Ayer Microsoft nos descubrió los detalles hardware de su Xbox Series X. Las especificaciones de la futura consola de los de Redmond son excepcionales en muchos apartados, y es evidente que la experiencia para los jugadores será mejor en muchos apartados gracias a esos componentes de última generación.
La pregunta que muchos nos planteamos es obvia: ¿no podríamos utilizar esta consola también como PC de sobremesa con Windows? La potencia parece más que suficiente para poder no solo jugar con estos equipos, sino utilizarlos para trabajar como si lo hiciéramos con un PC o portátil tradicional conectado a un monitor. En Microsoft, eso sí, no parecen muy dispuestos a ir en esa dirección.
Por potencia hardware que no sea
El repaso que pudimos hacer a las características de la Xbox Series X dejan claro que a esta consola será difícil ponerla en aprietos. Con 12 TFLOPS de potencia gráfica, una CPU octa-core a casi 4 GHz y esa unidad SSD ultrarrápida parece claro que el margen de maniobra para los desarrolladores de videojuegos es muy amplio.
De hecho la promesa de Microsoft es clara en este sentido: el juego en 4K a 60 FPS será la norma, no la excecpción, y de hecho la intención es llegar a los 120 fps para juego competitivo.
El soporte de aceleración hardware para raytracing y esa mejora de la latencia que Microsoft persigue con distintas mejoras técnicas son cambios que influirán en esa experiencia de juego, pero es probable que entre las grandes diferencias frente a generaciones anteriores esté el hecho de que la unidad SSD planteará tiempos de lanzamiento y carga de videojuegos realmente reducidos.
Todas esas ventajas están totalmente orientadas a los videojuegos, sin duda, pero toda esa potencia quizás también podría ser aprovechada de otro modo: ¿y si la Xbox Series X pudiera usarse como un PC de sobremesa?
Mi PC es (o podría ser) una consola
Con la Xbox One hubo cierto acercamiento a esa posibilidad. Microsoft y su intento de crear una gran plataforma única y universal permitió que desde hace años tengamos acceso a un navegador como Edge en la Xbox One y también a algunas aplicaciones destacables.
Es cierto que muchas de ellas están orientadas al ámbito de los contenidos: el cliente de Netflix se une a versiones específicas para la Xbox One de aplicaciones tan famosas como VLC o Kodi.
No hay por ejemplo acceso a una suite ofimática al uso, pero tanto en este como en otros apartados siempre podríamos recurrir a los servicios y aplicaciones web.
Office 365 o Google Docs son una opción para este caso, y aunque la productividad pudiera ser lógicamente más limitada que en un PC convencional, el navegador se ha convertido para muchos en la aplicación más relevante de sus equipos, y muchas de las cosas que hacemos a diario se hacen dentro del navegador. Google lo sabe, y precisamente creó Chrome OS y sus Chromebooks con esa idea.
A ese elemento se le une otro que prometía mucho y que se ha quedado algo abandonado. El llamativo soporte para ratón y teclado que Microsoft añadió a las Xbox One hace más de un año permite que varios juegos (sobre todo FPS) puedan jugarse de este modo, pero la opción no planteó cambios a la hora de sacar más provecho a las aplicaciones UWP (y eso que hay unas cuantas) como Edge.
Sin embargo, ni el Dashboard de la Xbox One actual ni esas aplicaciones aprovechan esa potencia. Sí es posible disfrutar de atajos de teclado que permiten moverse por el escritorio en lugar de hacerlo con el mando, pero parece claro que Microsoft no tiene ningún interés (al menos, hasta ahora) para plantear esa opción.
Xbox Series X... ¿Dual Book Edition?
La hipótesis que planteamos es que Microsoft ofreciera la Xbox Series X, pero con una especie de arranque dual. Por un lado, el normal de la consola, con su escritorio y sus juegos.
