Un año más, Google se ha adentrado en el terreno del hardware con una nueva entrega de su smartphone ‘made by Google’ y, esta vez sí, ha llegado a más países. Pero el que se perfilaba como el móvil Android definitivo ha tenido un lanzamiento, no diré desastroso, pero sí bastante agridulce.
El Pixel 2 XL tiene una de las mejores cámaras del año (la mejor según DxOMark), un diseño más estilizado, un perfil técnico al nivel de lo que se espera de un buque insignia en 2017 y ofrece algo que ningún otro competidor tiene: experiencia Android en estado puro y con las últimas innovaciones. Sólo hay un pero: la pantalla. Ay, la pantalla...
Cuando llega un smartphone muy esperado, el tamaño de la lupa bajo la que se analiza es directamente proporcional al de la expectación que despierta. Lo hemos visto muchas veces; con el bendgate del iPhone 6s Plus, con el tinte rojo en las pantallas del Galaxy S8 y ahora le ha tocado el turno a la polémica pantalla del Pixel 2 XL.
Colores apagados, ángulos de visión que 'azulean', quemaduras en el panel, tonos difuminados... Los ‘delitos’ de los que se la acusa son muchos, tantos que han hecho que el resto de características queden prácticamente eclipsadas, pero ¿de verdad es tan mala? ¿Hasta qué punto afecta a la experiencia de uso? ¿Se ha sobredimensionado el problema? Son preguntas que todos nos hemos hecho y que nuestro compañero Javier Penalva ya respondió en su análisis. Ahora me toca a mí extraer conclusiones más maduradas tras un mes de uso.
Diseño mejorado, pero todavía mejorable
Si había algo en lo que el primer Pixel XL tenía que mejorar era el diseño; aquellos marcos tenían que desaparecer y el Pixel 2 XL ha virado en la dirección que marca el mercado. Ahora tenemos unos marcos más reducidos y formato alargado o 18:9 para que su enorme pantalla nos resulte manejable. Sin embargo, aunque la reducción de marcos sea más que evidente en comparación a aquel primer modelo, el esfuerzo de compactación podría haber sido mayor.
Con un 76% de ratio cuerpo/pantalla, no hay duda de que tenemos un frontal mucho mejor aprovechado, pero los marcos siguen estando demasiado presentes, especialmente arriba y abajo. La adopción del formato 18:9 hace que el terminal no resulte excesivamente ancho y esto facilita mucho el manejo, pero el Pixel 2 XL sigue siendo un móvil grande y usarlo de forma fluida con una sola mano es, al menos en mi caso, imposible.
Con respecto al peso, 175 gramos no es poca cosa, pero resulta sorprendentemente ligero para su tamaño la primera vez que lo cogemos, sensación que se ha mantenido a lo largo de toda la prueba. Un detalle que no resulta tan cómodo y que ya se comentó en el primer análisis es que el botón de encendido esté por encima de los botones de volumen, una posición que, en un teléfono tan alto, a veces obliga a agarrarlo un poco más arriba para poder llegar al botón.
Con todo, el agarre es cómodo teniendo en cuenta sus dimensiones, aunque mejora bastante si le acoplamos una de las carcasas protectoras que Google lanzó junto al teléfono -hace que el tamaño total aumente, pero también evita que el móvil se nos resbale fácilmente. Eso sí, la carcasa es gruesa y hace que el lector de huellas quede demasiado 'enterrado' para mi gusto.
Hablando del lector de huellas, el Pixel 2 XL sigue apostando por el sensor trasero, pero esta vez tiene buena excusa porque en el frontal apenas había espacio, y el que hay está ocupado por una pareja de altavoces frontales que dan muy buen resultado, y de los que hablaré más adelante. Personalmente prefiero el lector de huellas en el frontal porque suelo mirar el móvil a menudo mientras trabajo y éste está en la mesa, pero en este mes no lo he echado de menos. El primer motivo es que, como decía, me parece una decisión justificada (menos marcos y altavoces frontales). El segundo es que la combinación del doble tap para despertar con Smart Lock resulta muy rápida e intuitiva.
Seguimos en la parte trasera. Google sigue manteniendo esa combinación de dos acabados que ya vimos en el primer modelo, pero hay una diferencia importante. La parte inferior de la carcasa, la que es mate, es de metal, pero el acabado que se le ha dado hace que parezca plástico. De hecho, la ligereza de la que hablaba y ese tacto distinto hacen pensar que la trasera es de policarbonato y no aluminio. ¿Es eso algo malo? En principio no tiene por qué, pero hay matices.
