Tras años hablando de dispositivos plegables, incluso mostrándonos conceptos muy futuristas, al final la gente de Samsung lo materializó y nos presentaron uno, tan real como funcional. Pero no ha sido hasta ahora cuando hemos podido probar el Samsung Galaxy Fold y contaros nuestras primeras impresiones, aprovechando que se acerca su lanzamiento en Europa.
Como ya dijimos al ver la presentación, se trata de un dispositivo que hace las veces de tablet o móvil según se use plegado o desplegado, integrando dos pantallas (siendo la interior plegable). Las dudas nos asaltaron en el momento de verlo funcionando en las manos de la gente y por fin hemos podido satisfacer muchas de ellas, os contamos qué tal con él.
Pero, Samsung, ¿qué es esto y cómo no lo voy a poder romper?
No os vamos a engañar: el primer contacto con el terminal es raro, es una mezcolanza de miedo por si se rompe y hype por lo que es. Pero ese primer miedo (o, mejor dicho, precaución) se pasa bastante pronto, cuando por las manos de otros o por las propias vemos que pese a que juguemos a hacer una y otra vez ese "clac" al plegarlo no pasa nada. Ni se rompe, si se desmonta ni deja de ser funcional.
Hablando del diseño, aquí hemos de dejar relativamente a un lado lo que solemos comentar en cuanto a estética y construcción, ya que cambia tanto ésta como el factor forma. Aunque en realidad lo que hay no es un cambio de factor forma, sino una simbiosis entre el convencional (el tipo barra que se impuso con la dominación de los smartphones) y lo que podemos definir como tablet, hablando de esa dualidad que citábamos al principio.
Ni se rompe, si se desmonta ni deja de ser funcional
Los bordes dan una falsa sensación de grosor que no tenemos con otros terminales cuyos extremos quedan en unos 7 milímetros como en este caso, quizás por que no hay una doble curvatura como en otros Galaxy S anteriores y es más bien una semiesfera como la de los iPhone. Plegado queda en unos 15 milímetros hablando del extremo en el que se unen las dos partes y 17 milímetros en el de la bisagra (de la cual hablaremos más adelante).
Pero lo cierto es que no es un dispositivo para maniáticos de la simetría, de la delgadez o de lo convencional. Plegado, el Galaxy Fold no cierra del todo como lo hacen los dispositivos con bisagra tradicional, como el ZTE Axon M. Aquí no hablamos de un libro (aunque ésa ha sido la inspiración, según el fabricante), que al cerrarse no deja paso ni a las moléculas de aire entre fascículo y fascículo, sino del límite físico entre doblarse y romperse que tiene una lámina de plástico (como la pantalla misma), una loncha o cualquier superficie cuyo pliegue implica un espacio interno.
En este caso tampoco es ninguna exageración, ya que es un espacio de alrededor de un milímetro por el que ni siquiera cabe una tarjeta magnética estándar. Eso sí, será un emplazamiento para el polvo o la arenilla, así como las juntas entre las cubiertas trasera y frontal con la bisagra: ahí ha de quedar un hueco sí o sí (poco, apenas cabe nuestra uña), pero es una de esas juntas que también da cierto miedo de cara a un futuro de micropartículas abrasivas, tal y como nos pasaba con el mecanismo retráctil del OPPO Find X.
Hablando de lo que son las cubiertas y la parte que se agarra, todos los acabados son en brillo muy reflectante, de colores sólidos pero que tiene ciertos destellos de colores en el reflejo que dan la sensación de ese brillo holográfico tan de moda. Eso sí, se llenan de huellas con facilidad, y esto es una pega que afecta bastante a la pantalla de 4,6 pulgadas.
Hablemos de la bisagra
La bisagra, de hecho, es bastante protagonista. Se trata de un sistema en el que se encajan los dientes metálicos de cada una de las mitades del terminal y un conjunto de engranajes similar al del funcionamiento de un reloj, de modo que permite la apertura y el cierre sin que la parte trasera de la bisagra se hunda.
¿Es fiable? Obviamente no es algo que podamos juzgar a tan corto plazo. De momento tenemos el dato de que cada dispositivo pasa un test de resistencia de 2.000 aperturas/cierres y algo que nos convence un poco más: nuestra propia experiencia con él. Y por ahora no podemos decir otra cosa que no sea que aguanta bien los movimientos, en parte porque lo han tenido en cuenta en gran medida a la hora de diseñarlo.
