La consultora eMarketer tenía tanta confianza en los relojes inteligentes como muchas otras empresas, analistas y medios. Estos dispositivos han ido perdiendo fuerza con el paso del tiempo, y eso se nota en unas ventas que han ido decreciendo y que lo harán más en el futuro.
Esas son al menos las conclusiones del último estudio de dicha consultora, según la cual los smartwatch tienen un precio cada vez más difícil de justificar. Muchos rondan los 200 euros, que es lo que cuestan también muchos smartphones de una gama de entrada cada vez más atractiva.
Las previsiones no son buenas
A finales de 2015 eMarketer señalaba que estos dispositivos crecerían un 60% en ventas en Estados Unidos en 2016, pero solo crecieron un 24,7%.
Las cosas no parece que mejoren en el futuro: en 2018 crecerán un 11,9%, y en los próximos años ese crecimiento seguirá reduciéndose para pasar a cifras de un dígito en 2019.
La salvación del sector, afirman, está en las funciones de monitorización de la actividad física. Es donde tanto Apple como otros fabricantes han añadido cada vez más funciones, pero ni aun con esas funciones parecen plantear un crecimiento notable.
El complemento de los 200 euros que ni vence ni convence
Ya nos costaba defender al reloj inteligente como regalo navideño el año pasado. Es un dispositivo que no resuelve ningún problema acuciante, aunque sea un complemento sin duda interesante en el área de la salud y la monitorización física.
Un año después de aquel alegato la situación no ha cambiado. Apple ha lanzado un Apple Watch Series 3 que daba la opción de conectividad LTE sin que eso acabara llamando tanto la atención como se esperaba —sus relojes dominan, pero también sufren en este mercado—, mientras que Google apenas ha prestado atención a Android Wear.
Los fabricantes han ralentizado su ritmo de lanzamientos —algunos como Huawei declaran que no les ven sentido—, y de hecho son pocos los que han ofrecido novedades en este sentido. El Samsung Gear Sport y el LG Watch Sport sí han tratado de aportar soluciones más "deportivas" en este sentido, mientras que los fabricantes de pulseras cuantificadoras han ido ofreciendo productos cada vez más ambiciosos y más cercanos a propuestas como el Apple Watch, y tenemos un buen ejemplo en el Fitbic Ionic.
Ninguna de esas opciones parecen haber impulsado las ventas de forma notable, entre otras cosas por el segundo gran problema de estos dispositivos. Los más de 200 euros que suelen costar pueden servir para renovar nuestro propio smartphone, sobre todo cuando hay modelos como los Xiaomi Mi A1 que son referentes en una gama de entrada cada vez más llamativa.
Eso hace que justificar la compra de un reloj inteligente sea cada vez más complicado, pero puede que las empresas estén preparándonos novedades para el 2018 que ya está a la vuelta de la esquina. Veremos si el CES nos sorprende en este sentido.
Vía | BusinessInsider
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