El Pixel 2 XL tiene unos acabados excelentes y transmite sensación de calidad en mano. Sin embargo, si la trasera fuera de verdad de plástico podríamos tener carga inalámbrica de serie, una función no disponible en este modelo. Por otro lado, perdemos ese efecto frío del metal, aunque esto ya es una cuestión de gustos y no afecta en absoluto al manejo. Un punto positivo es que ese acabado hace que la superficie sea un poco menos resbaladiza que el aluminio ‘desnudo’.
La construcción del Pixel 2 XL transmite solidez en mano y sus acabados son buenos, pero ese frontal asimétrico no termina de convencer.
Pero si hay algo que chirría en el diseño de este Pixel 2 XL es el diseño del frontal, y es el tamaño de sus marcos, pero no desde un punto de vista funcional, sino de la parte puramente estética. Los buenos acabados se mantienen en esta parte, con un cristal con bordes ligeramente curvados que, sin llegar a crear un semicírculo perfecto, encastra perfectamente con el borde metálico y dos altavoces que se integran de forma muy discreta arriba y abajo del panel, el problema es la asimetría.
Con la pantalla encendida, enseguida llama la atención que el borde superior es claramente más ancho que el inferior, haciendo que el frontal quede desequilibrado. No es el único móvil con frontal asimétrico, de hecho muchos ‘sin marcos’ también apuestan por un borde más ancho, pero suele ser el inferior y visualmente queda mejor tener el ‘peso’ en la base que en la zona superior como sucede en el Pixel 2 XL.
Eso de que la curva que describe la esquina de la pantalla y la esquina del terminal no estén alineadas ya me choca un poco, pero que encima un borde sea más ancho que otro potencia todavía más el efecto. Insisto en que es un detalle puramente estético y no afecta a la experiencia de uso, pero ahí está. Si eres un maniático de la simetría como yo, seguro lo notarás cada vez que enciendas la pantalla.
La pantalla de la discordia
Cuando me entregaron el móvil para este análisis, lo primero que hice fue examinar la pantalla, y lo primero que pensé fue “tampoco es para tanto”. ¿Pienso lo mismo tras vivir con el móvil estas semanas? La respuesta es no, pero no es rotundo, hay matices, y para entenderlos lo mejor es repasar todos esos ‘delitos’ de los que se acusa a la pantalla para ver de cuántos de ellos es culpable (siempre hablando de la unidad que yo he probado, puede que haya diferencias con otras).
Colores apagados
¿Tan apagados son los colores de la pantalla? Sí, sí y sí. Nada más cogerlo noté que los tonos estaban excesivamente atenuados, demasiado para un panel con tecnología OLED que suele pecar de justo lo contrario. Recuerdo pensar que parecía como si la pantalla viniera con uno de esos filtros ‘Moody’ de VSCO con colores agrisados, especialmente los rojos que normalmente son los más llamativos. Pero ojo porque tiene arreglo, no es el ideal pero, para mí, la actualización que lanzó Google y que permite elegir un modo saturado ha sido suficiente para devolver la vida a la pantalla.
Tras la actualización, los ajustes de la pantalla nos permiten elegir tres opciones de color: Naturales, Reforzados o Saturados. Tras restaurar a los ajustes de fábrica, por defecto se activa el modo reforzado que se supone ofrece un punto intermedio, pero que para mi gusto sigue siendo demasiado apagado. Del modo natural mejor ni hablar ya que es todavía más plano y agrisado si cabe. No suelo optar por la configuración de saturación máxima en los móviles que lo permiten, pero en el Pixel 2 XL es sin duda la mejor opción y la que he acabado usando en el día a día.
Ángulos de visión que azulean
Otro sí como una casa. En cuanto miramos el móvil desde un ángulo aunque sea poco pronunciado, los blancos viran hacia ese tinte azul tan poco favorecedor y lo que ganamos con el modo de pantalla saturado se pierde, haciendo que los rojos aparezcan casi marrones y los amarillos se pongan casi verdes. El punto aquí es que el problema desaparece si miramos el móvil de frente.
¿Cuándo resulta un problema los ángulos de visión? En mi caso lo he notado sobre todo al mirar el móvil mientras lo tengo en la mesa y sobre todo si la imagen mostrada tiene fondo blanco (por ejemplo al leer textos), pero el 95% del tiempo no lo aprecio porque estoy mirando el móvil de frente. Con esto no quiero decir que sea un problema baladí, es inaceptable para un móvil de su nivel, pero también es cierto que en el día a día no es algo que afecte en exceso. Aquí el “no es para tanto” va desvaneciéndose ya que, aunque realmente no afecte en exceso a la experiencia, no hay parche de software para arreglarlo.