La bisagra es fuerte, y siempre notaremos que ejerce una pequeña resistencia, que no es otra cosa que un sistema de seguridad para que no se rompa (aunque podamos tener la sensación engañosa de que justo eso es lo que va a pasar). Pero además tenemos un marco considerable en la pantalla interna, teniendo en cuenta lo que estamos viendo actualmente, ideado para que pueda agarrarse mejor el dispositivo al cerrarse, de modo que no se presione el panel demasiado ni haya toques accidentales.
No hemos sido tampoco exageradamente brutos a la hora de cerrarlo, pero no requiere ir con excesivo cuidado. Hemos jugado bastante con la función de continuidad de apps (la que mantiene la tarea activa aunque intercambies la pantalla) abriendo y cerrando el Fold de la manera más natural posible y sin una delicadeza extra, y en todo momento se ha mantenido esa sensación de seguridad que se ha asentado tras esa precaución inicial pasajera.
El cierre y la apertura son estables, no hay ningún desplazamiento lateral y todos los que hemos probado se han mantenido simétricos en el cierre, encajando las dos mitades a la misma altura. Esto no significa que la bisagra pueda ir desajustándose en un futuro, pero es muy pronto para decirlo y tendremos que esperar a que se use durante meses para ver la resistencia del sistema, pero al menos da una sensación bastante más positiva que cuando lo veíamos a través de vitrinas y vídeos.
Sí es cierto que en la parte trasera de la bisagra nos parece una solución elegante dentro de las posibles y de las que hemos podido percibir en dispositivos como el Huawei Mate X. Pero en la parte frontal resulta algo raro cómo quedan las juntas, hablando de la cubierta de los marcos de la pantalla (que ha de estar partida para que pueda plegarse) y de la parte interna de la bisagra en sus extremos superior e inferior.
Un juego continuo y a capricho con dos pantallas
Como hemos comentado, hay dos pantallas en este dispositivo: una que permite su uso como un smartphone, de 4,6 pulgadas Super AMOLED HD+ y una Dynamic AMOLED de 7,3 pulgadas QXGA+ flexible para el uso como tablet. Ésta segunda fabricada con un compuesto polimérico aplicado por capas (con un adhesivo), siendo el 50% más delgada que cualquier otra pantalla Samsung existente.
De los paneles podemos hablar bastante, así que vamos por partes y atajamos primero esa pequeña AMOLED de 4,6 pulgadas. Se trata de un panel alargado y estrecho, tratando de aprovechar al máximo ese móvil que queda con el Fold plegado, por lo que tendremos unos marcos considerables y una sensación muy alejada de cualquier móvil actual (como puede ser un Samsung Galaxy S10+) en cuanto a los marcos, siendo más cómodo asirlo con una mano y hacer tap con la otra.
La sensibilidad táctil no es la mejor como tampoco lo es la resolución: quizás esta pantalla está pensada para un uso más ocasional y discreto, si bien veremos que está implementado todo lo que caracteriza el software de Samsung a nivel de opciones de navegación y elementos que aparecen deslizando como Bixby Home o Samsung Pay. Pero la resolución se queda corta, y además había ya algún terminal con arañazos, con lo cual probablemente se trate de una superficie menos resistente que los Gorilla Glass de última generación.
Hablando de la pantalla interna, la experiencia es algo mejor, sobre todo por lo evidente: son 7,3 pulgadas de diagonal, plenamente aprovechada salvo por ese notch lateral que forman las cámaras frontales y el hueco negro en forma de barra que algunas apps producen para englobar dicha muesca. Es un tablet al uso, con una interfaz que como ahora veremos está adaptada para que la interacción sea algo distinta.
Aquí la sensibilidad táctil nos ha parecido mejor, así como el nivel de detalle. El tacto es plasticoso (obviamente), aunque tampoco da sensación de baja calidad o de fragilidad ni mucho menos. Se trata de una sensación distinta al habitual cristal, pero no hemos visto ni provocado ningún arañazo en este caso y en todo caso parecía estar perfectamente encajada en la caja dual, fijándonos en la parte que se pliega adherida a la bisagra.
¿Qué es lo que se ve? Esa hendidura que parece obedecer a lo que sería el interior de la bisagra, la cual se observa según la inclinación en mayor o menor grado. Esto actúa en cierto modo de jarro de agua fría; el terminal transmite continuamente esa sensación de calidad y de estar un poco en el futuro, pero cada dos por tres veremos esa especie de carretera que cruza el panel de un extremo a otro usando la bisagra como canal.
Será algo a lo que el usuario final se tenga que acostumbrar: es algo inherente a la estructura y a los materiales y no se va a ir. Pero casi lo principal es que no implica ningún mal funcionamiento y que incluso semi-plegado el dispositivo la pantalla es completamente funcional, y podemos hacer tap y swipe por esa zona sin que se interrumpa el gesto, incluso con el PiP de Netflix o con una ventana flotante.
