El fabricante Rolls-Royce es desde luego conocido por sus legendarios (y carísimos) coches, pero también por su división de fabricación de motores para la industria aeroespacial, tanto militar como civil.
La empresa persume de tener 16.000 de estos motores en servicios en aviones militares y otros 13.000 motores en aviones comerciales, un área en el que ahora buscan ir más allá con la creación del Ultrafan, un gigantesco motor de 3,7 metros de diámetro -en la imagen conceptual se puede ver la diferencia- que se plantea como una solución especialmente eficiente para el futuro.
La fibra de carbono como elemento clave
Una de las claves de este gigantesco motor es el uso de palas de fibra de carbono fabricadas por robots: el desarrollo de estos robots ha sido crucial para ese proceso, y de hecho Rolls-Royce lleva cerca de 10 años perfeccionándolos.
El desarrollo de estas palas con este material responde a las necesidades de una industria que está recibiendo grandes presiones para reducir su impacto medioambiental. Según Rolls-Royce en los próximos 20 años se necesitarán 37.000 nuevos aviones más eficientes que nunca para el transporte de viajeros, y la empresa quiere que sus motores sean parte integral de muchas de esas aeronaves.
La fibra de carbono permite un ahorro del peso del motor de un 20%, algo importante a la hora de lograr una mayor eficiencia. Alan Newby, responsable de este desarrollo, explicaba que "hemos avanzado mucho, pero el reto es disociar el crecimiento de las emisiones del crecimiento del tráfico aéreo".
Aunque Rolls-Royce y otros fabricantes están trabajando en sistemas de propulsión eléctrica e híbrida para los aviones, para aquellas aeronaves de largo recorrido la única opción de momento sigue siendo el uso de motores a reacción.
Las pequeñas mejoras iterativas que están realizando en los motores son la clave: aunque los avances son quizás pequeños en una tecnología que lleva décadas en desarrollo, cada pequeño paso ayuda a que esos motores sean cada vez más eficientes. Richard Aboulafia, analista en Teal Group, indicaba que "los cambios evolutivos no parecen muy impresionantes -un 10% de reducción aquí, un 12% allá-, pero en el negocio de las aerolíneas con márgenes tan pequeños, esa es la diferencia entre la vida y la muerte".
Los motores para aviones supersónicos dan nuevas ideas
Hay otros proyectos interesantes en marcha como el de la empresa Reaction Engines, que con su motor Sabre quiere volver a impulsar un nicho de mercado muy especial: el de los aviones supersónicos. Ese motor, de hecho, plantea vuelos a Mach 5, lo que supondría el doble de la velocidad que alcanzaban los Concorde.
Uno de los problemas a los que se enfrenta este desarrollo es el de la temperatura a la que entra el aire al motor: puede alcanzar los 1.000 °C, lo que destruiría el motor.
En Reaction Engines han creado un sistema de refrigeración que permite mantener esas temperaturas bajo control, y ese "pre-refrigerador" fabricado con pequeños tubos de 1 mm de grosor por los que circula un líquido refrigerante está siendo también aprovechado por Rolls-Royce para sus desarrollos.
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