El paradigma estatocéntrico que por mucho tiempo ha regido la política mundial y el cual describe al ámbito internacional como un sistema exclusivo de estados soberanos que interactúan en un entorno anárquico en el que se impone el más poderoso, empieza a ser severamente cuestionado en la práctica y una evidencia de ello es el reciente choque protagonizado entre el dueño de la red social X, Elon Musk, y el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva.
En este caso, el gobierno del gigante suramericano ordeno la suspensión de la plataforma que era utilizada por más de 22 millones de brasileños, por no cumplir con el bloqueo de una serie de cuentas de la plataforma asociados a la difusión de noticias falsas y ataques a la democracia de esta nación.
Como respuesta Musk, que es la persona más rica del mundo gracias a su imperio tecnológico compuesto por empresas como Tesla, SpaceX, Neuralink y X; amenazó con pedir la confiscación de bienes de Brasil e incluso advirtió al mandatario, "espero que disfrute los vuelos comerciales".
“¿Quién se cree que es?” le respondió Lula, una pregunta valida en momentos en los que cada vez es más frecuente ver a los dueños de las gigantes tecnológicas “relacionándose como iguales” con estados y sus respectivos líderes políticos, un fenómeno descrito por los expertos como “tecnopolaridad”.
La era de la “tecnopolaridad”
En dialogo con Xataka Colombia, Manuel Rayran Cortés, docente de la Facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Externado de Colombia, magíster en Diplomacia y Resolución de Conflictos de la Universidad Católica de Lovaina en Bélgica; explicó como surgió y se está dando esta transición.
“Desde la globalización y desde la emergencia de un bloque hegemónico de capitalismo financiero, concentrado también en compañías tecnológicas, se fue gestando la transformación del sistema internacional en el que hoy vemos a una persona representante de una empresa con unos intereses políticos y económicos propios, llegar a tratar de desafiar a este actor político que era el Estado, el cual gozó durante siglos de un privilegio en las relaciones internacionales”.
Según este experto, en el caso del choque entre Lula y Musk se evidencia “esa rivalidad entre ese Estado que quiere cuidar el ciberespacio y por el contrario vemos compañías con un musculo gigante básicamente controlar ese sector”. De hecho, esta discusión es una evidencia de la actual dicotomía a la que se enfrenta el sistema internacional, entre el “tecnocianalismo” y la “tecnopolaridad”.
Según Rayran, el primer concepto hace referencia a "la lucha de los estados para mantener el control en aspectos de la sociedad, la economía y la seguridad nacional que durante mucho tiempo fueron competencia exclusiva del Estado”.
Mientras que la “tecnopolaridad se ve reflejada en esas grandes empresas tecnológicas que se logran relacionar como un igual con un Estado porque tienen una capacidad de datos, un musculo económico impresionante con ganancias que pueden superar el PIB de muchas naciones”.
Y es un fenómeno cada vez más frecuente ver a estas enormes compañías "ocupar el espacio del Estado", muchas veces sin que estos puedan hacer mucho para evitarlo, en un claro giro del mundo hacia esta “tecnopolaridad".
¿Quién tiene la razón?
Para Rayran, en el caso de Lula el mandatario suspendió X “de acuerdo a sentencia del Supremo Tribunal Federal, por la difusión de noticias falsas en la red social que llevaron a la ocupación de los edificios públicos en Brasilia el 8 enero 2023".
En este orden de ideas, el presidente brasileño “actuó tras la orden de un tribunal, porque una democracia es su responsabilidad es hacerla cumplir”.
Por otra parte, Musk “es un multimillonario con una agenda política que utiliza su plataforma también con el propósito de fortalecer una agenda política recae en fortalecer las extremas derechas a través de las noticias falsas, las cuales según hemos notado desde la academia, tienen un mayor impacto en estos sectores”.
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