Burn-in
Las quemaduras o retención de imagen es un mal común en pantallas OLED, el problema es que en el Pixel 2 XL aparecen con apenas unas semanas de uso, pero nos hemos librado del que probablemente sea el problema más grave de esta pantalla. Tras varias semanas de uso, nuestra unidad no presenta signo alguno de burn-in en ningún punto, tampoco en la parte inferior donde se sitúa la barra de estado, más susceptible de retener la imagen.
¿Significa esto que no pueda pasar en un tiempo? No, todavía podemos ‘contagiarnos’, pero de momento en Xataka nos hemos librado. Aquí también podría haber ayudado el hecho de que la actualización para solucionar fallos incluía una función que disminuye la intensidad de la barra de estado para evitar este problema.
Tonos no uniformes
Algunas unidades del Pixel 2 XL también presentaban un problema de calibración no uniforme. Al reproducir un fondo claro del mismo color (blanco o gris), se veía como algunas partes del panel tenían un tinte más amarillento. En este caso tampoco hemos detectado este problema.
Black smearing
Otro fallo del que sufren las pantallas OLED es el Black smearing y en nuestro Pixel 2 XL está presente. Consiste en que las áreas de negro profundo se difuminan cuando la pantalla está en movimiento. Se aprecia sobre todo cuando hay negro puro sobre tonos oscuros, mientras que al ser negro sobre blanco el efecto se reduce notablemente.
Lo detecté al ver unas fotos que hice de noche y en el vídeo se puede apreciar claramente (minuto 4:55). Los bordes de la imagen parecen difuminarse de forma exagerada al pasar de una foto a otra. Como decía, es un problema habitual en paneles OLED y en estos días he probado a recrear las mismas condiciones en otros móviles con panel OLED y efectivamente también sucedía, pero en el Pixel 2 XL es más exagerado.
De todos los fallos que he encontrado en el panel del Pixel 2 XL, los colores apagados y los ángulos de visión son los más acusados. El primero se solventa con el nuevo modo saturado que, sin ser la solución ideal, cumple con su cometido (al menos para mí ha sido suficiente), pero el segundo tiene mal arreglo.
La pantalla del Pixel 2 XL no limita el uso del dispositivo, es nítida, fluida y lo suficientemente luminosa como para que podamos ver el contenido en exteriores pero, no nos engañemos, no está a la altura de un móvil que cuesta 959 euros, y esta es la sensación que se ha mantenido durante todo el análisis.
Por último, destacar que el hecho de contar con tecnología OLED trae una función que resulta muy práctica en el día a día y es la pantalla ambiente. Aquí podemos ver la hora, fecha y notificaciones que vamos recibiendo sin tener que desbloquear el móvil. Es una opción que podemos desactivar desde Ajustes, pero como decía es práctica y no penaliza la duración de la batería, así que compensa dejarla activada.
Android vuela alto (y lejos del enchufe)
En el primer análisis ya quedó claro que el rendimiento era uno de los puntos fuertes del Pixel 2 XL y una prueba más exhaustiva no ha hecho sino constatarlo. La combinación de Snapdragon 835 con 4 GB de RAM y un software puro y muy pulido va como un tiro; el móvil vuela en cualquier situación, desde manejar muchas apps al mismo tiempo hasta exprimir juegos más exigentes con el sistema. No hay lag, no hay cierres inesperados ni tampoco calentamiento, sólo durante la carga se eleva un poco la temperatura, pero en ningún momento resulta excesivo.
El Pixel 2 XL vuela en cualquier situación. No hay lag, cierres inesperados ni calentamiento. Aquí le damos un 10.
Hablando de carga, la carga rápida no es todo lo veloz que podíamos esperar y sigue estando muy lejos de lo que ofrecen marcas como OnePlus con su DashCharge. Tampoco tenemos carga inalámbrica, una función que como decía perdemos por culpa de esa trasera de metal. Eso sí, en autonomía cumple con nota. Llegar al día sin pasar por el enchufe es muy fácil, incluso en jornadas en las que he estado fuera de casa prácticamente todo el día manejando funciones como el GPS, juegos, redes sociales y apps de mensajería conseguía llegar a casa con un nivel de carga en torno al 20%.
