Una reciente confusión de un grupo de astrónomos aficionados y profesionales estadounidenses puso sobre la mesa el creciente problema de la proliferación de objetos artificiales en el espacio sin un seguimiento adecuado.
A inicios de enero, el Minor Planet Center (MPC), con sede en el Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian, anunció el descubrimiento de un objeto inusual al que se le asignó la designación 2018 CN41. Inicialmente, se pensó que era un asteroide que pasaba a una distancia de 240.000 kilómetros de la Tierra, es decir, más cerca que la Luna.
Esta proximidad lo clasificó como un objeto cercano a la Tierra (NEO, por sus siglas en inglés), lo que implicaba la necesidad de un monitoreo constante para evaluar cualquier potencial amenaza de impacto.
Sin embargo, 17 horas después, los expertos del Centro de Planetas Menores se dieron cuenta de que no se trataba de una roca espacial, y procedió a eliminar a 2018 CN41 de sus registros.
Lo que observaron fue el vehículo Tesla Roadster que Elon Musk lanzó al espacio en 2018 a bordo de un cohete Falcon Heavy, el cual incluía un maniquí apodado "Starman".
Un problema creciente
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Aunque el error fue corregido rápidamente, el incidente subraya un problema cada vez más preocupante: la falta de información accesible sobre objetos artificiales en el espacio profundo.
A diferencia de los satélites en órbita terrestre baja, cuyos movimientos son rastreados por entidades como la Fuerza Espacial de EEUU., los objetos situados en órbitas más alejadas no están sujetos a regulaciones ni a requisitos de divulgación de su posición.
Según explicó el astrofísico Jonathan McDowell del Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian a Astronomy Magazine, este tipo de confusiones pueden tener serias consecuencias. "El peor escenario es que se invierta una fortuna en lanzar una sonda espacial para estudiar un asteroide y que solo al llegar allí se descubra que es un objeto artificial", advirtió.
Un llamado a la transparencia
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Este no es un caso aislado. En el pasado, la sonda Rosetta de la Agencia Espacial Europea y el satélite Wilkinson Microwave Anisotropy Probe de la NASA también fueron inicialmente identificados como asteroides.
Es por ello que la comunidad astronómica ha insistido en la necesidad de normativas más estrictas para el seguimiento de objetos espaciales artificiales. Algunos expertos proponen que cualquier objeto lanzado al espacio, ya sea por agencias gubernamentales o empresas privadas, debe estar registrado en una base de datos global con información precisa sobre su trayectoria.
Esto permitiría a los astrónomos distinguir con mayor facilidad entre desechos espaciales y amenazas reales. Incluso organizaciones como el MPC han expresado su preocupación por la "deplorable disponibilidad de información sobre objetos artificiales distantes" y han solicitado la creación de un repositorio centralizado de datos.
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