Llevo cuatro años utilizando el mando Elite original de Xbox One, así que podría decirse que la llegada de una segunda versión es algo que me entusiasmó bastante. Del cielo al infierno en cuestión de segundos, justo lo que tardó Microsoft en desvelar el precio al que llegaría el Xbox One Elite Controller Series 2.
180 euros -algo menos si optas por otras tiendas que no sean la oficial- dan para pensarse dos y tres veces si realmente el salto merece la pena. No sólo desde un mando común a un Elite 2, también desde un Elite original que, al menos en mi caso, hace meses que empezó a flaquear. ¿Merece realmente la pena?
Un mando no apto para todos los públicos
Vaya por delante que no estamos hablando de una opción más. Si lo tuyo es jugar de forma esporádica y te tiran más las aventuras que el multijugador competitivo, puedes aprovechar las posibilidades del mando Elite 2 igual que cualquier otro mortal, pero no es su objetivo.
Pensado para convertirse en la herramienta de trabajo preferida de jugadores esport o aspirantes a barrer oponentes en cualquier multijugador online, el mando Elite 2 cumple a la perfección con lo que promete: ofrecerte todo lo necesario para poder estar un escalón por encima cuando toca disparar esa última bala o gestionar la estrategia de tu equipo sin tener que desplazar tus dedos de su posición.
No es el único mando profesional del mercado que se acerque a esa idea, pero bastan apenas unas horas con él en las manos para comprobar que, sin lugar a dudas, sí es la mejor opción. Justo el tiempo que tardé en quedar prendado del trabajo que hay detrás de esta actualización y todas las posibilidades que ofrece.
Comodidad y diseño sin rival
Aunque luego hablaremos de ello en profundidad, debo reconocer que las palancas traseras no son la razón por la que he estado durante estos últimos años pegado a un mismo mando, ya fuese para jugar en Xbox One o para hacerlo en PC. La comodidad, heredada del mando tradicional de Xbox One, se ampliaba con creces en el primer Elite y, como no podía ser de otra forma, vuelve a tocar el cielo en esta segunda edición.
El Elite 2 es un mando robusto y pesado, lo suficiente para que en manos de otro pueda parecer incómodo pero que en las mías sea gloria bendita. El peso y la ergonomía, precisamente, han sido las razones por las que siempre he preferido el mando de Xbox 360 o Xbox One a los pad de Sony en las dos últimas generaciones.
Los brazos del Elite 2 vuelven a apostar por una banda rugosa que mejora el tacto y evitan que se deslice. Un añadido que en el caso del prime Elite se limitaba a la parte de atrás pero que en esta ocasión abraza también la parte delantera. La rugosidad salta aquí también a los gatillos, aunque en este caso parece más un detalle estético que un elemento realmente apreciable mientras juegas.
Los cambios de control frente a la primera versión
Todo esto está muy bien, claro, ¿pero qué diferencia realmente un mando normal de un mando como el Elite 2? El tacto de los botones, la posibilidad de cambiar las setas de los josytick o el estilo de la cruceta es lo primero que salta a la vista al abrir el estuche en el que viene protegido el mando.
Como ya ocurría en el primer Elite contamos con dos setas de estilo más tradicional, otras dos similares al diseño que tenían los mandos de Xbox 360, una en forma de cúpula y un último tradicional con un cuerpo algo más alto. Todos ellos imantados pero con una fuerza algo menor de la que ofrecía el primer Elite.
La principal razón para ese ligero pero apreciable cambio está en otra de las grandes novedades de sus joystick, la posibilidad de utilizar una pequeña llave para modificar la presión necesaria a la hora de moverlo. A la leve, la que encontramos en cualquier mando de Xbox One, hay que sumarle una mucho más dura y otra con un punto intermedio que, en mi caso, ha sido constantemente la mejor opción.
Palancas adicionales para una mejor experiencia
Además de los clásicos botones de acción, menú, opciones y el del logo de Xbox -esta vez con un click de menor recorrido pero más satisfactorio-, hay que sumar aquí una cruceta intercambiable que no innova demasiado respecto a la versión anterior y un selector de perfiles sobre el que ahondaremos más adelante.
Saltando a la parte trasera la cosa empieza a ponerse interesante. Por un lado tenemos los huecos en los que incluir las palancas que nos servirán de botones adicionales asignables. Por el otro el selector de profundidad para los gatillos.
La idea también es heredada del primer Elite, pero mientras que allí teníamos dos puntos para limitar el recorrido, aquí contamos con tres opciones distintas. La última de ellas, la novedad en el Elite 2, la posibilidad de limitar al máximo el descenso del gatillo para dejarlo en un punto más cercano al de un botón que al de un gatillo en sí mismo.
Mucho más que botones personalizables
Sobra decir que funciona a las mil maravillas y que, al menos a la hora de marcar la diferencia en un shooter, el hecho de tener el tiro a una pulsación de botón es tremendamente útil. Digamos que no va a convertir a un mal jugador en uno bueno, pero si uno de estos últimos se cruza con otro que tenga su misma habilidad, el que posea un mando Elite 2 en ese enfrentamiento tiene muchas papeletas para salir victorioso.
La gran baza que juega el Elite 2 más allá de los materiales y las ideas implementadas está en el software de Xbox One y la aplicación Xbox de PC. Desde Accesorios de Xbox puedes personalizar hasta la extenuación el mando, y no sólo remapeando botones o eligiendo qué acciones comunes activarán las palancas traseras.
El gran añadido de esta edición es poder convertir cualquier botón en una acción propia de la consola como abrir la lista de logros, tomar una captura o iniciar una retransmisión. Una vez más es uno de esos casos en los que el usuario de a pie puede verlo como una nimiedad, pero el profesional que pasa gran parte del tiempo con un mando en las manos encontrará en ello un regalo para su productividad.
Con cuatro perfiles programables entre los que cambiar a placer a nuestro gusto pulsando el botón de la parte frontal, el carrusel de opciones de personalización se cierra con la posibilidad de asignar una tecla mayúscula a cualquiera de los botones o gatillos.
Manteniendo pulsado ese botón mayúscula accederemos a una opción secundaria a elegir desde el panel de configuración, consiguiendo así que una de las palancas trasera pueda ser el salto o, si mantenemos la mayúscula pulsada, que la misma palanca acciones el acceso al inventario.
Xbox One Elite Series 2, la opinión de Xataka
Con la única duda de cómo su batería integrada se mantiene con el paso del tiempo -en esta ocasión no admite reemplazo o cambiarla por un par de pilas-, la suma de posibilidades se completa con el salto a la entrada USB-C y la inclusión de una base de carga sobre la que el mando puede descansar entre partida y partida. Dos razones adicionales que también invitan a mirar con ojos tiernos la compra del Elite 2.
Con todo eso sobre la mesa no puedo evitar reconocer que saltar a un mando como este es casi tan complicado como volver a uno normal después de haberlo probado. Cuesta acostumbrarse a todas sus opciones, sí, pero una vez te has hecho a ello te das cuenta de hasta qué punto un mando puede cambiar una experiencia de juego como la del reciente Call of Duty: Modern Warfare, FIFA 20 o incluso Fortnite.
Su precio no pone nada fácil la decisión, pero una vez experimentas todo lo que tiene que ofrecerte, entiendes mejor por qué a mandos como el Elite 2 se les concede la categoría de producto premium. Si buscas algo así, no se me ocurre una mejor opción que el Xbox One Elite Controller Series 2.
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