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Códecs de vídeo mágicos: así es como Netflix ofrece descarga de contenidos para verlos offline

La semana pasada llegaba una de las novedades más esperadas de Netflix: la posibilidad de descargar películas y series completas para poder verlas offline, sin conexión a internet. Estos primeros días de pruebas han demostrado que esta nueva opción es especialmente sorprendente por lo bien que funciona y por las pocas limitaciones que tiene.

La pregunta es, ¿cómo es posible que funcione tan bien? Los vídeos no ocupan demasiado (hora y media de alta calidad ronda los 1,2 GB de espacio) y la definición del contenido es realmente destacable, así que aquí tiene que haber truco, se dirán muchos. Lo hay, ciertamente, y se llama VP9, un códec de compresión que logra dar más por menos.

Un formato casi omnipresente

Este códec de vídeo abierto y libre de royalties fue desarrollado por Google en 2012 y es uno de los sistemas de compresión de vídeo más utilizados en internet. Es de hecho base de YouTube, donde Google lo utiliza junto al códec de audio Opus para unir ambos en el contenedor de vídeo/audio WebM.

Este códec compite directamente con otros como H.264 y HEVC/H.265, y aunque Google promociona su uso y por ejemplo está soportado de forma nativa en Chrome y en Android, no ocurre lo mismo con los iPhone o con Safari, y Apple no parece especialmente interesada en dar soporte a este sistema de compresión.

Opera, Firefox e incluso Microsoft Edge lo soportan, algo importante dado que es uno de los códecs utilizados en los contenidos de vídeo integrados en el estándar HTML5.

A ese soporte software le acompaña el soporte de compresión y descompresión por hardware: cada vez más chips ofrecen esa compatibilidad especial con este formato, y de hecho en la Wikipedia nos explican cómo la mayoría de plataformas hardware actuales ofrecen soporte nativo para la descodificación hardware de contenidos codificados con VP9.

La cosa cambia con la compresión: si queremos codificar vídeos con este formato (que es lo que hace Netflix) necesitaremos CPUs y GPUs con ese soporte específico. Actualmente podríamos hacerlos en GPUs de la serie Polaris de AMD (RX 480/470/460), procesadores de Intel (como los i7-6700 Skylake o los i7-7700 Kaby Lake) los MediaTek Helio X30, o los Samsung Exynos 8 Octa 8890. Curiosamente ni Qualcomm ni NVIDIA ofrecen soluciones compatibles con la codificación hardware de contenidos VP9.

Una compresión casi mágica

Para solventar esa incompatibilidad con las soluciones de Apple, en Netflix tienen una segunda opción de compresión para esos vídeos descargados: además de VP9 también comprimen esos vídeos con el códec H.264, y en concreto con el perfil H.264/AVC High, utilizado también en el formato Blu-ray y que es sensiblemente distinto al H.264/AVC Main que se utiliza en sus emisiones en streaming.

Como explicaban los responsables de la implantación de estos sistemas en Netflix, H.264/AVC High ofrece "herramientas que incrementan la eficiencia de la compresión", algo que también hace VP9 en mayor medida. El ahorro en la compresión es evidente frente a H.264/AVC Main, y según estos expertos, estos sistemas ofrecen la misma calidad de vídeo con un bitrate entre un 15% y un 19% menor.

En el caso de VP9, el ahorro llega a ser del 36%, una cifra realmente bestial. Sobre todo si tenemos en cuenta que este ahorro se va acumulando en esos millones de descargas que Netflix ofrece con este nuevo servicio, y el impacto en los centros de datos utilizados y el ancho de banda para esas transferencias es lógicamente clave de esos ahorros. Las exigencias durante la compresión y descompresión son mayores, pero los resultados son evidentes.

Más allá de VP9: destripando contenidos por secuencia

De hecho en Netflix van más allá, y además del uso de estos códecs de compresión analizan cada vídeo de una forma cada vez más completa. Ya hablamos el año pasado de cómo esa compresión varía según el tipo de contenido (no es lo mismo una película de dibujos animados que una de acción, por ejemplo).

Ahora en Netflix dividen cada contenido en trozos de entre uno y tres minutos, y sus ordenadores analizan esos clips para aplicar una compresión distinta y adaptada a la complejidad visual de cada uno de ellos.

El objetivo: lograr que la calidad sea la máxima posible, pero que además el tamaño de la descarga sea mínimo. Las mejoras son evidentes, y en Netflix está planificando llevar todos estos métodos de compresión avanzada a sus emisiones vía streaming.

Más información | Netflix

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