Ha sido uno de los últimos grandes flagships del año. LG por fin deja atrás ese tiempo en el que su serie V era una exclusiva de Estados Unidos y se suma a la tendencia de otros fabricantes de lanzar dos gama alta en el mismo año. Primero fue el LG G6 y ahora le toca el turno al LG V30, la segunda propuesta de la firma coreana para un 2017 que nos ha dado grandes teléfonos. ¿Está el LG V30 entre los mejores?
Por supuesto que lo está, ya lo adelanto. A pesar de haber llegado algo más tarde, el LG V30 es uno de los androides del año y merece un puesto en la primera línea del escaparate, sobre todo por ese diseño que no deja indiferente, pero también por todo lo demás. Ya está bien de spoilers, os cuento como ha sido mi experiencia tras pasar un mes conviviendo con el LG V30.
Diseño: ganando puntos día tras día
No descubro nada nuevo si digo que el LG V30 tiene uno de los mejores diseños que se han visto este año. Ya lo dijimos en el análisis inicial y lo reafirmo; tras este tiempo usándolo, la sensación no sólo se mantiene sino que ha ido mejorando día tras día.
Sobrio, elegante, equilibrado y de acabados excelentes; el LG V30 es bonito lo mires por donde lo mires. El cristal que recubre su cara trasera le otorga un aire distinguido y hace que no resulte tan resbaladizo, mientras que en el frontal la pantalla destaca rodeada por unos marcos muy reducidos y perfectamente simétricos. Ni pestañas, ni unos marcos más anchos que otros... simetría total.
No hay nada que desentone en este LG V30, todo está en perfecta armonía y nada llama la atención, pero esto no es malo, sino todo lo contrario. Al principio tanto equilibrio puede resultar un poco soso, pero como decía el diseño va ganando puntos con el uso, pero no es una cuestión estética, es la ergonomía lo que acaba enamorando.
Más que bonito, que también, el LG V30 es cómodo, muy cómodo. Este año hemos asistido a una pugna por ver qué fabricante conseguía colocar la pantalla más grande en un cuerpo de menor tamaño, y aquí LG se coloca como uno de los más aventajados en esta carrera por la compactación.
A pesar de sus seis pulgadas, el manejo a una mano me ha resultado posible, sólo cuando toca alcanzar la parte superior de la pantalla toca hacer un ligero estiramiento, pero para hacer una consulta rápida no me ha dado ningún problema. Aquí el hecho de que el cristal no resulte tan resbaladizo ayuda bastante ya que nos permite recolocar la mano sin miedo de perder ‘grip’.
El diseño es sin ninguna duda una de las características estrella del LG V30, tanto por estética como por comodidad, pero nada es perfecto y un punto a mejorar es la colocación de los botones. Soy de lector de huellas en el frontal, pero puedo vivir perfectamente sin él si, como en el LG V30, puedo configurar Smart Lock para desbloquear el móvil con un doble tap en la pantalla. Sin embargo, el lector de huellas no está solo en la parte trasera, va acompañado del botón de encendido/apagado. Por su parte, los controles de volumen están en el lateral izquierdo y no, esta disposición no es nada cómoda.
Sí, el LG V30 permite apagar la pantalla de nuevo con otro doble tap para que no tengamos que levantarlo de la mesa y buscar el botón de apagado, pero sólo si lo hacemos en la pantalla de inicio. Si por ejemplo desbloqueamos el móvil para mirar un correo y queremos volver a bloquear la pantalla, hay que ir al inicio y entonces hacer el doble tap, mientras que si tuviera todos los botones en el lateral nos ahorraríamos unos cuantos pasos. No es un problema grave y al final me he acabado acostumbrando (aunque me ha costado, todo sea dicho), pero no es un sistema intuitivo.
Con respecto a la resistencia, en todo este mes no se me ha caído ni una sola vez, tampoco lo he llevado junto a las llaves u otros objetos que pudieran dañar el cristal, pero a pesar de ello se notan marcas de uso en la trasera. No digo que sea un terminal frágil, de hecho se siente muy sólido en mano, pero mi consejo es usar de una funda protectora aunque ello implique que el diseño no luzca en todo su esplendor.
Pantalla OLED fabricada por LG... ¿como la del Pixel?
