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Hemos puesto a un arqueólogo a jugar al 'Dawn of Man': mitos y realidades de un juego que nos ha dejado de piedra (pulida)

Esta historia comienza hace 250.000 años en algún lugar del Cuerno de África. Eran poco más que simios agrupados en bandas y armados con toscas herramientas de piedra tallada, pero estaban destinados a tener un poder inmenso sobre la faz de la Tierra. Hoy nos acercamos a la gran historia de la humanidad de la forma más xatakera que se nos puede ocurrir: con un videojuego. Bienvenidos a 'Dawn of Man'.

Y para ello, hemos hablado con Rodrigo Villalobos, un arqueólogo especializado precisamente en la transición del neolítico a las edades de los metales justo las épocas que atravesamos en el juego. Es más, no solo hemos hablado con él, lo hemos puesto a jugar con 'Dawn of Man' para ver si es bronce todo lo que reluce en este juego ambientado en plena prehistoria.

¿Un juego sobre la prehistoria?

Ser un partisano en plena Segunda Guerra Mundial; liderar la exploración y conquista de América o iniciarte en los misterios (y los invents) de la secta de los hashashins. Los videojuegos no solo se han convertido en una de las industrias creativas más importantes del mundo, sino que nos están permitiendo meternos en el pellejo de miles de personajes en cientos de épocas distintas.

Durante décadas, los desarrolladores han sabido entender como nadie la fascinación por la Antigua Roma, por las invasiones vikingas o, qué sé yo, por la Revolución Francesa. Los videojuegos históricos han estado siempre entre los más populares. Pero lo que muy poca gente se esperaba es que un ‘city-builder’ ambientado en la prehistoria fuera a explotar en Steam y consiguiera tenernos a todos hablando de hachas de sílex, la metalurgia del hierro o el fascinante mundo del menhir.

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Y, sin embargo, 'Dawn of Man' lo ha conseguido: en este juego nos ponemos a los mandos de un pequeño asentamiento del paleolítico superior con la idea de llevarlo hasta la edad de hierro, es decir: al momento exacto donde, de la mano de un escriba despistado, nació eso que llamamos Historia.

Contra todo pronóstico, Dawn of Man consigue hacernos entender que ese viaje que va desde las primeras bandas de cazadores y recolectores hasta las grandes sociedades agrícolas es uno de los viajes tecnológicos, sociales e incluso mentales más fascinantes que podríamos contar. Y, precisamente ahí, cuando Villalobos nos explica que hay mucho que contar.

En ese sentido, 'Dawn of Man' acierta en su retrato de la prehistoria europea (aunque no en la americana, por ejemplo). Las tecnologías, los animales, las prácticas culturales encajan muy bien con lo que sabemos sobre aquellas comunidades. Es cierto que hay fallos claros como la religión, los ritos funerarios o el comercio, pero son peccata minuta comparado con el nivel de detalle y realismo que despliega el juego.

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