Ambas pantallas estaban bastante saturadas, si bien el sistema ofrece la posibilidad de ajustar un poco este aspecto y también la temperatura. El brillo automático parecía funcionar bien, aunque en este caso era un entorno muy bien iluminado y hemos podido jugar poco con esto, pero el brillo máximo parece ser suficiente para aguantar bien en la calle en ambos casos (especialmente en la de 7,3 pulgadas).
En ésta principal de 7,3 pulgadas la experiencia con el vídeo y los juegos siempre va a ser más agradable, pudiendo hacer zoom según la app para llenar la mayor parte posible del espacio con contenido. La accesoria de 4,6 pulgadas es sin duda un aliciente y probablemente un punto diferencial (a ver qué más vemos en esta línea), pero representa cierto choque por esta cuestión de los marcos que hemos comentado.
El software en dos pantallas: continuidad opcional y versatilidad
Uno de los aspectos que más dudas nos creaba, además de ese mecanismo de pliegue, es la adaptación del software y sobre todo las funciones adicionales. ¿Cómo encajar un sistema operativo actual y conocido para que encaje bien en un dispositivo dual y se mantenga la naturalidad?
Básicamente, aplicando ese principio de continuidad que dibujábamos antes al hablar de App continuity, la función que implica que la app en primer plano se mantenga en la pantalla que tengamos activa en ese momento (nunca lo están las dos a la vez). Es decir, que si estamos escribiendo un mensaje de WhatsApp en la pantalla de 4,6 pulgadas, que al abrir el Fold pase a la de 7,3 sin cerrarse ni aplicarse ninguna modificación.
Esto ocurre de manera instantánea y sin lags, si bien dependerá de cada app el que se adapte más o menos rápido. De hecho, lo hemos probado incluso jugando, siendo bastante rápido el cambio (y tardando tan poco como para que el coche no se nos estrellase con el nitro a tope en el 'Asphalt 9'). Además, si estamos haciendo una llamada por voz con el Fold cerrado, al abrir el dispositivo se activará automáticamente el altavoz.
Otro aspecto muy interesante es la multiventana, porque se trata de poder tener una pantalla dividida hasta en tres partes. Las apps funcionan plenamente, pudiendo ajustar el área de cada una de las ventanas y pudiéndolas intercambiar (recurriendo a una barra a modo de tirados que aparece en las dos ventanas secundarias).
Para hacerla aparecer hemos de deslizar una cortinilla lateral tal y como hacemos con la pantalla Edge en los Galaxy S hasta la fecha. Pero en este caso nos aparece una tira de apps en vertical que nos permite seleccionar la que nos interesa, y en ese momento la pantalla ya queda dividida automáticamente (en dos o en tres, según las veces que lo hayamos hecho).
Funciona muy bien incluso abriendo a la vez tareas de vídeo y mensajería, sin que haya cuelgues, cierres o lag. Además, obedecen al cambio de orientación automático si probamos a pasar de la disposición vertical a la horizontal, también sin problemas aparentes.
El sistema en general se mueve bien (razón tiene con 12 GB de RAM y un Snapdragon 855, única variante a nivel mundial, de hecho). Las apps se abrían con normalidad, así como la multitarea, hablando de las dos pantallas, y no hemos observado que haya lag (salvo en la cámara puntualmente, quizás debido a que no se trata de un software final).
Otro aspecto interesante es que hay bastante variedad de toggles a añadir en la cortinilla de notificaciones, que se mantendrá igual en ambas pantallas (con la salvedad de que en la de 4,6 pulgadas se dividirá en páginas que veremos deslizando). Toggles tan útiles como la habilitación/inhabilitación de la barra de botones tradicional, que puede cambiarse por esas barras de navegación a modo de tiradores que estamos viendo en los Samsung más recientes (y así aprovechar algo mejor las pantallas).
Los ajustes son similares a los que hemos estado viendo en Samsung Experience, pero cierto es que la sección de pantalla tiene algunos añadidos particulares dadas las aplicaciones extra que representa la configuración del terminal. Como ya hemos comentado, además de gestionar qué apps se abren en pantalla completa podemos elegir cuáles se mantienen abiertas con App continuity o cuales preferimos que se cierren cuando cambiamos de panel.
La experiencia multimedia más inmersiva al desplegar
La idea es que el dispositivo cumpla dos puntos en demanda (según Samsung): una pantalla grande y cuanto más contenido en ella, mejor. Y esto influye directamente en el aspecto multimedia, sobre todo al ejercer como tablet para vídeos.