En días menos exigentes en los que estaba principalmente en casa y usando redes WiFi, el Pixel 2 XL llega al día y medio y, si se estira, casi a los dos días. Por último, en cuanto a horas en pantalla, como ya comentó Penalva en su análisis, está en torno a las 5 o 6 horas.
Software: ‘squeeze my Pixel’
Si hay algo que hace especiales a los Pixel (y a la anterior familia Nexus) es sin duda la ventaja que tienen sobre todo el ecosistema Android: el software. No sólo tenemos lo último de Android antes que nadie, que en Android ya es decir, además Google lo adereza con algunas funciones exclusivas que potencian todavía más la experiencia Android. Hay tres en concreto que me han parecido más destacables.
Active Edge
Cuando llegó el primer HTC con la opción de ‘estrujar’ el marco pensé que sería una de esas funciones que acaban olvidadas, algo así como el 3D Touch que vimos hace unos años, pero lo cierto es que lo he acabado usando más de lo que esperaba. Poder invocar al asistente simplemente apretando un poco la mitad inferior del móvil es práctico cuando tenemos el móvil en la mano, desde luego mucho más que mantener pulsado el botón de inicio. Aquí también es importante destacar que Asistente de Google es una herramienta completísima que resulta muy útil en infinidad de situaciones.
Now Playing
Otra función que se estrenó con los Pixel 2 es Now Playing, aunque he de reconocer que es bastante ‘creepy’. Eso de estar en un bar, mirar el móvil un momento y ver como ha reconocido la canción que suena de fondo sin que se lo pidas resulta bastante perturbador. La utilidad de esta opción no la veo tan clara ya que si quiero saber qué canción suena se lo puedo preguntar a Asistente y listo, pero ahí está y lo cierto es que funciona muy bien, incluso en entornos con mucho ruido es capaz de detectar la canción (si está en su base de datos).
Google Lens
Fue presentado en la Google I/O y no ha sido hasta hace poco cuando lo hemos podido probar, en el Pixel eso sí. Lens ‘lee’ la imagen que seleccionemos y nos dice lo que ve. Dependiendo del contenido nos mostrará bien fotos similares, enlaces de interés o la herramienta de selección de texto.
Particularmente me ha sido útil a la hora de copiar textos directamente sacando una foto (por ejemplo las dichosas e interminables contraseñas WiFi), pero no va del todo fino con textos muy pequeños. Tampoco reconoce bien si se trata de textos escritos a mano y la mayor parte del tiempo nos devuelve una traducción muy alejada del propio texto.
Estas son las tres funciones que como decía me han llamado más la atención, pero no son las únicas. También tenemos otras funciones menores como el deslizar sobre el lector de huellas para abrir el panel de notificaciones, la ya mencionada pantalla ambiente o el modo no molestar al volante que detecta cuando vamos en un vehículo en movimiento.
Google también apuesta por el Pixel Launcher en esta generación, una ligera personalización sobre lo que conocemos como Android stock que destaca por su cajón de apps que se abre deslizando hacia arriba, los iconos redondos, el menú emergente para apagar o reiniciar y ese diseño general más homogéneo y coherente. En definitiva, detalles que en conjunto ayudan a ofrecer una experiencia Android única y muy fluida.
Sonido: una luz y varias sombras
Como decía en el apartado del diseño, uno de los elementos que encontramos en el frontal del Pixel 2 XL son dos altavoces frontales situados en los extremos de la pantalla. Tienen una forma alargada y están integrados de forma bastante discreta, pero lo importante es que suenan de maravilla.
Aquí la colocación frontal tiene mucho que ver ya que hace que el sonido nos llegue de forma más directa, pero además en este caso hay que destacar la nitidez y claridad del sonido. El volumen es suficientemente alto como para poder escuchar música o vídeos aunque haya ruido de fondo, pero no resulta excesivo y huye de cualquier distorsión. Como era de esperar, los graves se quedan algo flojos, algo normal en este tipo altavoces, aunque no hubiera estado de más integrar un ecualizador de serie para poder ajustar los niveles.
Pero no todo son luces, como reza el título de este apartado, hay sombras, y de nuevo regresa esa vocecilla que nos recuerda que el móvil cuesta casi mil euros. Lo peor no es que hayan quitado el minijack, que también, sino que en la caja no hay ni rastro de unos auriculares, sólo el adaptador de jack a USB-C.