Vengo de probar un Pixel 2 XL, por lo que me interesaba mucho conocer las diferencias entre el OLED que monta el smartphone ‘made by Google’ y el V30, ambos fabricados por LG. El del primero ha acumulado muchas críticas y en el mes de uso pude comprobar algunos de los fallos más sonados, mientras que el del V30 ha pasado más desapercibido.
Ya en el primer análisis se comentó que había algunas similitudes entre ambos paneles como esa tendencia al azul cuando miramos la pantalla desde los ángulos y así es. Aunque no es tan pronunciado, el problema de los ángulos que ‘azulean’ está presente en el LG V30, lo que no he notado es el problema de los tonos apagados.
El panel del LG V30 no llega al nivel de saturación de otros OLED (¿alguien dijo Samsung)?, pero está mucho mejor calibrado que el del Pixel 2 XL antes de la actualización que trajo el modo saturado. También destaca que el nivel de brillo del V30 es ligeramente más elevado, aunque no se nota apenas diferencia en el uso en exteriores.
Superado este ‘fact check’, recalcar que a pesar del detalle de los ángulos de visión (algo que, como ya se comentó en el análisis del Pixel, no notamos la mayor parte del tiempo) la pantalla del LG V30 ofrece una experiencia visual excelente. Tenemos seis pulgadas con resolución QHD+, por lo que el panel cumple con nota en términos de nitidez, pero además esos marcos tan minimalistas hacen que la experiencia al ver vídeos o jugar se potencie todavía más.
También destaca la fluidez y rapidez de respuesta, aunque por buscar alguna pega comentar que a veces (sobre todo al coger el móvil con una mano) podemos tocar la pantalla con la base de la palma y deja de reconocer el resto de taps, un problema derivado de la reducción de marcos que no es exclusivo de este terminal. No es algo que pase muy a menudo, pero cuando lo hace puede ser un poco incordio.
Un sonido para disfrutar… con mis propios auriculares
El sonido es un pilar importante en terminales LG, pero hasta ahora el filtro Quad DAC que ya llevaban algunos modelos del LG G6 nos había esquivado. La pregunta es, ¿se nota? Y la respuesta es sí. Cuando lo activamos (siempre con auriculares) el sonido es más rico y gana en profundidad. En mi caso suelo escuchar bastante hip-hop y noto la mejora sobre todo en los bajos, que suenan más contundentes y rotundos.
También podemos jugar con los distintos presets (nada de ecualizador) para ajustar el sonido como más nos guste. Sin embargo, aquí hay algunos ajustes como Detallado o Directo que no consiguen un buen resultado y generan un sonido casi metálico que pierde esa contundencia. Al activar la opción Graves todavía potencia más los bajos, pero personalmente he optado por dejar el preset Normal. En el caso de los filtros incluidos, lo he dejado en Short ya que tanto Sharp como Slow no me convencían, aunque en este caso no son tan agresivos.
Lo que no me convenció desde el primer día y sigue sin gustarme son los auriculares, no por su calidad de sonido, sino por su diseño. Tratándose de un elemento que hay que "ponerse", el veredicto depende totalmente de cada usuario pero en mi caso no me resultan cómodos. Sólo con el movimiento al caminar, los auriculares empiezan a deslizarse poco a poco y me obliga a estar recolocándolos constantemente. Además de que es bastante engorroso, al deslizarse dejan de aislar bien y tampoco escucho el sonido correctamente. Ojo que no es una crítica, como digo, bien colocados suenan muy bien y habrá a quien le parezcan comodísimos, pero yo he acabado usando mis auriculares de siempre y lo mejor de todo: sin adaptadores.
El altavoz es la parte más floja de todo el apartado de sonido; ofrece un buen volumen y suena bien para lo que es, pero se echa en falta una pareja de altavoces frontales para que el apartado del audio sea redondo.
Hardware y software, una unión casi perfecta
Ya hemos visto la experiencia multimedia y ahora toca ver qué tal es la experiencia de uso. Hablamos de un gama alta que cuenta con una configuración de nivel, por lo que es de esperar un rendimiento a la altura, y el LG V30 no defrauda. El móvil es muy fluido, capaz de mover juegos muy exigentes y manejar dos apps en pantalla dividida sin problema.