Hablando de este uso la pantalla pequeña queda prácticamente en el olvido: jugar en ella no es agradable (aunque muy cómodo para quienes tenemos los dedos cortos) y menos lo es ver un vídeo. Pero ahí han jugado bien con eso de tener un tablet bajo la manga en el momento que el usuario lo necesite, de hecho es casi una de las razones de ser de este dispositivo (esa dualidad instantánea).
Pero no todo son píxeles en el disfrute multimedia, y estos paneles tienen como escuderos dos altavoces estéreo de AKG. Uno a cada lado del dispositivo, quedando arriba y abajo o a la derecha o la izquierda según lo agarremos vertical u horizontalmente.
La ubicación está estudiada y mucho, más allá de lo que la marca asegure. Y la prueba es que realmente es difícil tapar cualquiera de los altavoces accidentalmente, y de hecho apps como 'Asphalt 9' nos "obligan" a que sostengamos de una manera determinada el dispositivo abierto (con las cámaras frontales hacia abajo) con tal de que lo agarremos convenientemente y sin taparlos.
El sonido en este contexto no puede valorarse bien, pero sí podemos decir que de potencia va muy bien. Probando tanto audio per se como el que venía en vídeos de YouTube o Netflix hemos podido ver que el volumen máximo da para lograr ser oído en un entorno muy contaminado acústicamente, y por precedentes esperamos que la calidad esté a la par.
De las cámaras y las baterías (o batería dual) tampoco podemos hablar demasiado, sobre todo porque las segundas tienen este software prematuro. Pero esperamos un rendimiento fotográfico parecido a los Galaxy S10, teniendo también la tríada por excelencia de la actualidad (ultra gran angular y telefoto, junto al gran angular), una cámara frontal en la parte exterior y dos cámaras frontales en la interior (una de ellas para el desenfoque).
En interiores con iluminación variable hemos visto un resultado, de hecho, que en cuanto a colores y nitidez nos ha recordado al Galaxy S10+. El modo retrato y el ultra gran angular no parecen haber sufrido cambios, pero en todo caso tendremos que esperar a poder tenerlo lo suficiente como para ponerlo bien a prueba en este aspecto.
La realidad de los dispositivos flexibles ahora se siente más cerca
Samsung puede presumir de tener uno de los primeros dispositivos plegables plenamente funcional. El Galaxy Fold era un hecho al ser presentado, pero nos lo creemos bien ahora que lo hemos probado, al menos el rato suficiente como para saber que es un dispositivo totalmente válido, bien acabado y con ciertos reclamos que quizás no son los más populares, pero que al menos aportan algo de sentido a lo que puede ser uno de los derroteros de los fabricantes en los próximos años.
Hemos disipado algunas dudas: la pantalla a medio plegar es completamente funcional, pese a esa leve hendidura inevitable, y el cambio entre pantallas se sucede con normalidad. Además, no hemos de tener especial cuidado en cerrarlo y abrirlo, y el diseño está bien pensado para que eso se haga muchas, muchas veces al día (por cierto, el truco para cerrarlo rápido estando desplegado es presionar un poco sobre las bisagras en los extremos, facilitando el pliegue).
Hay aspectos que no nos acaban de convencer, como esa línea que siempre veremos en medio del dispositivo abierto en la pantalla o esas juntas que comentábamos de las tapas con la bisagra. Pero la solución implementada, a nivel de construcción y estética, nos parece un buen comienzo, al menos de cara a seguir con esta línea de productos y a que cada vez sean algo más efímero (y para eso aún queda mucho camino).
Pero en estas primeras impresiones nos quedamos con la sensación de que es un buen primer paso. Para un público reducido (y bolsillos contados), pero se ha evaporado un poco esa sensación de boom fugaz que transmitió un Vitrina World Congress lleno de paneles plegables tras cristales, o sólo disponibles para petits comités demasiado selectos.
La bisagra parece fiable y la construcción nos ha recordado a los Galaxy S (que no es poco), con las salvedades que implican el tener una pantalla de plástico y no de cristal. La pantalla secundaria es, quizás, demasiado secundaria, y por ahí se abre una interesante vía para mejorar y tener un modelo más afinado.
Contar además con lo último de Qualcomm y 12 GB de RAM da cierta tranquilidad a quienes buscan lo más potente, sobre todo prometiendo una experiencia más inmersiva en el juego, el cual ejecuta sin problemas. Nos quedamos con muchas ganas de probarlo a fondo, esperamos tener oportunidad para contároslo con la alta dosis de detalle que de costumbre.