como el agua y la electricidad, con lo que efectivamente reguló el acceso a Internet y marcó una desviación significativa de las políticas de la administración Trump.
La decisión, que restaura efectivamente las llamadas reglas de “neutralidad de la red” que se introdujeron por primera vez durante la administración Obama en 2015 y se derogaron dos años después bajo el presidente republicano.
El retorno a las reglas de antes, que entrará en vigor 60 días después de su publicación en el Registro Federal, seguramente enfrentará desafíos legales de la industria de las telecomunicaciones. Y, claro, una futura administración siempre podría deshacer las reglas… en particular si, de nuevo, es una administración Trump.
¿Qué es la neutralidad de la red?
La neutralidad de la red es un término coloquial, no técnico, para aludir a la noción de que el flujo de información en Internet y que los proveedores de servicios de Internet no pueden dar un manejo especial a ningún tipo de información (ni para acelerarla ni para ralentizarla), porque sería interferir con lo que los consumidores hacen en línea.
También conocida como la política de la "Internet abierta", la neutralidad de la red tiene como objetivo nivelar el mercado digital, prohibiendo en la práctica a los proveedores de servicios de Internet (ISP) crear carriles rápidos y carriles lentos.
Los defensores de la Neutralidad de la red la consideran esencial para garantizar la competencia que permite el avance de Internet.
En su momento, marcas como Google, por ejemplo, ingresaron a un paisaje que dominaban otros, como Yahoo! Pero como jugaban en el mismo campo, los usuarios eventualmente recompensaron la innovación que ponían sobre la mesa y así los nuevos llegaron a ser los actores dominantes.
¿Qué pasaría si hoy surgiera un nuevo Google, o un nuevo Netflix o un nuevo Spotify, superiores en múltiples características, pero no pudieran pagar cifras millonarias para igualar la velocidad privilegiada que sí pueden pagar los que hoy son los peces grandes? Sencillamente, aunque superiores en su concepción y funcionamiento, no podrían competir.
Lamentablemente, en los últimos años, el tema se ha convertido en gran medida en una cuestión partidista. Que ahora la FCC revierta las normas anteriores sin duda abrirá un nuevo debate sobre la neutralidad de la red.