En el software, hay que dar tirón de orejas a LG por no lanzarlo con Oreo de serie, pero en el momento de escribir estas líneas ya sabemos que Oreo está empezando a llegar a algunas unidades. Sobre la personalización, LG propone un launcher que nos permite elegir o no cajón de apps, un menú ajustes muy colorido y algunas apps propias que personalmente no he usado en absoluto.
Mención especial a las funciones dedicadas a la pantalla, como el escalado de apps para contenidos no adaptados al panel, que por cierto son muchos menos de los que me encontré al probar el LG G6 a principios de año. Se nota que hay más fabricantes que apuestan por el formato 18:9 y no vemos el problema de las bandas negras tan a menudo. Destacar las opciones para ocultar o fijar la barra de navegación.
Entonces, ¿dónde está el 'pero'? No sabría decir si es un tema de software o hardware, probablemente de la optimización entre ambos, pero hay momentos en los que este LG V30 no ha ido tan fino como se podría esperar de un gama alta. Algunos bloqueos aquí y allá, aplicaciones que se cierran sin motivo aparente... no pasa a menudo, pero en estas semanas me ha pasado más de lo que me hubiera gustado y, sobre todo, más que en otros gama alta. A ver si con Oreo mejora este punto.
Acerca de la autonomía poco que añadir. No es su punto fuerte, pero tampoco es destacable. El tiempo en pantalla está en torno a las 4-4,5 horas y en la práctica suele dar para un día completo sin problema, aunque si eres muy exigente puede que llegues justo al final del día, aquí tener carga rápida viene bien. Hablando de autonomía, desactivar la pantalla Always On no tiene un impacto notable en la duración y en mi caso he preferido dejarla activada ya que me resulta una opción muy práctica.
La cámara marca la diferencia, para lo bueno y lo malo
LG va a contracorriente y sigue apostando por la segunda lente angular, huyendo de la tendencia de usar esa segunda lente telefoto que tantos terminales montan. Si tengo que elegir desde un punto de vista puramente práctico, el zoom 2x me resulta más funcional en el día a día, pero lo cierto es que el angular es muy divertido y, no nos olvidemos, es una apuesta que sólo encontramos en terminales de LG.
La aplicación de la cámara también sigue en esa línea que potencia la creatividad y nos ofrece infinidad de opciones como ese modo manual tan completo, los modos de mosaico y doble exposición o el 'Point zoom' para los vídeos, que por cierto destacan especialmente por ese estabilizador tan interesante.
Otro punto en el que LG va a contracorriente es en la ausencia de modo retrato. Sin embargo, aquí hay que destacar que la cámara nos permite hacer macros muy de cerca y con esa lente f/1.6 se consigue un efecto bokeh natural muy interesante.
Sin embargo, a pesar de contar con una lente más luminosa el rendimiento con poca luz es muy mejorable, probablemente debido a que el tamaño del sensor es menor que los que suelen montar cámaras de la competencia. Con buena luz, las imágenes son de gran calidad, pero no llegan al nivel de excelencia de otros móviles, y si hablamos de fotos nocturnas las debilidades se evidencian todavía más.
El gama alta de LG en 2017 era éste
Han pasado poco más de seis meses desde que tuve ocasión de probar el LG G6, pero tras este mes con el LG V30 parece que haya pasado mucho más tiempo. El V30 es el gama alta de LG en 2017, un móvil mucho más completo que el que todavía se alza como su buque insignia.
El diseño es su punto fuerte, por estética pero sobre todo por la comodidad. El esfuerzo de compactación es soberbio y su peso hacen de V30 el móvil con panel de seis pulgadas más cómodo que he probado hasta la fecha. El sonido también es un punto clave, aunque en este caso no es una mejora que tenga un efecto tan contundente en el día a día, a menos, claro está, que tu prioridad sea el audio.
Queda claro que LG ha dado un salto importante con este segundo flagship, el punto clave es si también consigue alcanzar a la competencia y aquí la cosa no está tan clara. El LG V30 es uno de los móviles del año, no hay duda, pero esos fallitos de optimización junto con una cámara que, aunque creativa, se queda atrás en calidad de imagen, hacen que se quede en el límite del podio de la gama alta.
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