Que los Nexus 4 y 5 no tuvieran auriculares era aceptable porque fueron los modelos con mejor calidad-precio de sus respectivos momentos (y además tenían minijack), pero que un móvil de 959 euros no traiga un par de auriculares, sobre todo ahora que le han quitado el minijack, es directamente inaceptable, especialmente cuando competidores como Samsung o HTC están haciendo hincapié en este punto.
Sobre la retirada del minijack también hay mucho que decir, empezando porque el material promocional del primer Pixel destacaba este conector en un claro ataque a Apple y su iPhone 7. ¿Qué ha pasado, Google? La explicación de la compañía fue que el USB-C les permite "ofrecer una mejor experiencia de audio digital ahora que vamos hacia un futuro sin marcos"... ¬¬
Durante la prueba he estado usando tanto auriculares de cable con el adaptador proporcionado como auriculares Bluetooth y, personalmente, ninguna me convence. La primera porque el adaptador se puede olvidar o, en el peor de los casos, extraviar. La segunda porque me obliga a preocuparme de cargar otro gadget más.
Una cámara terapeútica
Si se dice que la pantalla del Pixel 2 XL es la peor del año, de la cámara se puede decir justo lo contrario. Reafirmo las conclusiones del primer análisis: Google tenía por delante la difícil tarea de mejorar la cámara del primer modelo y lo han conseguido con creces. Y además sin cámara doble.
El modo HDR+ hace magia con las fotos y consigue un rango dinámico amplísimo en escenas de alto contraste. También saca nota en escenas nocturnas, obteniendo imágenes sorprendentemente definidas y un balance de blancos muy acertado incluso con luces de dominantes muy marcadas.
No podía obviar el modo retrato, una opción que habitualmente asociamos a cámaras duales y que aquí funciona sorprendentemente bien. Eso sí, mejor si el sujeto está muy separado del fondo y no hay demasiados planos de profundidad, pero en general devuelve resultados muy buenos. Sólo un pero, al contar con un único sensor perdemos la opción zoom 2x, para mí la más práctica que ofrecen los sistemas de cámara doble.
La cámara delantera es más errática en esto del desenfoque y no entiende tan bien la profundidad de la escena, pero sorprende su capacidad para recortar la figura de forma tan natural. Destacar también el modo belleza automático al que Google llama simplemente 'Retoque'; ilumina y suaviza las caras sin llegar a resultar demasiado artificial.
Con respecto a los vídeos, se mantienen las buenas sensaciones. Tenemos modo 4K con estabilización óptica, una función necesaria que no teníamos en la cámara del primer Pixel, y se nota. Sin embargo, sigue siendo en las fotos donde brilla el trabajo combinado de un hardware muy completo y un excelente software de procesado. Hacer fotos es adictivo y resulta hasta terapéutico tras el cabreo por los fallos de su pantalla.
Como una imagen vale más que mil palabras, lo mejor es que lo veáis vosotros mismos. Además de la galería principal, añado dos galerías adicionales con imágenes hechas con el modo retrato, una con la cámara trasera y otra con la cámara delantera.
Veredicto final: esta mesa cojea
Decía al principio que los fallos de la pantalla han llegado a eclipsar al resto de funciones y este ha sido el principal reto al que me he enfrentado en este análisis: tratar de separar y desglosar los distintos apartados para que no todo se centre en la pantalla.
Si lo diseccionamos, el Pixel 2 XL nos da más puntos positivos que negativos. Tenemos un rendimiento excelente, un software a la última con funciones que no encontramos en otros terminales, un diseño que, aunque no es perfecto, resulta convincente y sobre todo una de las mejores cámaras del momento, si no la mejor. La cosa cambia cuando lo analizamos como un todo. Ese era el otro reto: averiguar si la pantalla afecta a la experiencia de uso.
¿Y bien? La respuesta depende en gran parte de la exigencia que cada usuario ponga en cada apartado, pero si me tengo que mojar yo digo que no, o mejor dicho 'no tanto' (el matiz es importante). En el primer análisis quedó claro que la pantalla del Pixel 2 XL no está a la altura de un móvil de su gama y lo reafirmo, pero a pesar de todo estamos ante uno de los móviles del año.
En definitiva, la balanza se inclina más hacia el lado positivo, pero lo negativo está ahí y no se puede ignorar. A riesgo de que la comparación suene demasiado estúpida, el Pixel 2 XL es una mesa que cojea, podemos usarla, cumple su papel, pero el más leve movimiento nos recuerda continuamente que hay algo que está mal, que no es un producto redondo. ¿Pagamos 959 euros por un smartphone que no es redondo? Que cada cual decida.