Las condiciones que existen en el espacio exterior son muy distintas a las que tenemos en nuestro hogareño y calentito planeta (quizás demasiado), y vivir allí arriba implica adaptarlo todo a ellas. No se come igual, no se bebe igual y bueno, lo que tiene soluciones bastante curiosas (por no haber más remedio) es lo que se hace con la ropa sucia en el espacio. Spoiler alert: a veces las metáforas se hacen realidad.
Con microgravedad, temperaturas extremas o una radiación que cada vez será mayor no es posible ponerse a fregar cuellos o programar una lavadora, al menos no tal y como lo hacemos en tierra firme. Así que habría que idear posibles soluciones alternativas y sobre todo prácticas, y van desde quizás lo menos agradable a lo más... Incendiario.
Cuando no hay lavadora ni gravedad
Aquí hemos hablado de la ardua tarea que supone prepararse para estar en el espacio con esas condiciones que citábamos, sobre todo hablando de periodos tan prolongados como los de uno de los gemelos espaciales, llegando a provocar cambios importantes en su organismo. Pero para lo que también han de prepararse es a alimentarse de una manera totalmente distinta, aunque variedad la hay.
El aseo personal también es bastante distinto, en lo referente a limpiarse uno mismo y qué hacer con la ropa que ya se ha usado y estaría para lavar. Y sobre esto último la NASA tuvo a bien satisfacer nuestra curiosidad y explicar qué pasa con la ropa sucia en el espacio.
Como nos temíamos, lo primero que confirman es que no, no hay lavadoras en la Estación Espacial Internacional (ISS). Y ante esta carencia hay tres estrategias entre las que optar en cuestión de qué hacer con la ropa que los astronautas ya han usado.
Si no puedes con el enemigo, úsalo más días
En el espacio es todo distinto y también la frecuencia en la que uno se cambia la ropa interior. La NASA explica que la ropa no se ensucia tanto y tan rápido como ocurre en la Tierra al vivir en un entorno de temperatura controlada y constante y no se hace la misma actividad física al estar todo más al alcance (flotando).
For spacewalks astronauts wear special long underwear (including pants) with sewn-in tubes for circulating cooling water. Astronaut Samantha Cristoforetti is shown wearing the Liquid Cooling and Ventilation Garment... pic.twitter.com/5DgLoHOrih
— Super Grover (@Super_Grover) 19 de febrero de 2018
De ahí que cambiarse la ropa interior cada tres o cuatro días, tal y como hacía el astronauta en la ISS Don Pettit según sus propias palabras sea algo relativamente normal allí arriba. De hecho, llevó los mismos pantalones cortos durante a menos cuatro meses, al igual que el astronauta Ken Bowersox, aunque éste dijo haber inventado un sistema para lavarlos usando una bolsa de plástico.
Así, repetir de prendas tras días incluso tras meses es algo normal en la ISS, en parte porque cada kilogramo de material que se lleva al espacio cuenta (y bastante)y no sería posible que cada uno se llevase la ropa correspondiente a su estancia con un cambio diario teniendo en cuenta que no se puede lavar. El coste de llevar una libra (algo menos de medio kilogramo) al espacio está entre 5.000 y 10.000 dólares, por lo que resulta algo caro si hablamos de llevar cierta cantidad de ropa interior.
Un viaje de no retorno para la ropa usada
Y hablando de kilogramos, cuando pasas un tiempo en la ISS parece que ocurre cuando visitas turísticamente un lugar muy interesante: que vuelves con más trastos de los que llevaste. No hablamos de souvenirs al uso, claro, pero sí de numerosos experimentos completados en la Estación que han de volver a la Tierra junto con los efectos personales de los astronautas.
De ahí que parte de lo que no vuelva sea esta ropa sucia casi imposible de lavar. ¿Qué se hace entonces con ella? Se empaqueta junto con otro tipo de desechos en los cohetes Progress ya utilizados (unas naves destinadas a llevar provisiones a la ISS pero que no son reutilizables), de modo que cuando interesa se precipitan hacia la atmósfera para que se destruyan.
Es, de hecho, una de las estrategias a seguir para eliminar y no cargar más los alrededores de nuestro planeta de basura espacial. Así que si alguna vez habéis pensando con la ropa del gimnasio, del trabajo, etc. que "está tan sucia que la quemaríais", esto ocurre de manera literal en el espacio.
Roba usada como "tiesto"
Si hablamos de cultivar plantas en el espacio posiblemente nos vengan las ideas de 'The Martian', aunque ya vimos que crear el huerto de Watney con la tecnología actual tampoco sería nada fácil. Pero el caso es que en el espacio sí pueden crecer las plantas (y en la Luna, Aunque no duren demasiado...), pero para ello es necesario (como en la Tierra) un recipiente válido.
Pettit, el astronauta que explicaba que cambiaba su ropa interior cada cuatro días, también habló de un peculiar uso de la misma: recurrió a un par de calzoncillos usados para que actuasen como "tiesto" de sus plantas de tomates y albahaca. Lo remató además con papel higiénico, envolviéndolo todo, matizando que el espacial se compone de dos capas gruesas de tejido. Y las semillas germinaron en un par de días, por cierto.
En gravedad cero no todo mola más
Hace un tiempo, os transmitíamos las explicaciones de Samantha Cristoforetti, astronauta italiana que pasó 200 días en la ISS siendo la mujer astronauta que más tiempo ha permanecido en órbita, acerca acciones tan rutinarias como una ducha o irse a dormir. Algo que en el espacio cobra una dimensión totalmente distinta, ya que el agua que genera la estación por sí sola es insuficiente y se han de valer de bolsas traídas de la Tierra, usando champú en seco.
También contaba algo que cambia quizás bastante más: ir al inodoro. En el espacio las cosas no caen por su propio peso por la ausencia de gravedad, de modo que se valen de mangueras con entradas adaptadas a ambos sexos (y personalizadas para cada tripulante) que conducen la orina a un contenedor (reciclándose el 90% para su uso en la propia ISS).
Los desechos sólidos por su parte se depositan en una especie de inodoro con un sistema de succión, pero en el cual no se sientan, sino que hacen uso de él flotando. De hecho, hace poco hablábamos de ello por una desafortunada fuga en un inodoro de la ISS de casi 10 litros de agua.
Y no, los desechos fisiológicos sólidos no se reciclan, aunque en cierto modo nuestro rastro biológico podría ser de utilidad. De hecho, entre todas las propuestas sobre qué hacer con la ropa interior usada, los científicos rusos de la estación MIR trabajaron en el diseño de un sistema por el cual las bacterias "se comerían" el algodón de la ropa interior, usando el metano generado por este proceso como recurso energético para la estación.
Imagen | NASA