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The Legend of Zelda: Link’s Awakening, análisis: el Zelda que lo cambió todo vuelve con un remake imprescindible

No hay Zelda, ni castillo de Hyrule, ni Ganondorf, pero sí aparecen otros personajes de Nintendo como Yoshi o los míticos Goombas. ‘The Legend of Zelda: Link’s Awakening’ es, más que ningún otro, un Zelda atípico. Una aventura que por primera vez en la saga plantearía una sólida narrativa que, para más inri, estaría inspirada en el Twin Peaks de David Lynch.

La inesperada marcianada para Game Boy no sólo se convirtió en un rotundo éxito, también sirvió para asentar las bases de todo lo que vendría después en la franquicia. Ahora Nintendo recupera esa genialidad y la adapta en un remake para Switch. 26 años después, ‘The Legend of Zelda: Link’s Awakening’ vuelve a ser un juegazo.

El Zelda que lo cambió todo

Por aquello de ser Mega Drive una consola algo más popular (llegó a tener más del 50% del parque de consolas), para muchos nuestro primer acercamiento a Nintendo fue a través de Game Boy y, por ende, a ‘The Legend of Zelda’ a través de ‘The Legend of Zelda: Link’s Awakening’.

Con él no nos enfrentábamos al juego más laureado hasta ese momento, pero sí tendríamos la suerte de plantarnos ante la cara más evolucionada de la saga. ‘The Legend of Zelda: Link’s Awakening’ es, hablando claro, el juego que acaba de sentar las bases de todo lo que viviríamos después.

Gran parte de lo que hemos visto en juegos posteriores nace precisamente de ese punto. Desde los coleccionables hasta los intercambios -un sistema de trueque que empieza con un objeto y acaba con un regalo muy especial- pasando también por las ayudas por parte de personajes, los minijuegos, el diseño de puzles dentro de las mazmorras e incluso la ocarina.

Con un panorama así parece lógico que un juego pequeño pero de gran importancia fuese el elegido por Nintendo para encarar su remake más ambicioso hasta la fecha. ‘The Legend of Zelda: Link’s Awakening’ es un calco de lo visto en Game Boy en 1993, pero con todo lo necesario para que volver a tenerlo y rejugarlo ahora sea tan emocionante e imprescindible como el primer día.

Una aventura tan atípica como imprescindible

Con la llegada de Link a una isla misteriosa da comienzo una aventura en la que nuestro principal objetivo será despertar al Pez del Viento para poder salir de allí. La excusa perfecta perfecta para entregarnos un mapeado cargado de poblados y distintos biomas en el que los personajes estrafalarios y las mazmorras plagadas de llaves y secretos son el principal reclamo.

Por lo general cada nueva mazmorra nos entregará un objeto que servirá para superar aquellas zonas que antes eran intransitables. Por ejemplo una pluma que nos permitirá saltar los huecos que antes nos lanzaban al vacío o un brazalete con el que levantar las rocas que frenaban nuestro avance. Ello supone tener total libertad para explorar la isla, siendo esos obstáculos los únicos que en cierto sentido guían un poco nuestro camino.

Por supuesto también lo haremos acompañados de nuestras armas favoritas, primero con el escudo y la espada, luego a base de bombas, el arco o el mítico boomerang. El combate se mantiene exactamente igual que en la entrega de Game Boy, pero se le dá algo más de profundidad al introducir el parry con el escudo. Si un enemigo protegido nos ataca, deberemos frenarlo primero para desestabilizarlo y atacar después.

Pese a que se agradece el añadido la mayoría de los combates son tan sosos como en la época pero, por suerte, los jefes de mazmorra son igual de inteligentes y espectaculares. En su totalidad, pero especialmente en este punto, ‘The Legend of Zelda: Link’s Awakening’ es como una lección de historia en la que puedes ver muchas de las mecánicas y rutinas de ataque que luego veríamos en infinidad de otros juegos.

Historia del videojuego

Precisamente por esa atención al detalle a la hora de aportar variedad a cada reto, es fácil ver a ‘The Legend of Zelda: Link’s Awakening’ un juego más introductorio que nostálgico. Un título perfectamente asequible para que, más allá de que los adultos revivamos o experimentemos por primera vez esta aventura, sirva a los más pequeños de puerta de entrada a los juegos de rol y acción.

Es un juego que requiere exploración, fomenta la orientación y la memoria a la hora de saber qué debes hacer en cada momento o qué te pidió X personaje hace un rato. Me parece un ejercicio fantástico de aprendizaje del lenguaje del videojuego que, sin duda alguna, debería ser el regalo estrella de las próximas navidades.

Los infinitos paseos y conversaciones se alivian aquí un poco con un diario que va guardando las conversaciones mantenidas para que no tengamos que recurrir siempre a la memoria o repetir conversaciones, pero no es la novedad más destacada con respecto a la entrega original.

Ese mérito va para el sistema de uso de objetos. Un completo repaso al sistema de intercambio de objetos que en esta ocasión nos permite mapear dos de ellos en vez de tener que estar lidiando con la gestión del menú como hacíamos antaño. Es lo que tiene gozar de seis botones en vez de sólo dos.

Un remake con mucho más que nuevos gráficos

Más allá de su espectacular aspecto gráfico, una auténtica gozada que le da aún más empaque a su ambientación y transforma a sus personajes en una suerte de mezcla entre Funko y Pinypon, la llegada a Switch supone también una nueva forma de utilizar las cinemáticas y los juegos de cámara que, pese a su sutileza, resultan tremendamente emocionantes para el que recuerda cómo era aquella primera versión.

Y como no sólo de polígonos bonitos vive un juego, pese a ser bastante continuista en su planteamiento sí se permite introducir nuevos detalles como más coleccionables ocultos, más plataformas de teletransporte para movernos por el mapa con agilidad y, la gran estrella de esta edición, la posibilidad de crear nuestras propias mazmorras y compartirlas con amigos.

Como una suerte de ‘Super Mario Maker’, aquellas salas que hayamos recorrido en las mazmorras reales servirán como inspiración para crear nuestra propia mazmorra. Un agradecido añadido que añade algo más de longitud a un juego que, por otro lado, no es en absoluto un paseo corto.

Teniendo en cuenta las idas y venidas y la necesidad de encontrar siempre el camino correcto o la forma de resolver un puzle -a veces incluso tener que acabar con monstruos en un orden concreto para conseguir la llave que necesitamos-, la historia principal puede irse hasta las 15 o 20 horas. Sobre todo si también apuntamos a conseguirlo todo.

Un juego que recordaremos para siempre

Por todo ello, ‘The Legend of Zelda: Link’s Awakening’ para Nintendo Switch es un juego aún más espectacular de lo que llegó a serlo en su día. Detrás de él hay un trabajo fantástico de restauración y reformulación que deriva en una versión aún más afinada que la original.

Un juego fantástico para todas las edades que sirve, a su vez, como mirada al pasado y diccionario para entender nuestro presente. Un juego que ya era imprescindible en su día y que después de más de 25 años demuestra haberse mantenido en muy buena forma. Desde luego algo que no todos los remakes pueden afirmar.

Como una suerte de diorama de simpáticos muñecos, Nintendo vuelve a demostrar cómo su mano sabe aunar lo infantil y lo adulto con una facilidad pasmosa. Una genialidad que, especialmente por lo divertido que resulta y los giros de su historia, convierte a ‘The Legend of Zelda: Link’s Awakening’ en uno de esos videojuegos que, irremediablemente, muchos recordarán para siempre.

El juego ha sido cedido para la prueba por parte de Nintendo. Puedes consultar nuestra política de relaciones con empresas.

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