Pero por el otro estaríamos accediendo a una partición de sistema de Windows 10 completamente funcional, con controladores de ratón y teclado así como controladores para el resto de componentes hardware de la Xbox Series X. La consola no solo parece un PC por su diseño: además podría comportarse como un PC.
Esa partición de Windows podría estar totalmente aislada de la de Xbox, aunque hay otras opciones como la virtualización que podrían plantear alternativas. De hecho esas tarjetas SSD externas que se pueden utilizar en la Xbox Series X también podrían ser otra vía de contar con ese arranque separado para convertir a la consola en un PC cuando lo necesitásemos.
Lo que parece evidente es que estamos ante componentes que podrían formar parte de cualquier PC con Windows convencional, y que por tanto podrían hacer que los usuarios no solo jugaran con su Xbox Series X, sino que también la utilizaran como PC de sobremesa.
A Microsoft no le interesa esa opción (o quizás sí)
El problema con esa idea es que desviaría la atención de la Xbox Series X a un terreno que a Microsoft parece no interesarle. Aún no se conoce el precio de venta al que saldrá la Xbox Series X, pero con esas especificaciones parece difícil que baje de los 600 euros.
Aun costando esos 600 o 700 euros, la consola es una ganga en cuanto a su relación precio/prestaciones. Construir un PC con una potencia similar sale ahora mismo mucho más caro, y el dato clave lo tenemos en la tarjeta gráfica. Una tarjeta gráfica NVIDIA GeForce RTX 2080 con 8 GB de memoria GDDR6 ronda hoy en día los 750 euros por sí sola, y ofrece 11 TFLOPS de potencia. La gráfica de la Xbox Series X ofrecerá 12 TFLOPS, y aunque comparar ese número a secas no es lo ideal —aquí influyen otros parámetros, como las arquitecturas de NVIDIA y AMD—, el dato es desde luego contundente.
El enfoque de Microsoft es el de convertir a la consola en una vía de que los usuarios compren juegos y, sobre todo, se suscriban a sus servicios. Con ese "modo PC" se sumaría además otra potencial desventaja —o quizás no—: que en esa sesión de Windows 10 cualquier usuario podría además instalar por ejemplo juegos de Steam u otras tiendas que no están disponibles para la Xbox Series X y jugar a ellos desde la consola reconvertida a PC.
Ese argumento haría que el equipo fuera también interesante para los gamers que se construyen sus PCs para jugar, por ejemplo, y que tendrían en esa consola "dual" una interesante alternativa si Microsoft la ofrece a un precio competitivo.
Es así como salen las cuentas, porque es probable que salvo sorpresa las Xbox Series X se vendan a un precio con el que Microsoft perderá dinero. Sin embargo las suscripciones a Xbox Live y a Game Pass plantean una fuente de ingresos recurrente que haría que ese aumento del número de usuarios compense a medio y sobre todo a largo plazo.
Poner a la venta una consola que además pudiera comportarse como un PC no sería probablemente interesante en el ámbito económico para Microsoft.
No solo está el hecho de que le haría la competencia a sus socios en este segmento (los fabricantes de PCs y portátiles), sino que un PC con la configuración de la consola y a ese precio sería demasiado atractivo: muchos lo comprarían para usarlo como PC sin más, y eso significaría que el propósito final de la consola —un vehículo para vender servicios— se vería comprometido.
A no ser, claro, que Microsoft ofreciese esa edición con arranque dual o con algún modo alternativo de funcionar en "modo PC", pero incrementando el precio de la consola en ese caso de forma notable. Esa alternativa podría convertir a Microsoft en una interesante alternativa a los PCs tradicionales y sumar sus "consolas con modo PC" en un elemento más de su familia Surface de portátiles y convertibles.
La idea es desde luego inevitable, pero mucho nos tememos que es solo eso, una idea: no parece probable que Microsoft vaya a dar ese paso en el futuro, pero lo cierto es que contar con una Xbox Series X con ese "modo PC" sería fantástico para muchos usuarios. Yo, desde luego, me apuntaría.