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La CPU de PS4 Pro y Xbox One X ha sido superada por la de Subor Z+, la consola china que nos recuerda que no importa solo la GPU

A PlayStation 4 Pro y Xbox One X les ha salido un rival inesperado. Hace unos días AMD y la compañía china ZhongShan Subor presentaron Subor Z+, una nueva consola de videojuegos de última generación que aspira a hacerse con una porción de este suculento mercado. Es evidente que es muy difícil que un recién llegado consiga intimidar mínimamente a PS4, Xbox One y Switch, pero esta consola china tiene algunas características interesantes a las que merece la pena que prestemos atención.

Si nos ceñimos a su impacto y relevancia fuera de China, y previsiblemente también a su catálogo, parece casi imposible que Subor Z+ consiga estar a la altura de las máquinas de Nintendo, Sony y Microsoft. Sin embargo, una parte del interés de esta consola desde un punto de vista técnico reside en que en su diseño también han participado los ingenieros de AMD, lo que sitúa a su hardware a un nivel bastante parejo al de PS4 Pro y Xbox One X. Pero hay un apartado importante en el que las supera a ambas: la CPU.

No solo importan la GPU y los TFLOPS: la CPU también es crucial

Al igual que PS4 Pro y Xbox One X, que son las consolas más potentes que tienen actualmente Sony y Microsoft, Subor Z+ cuenta con un SoC diseñado a la medida por AMD para la compañía china ZhongShan Subor. Este chip incorpora cuatro núcleos Ryzen capaces de trabajar a una frecuencia de reloj de 3 GHz y una lógica gráfica Radeon Vega con 24 unidades de procesado que trabajan a 1,3 GHz.

Sobre el papel, las especificaciones de esta máquina nos anticipan que tiene una capacidad de procesado gráfico de 4 TFLOPS, lo que en este ámbito la coloca a «un tiro de piedra» de PS4 Pro, que tiene 4,2 TFLOPS, y a cierta distancia de Xbox One X y sus 6 TFLOPS. Lo interesante es que si nos ceñimos a su CPU, Subor Z+ aventaja tanto a PS4 Pro como a Xbox One X.

La consola china va a llegar al mercado en el mejor de los casos cinco años más tarde que las versiones originales de las máquinas de Microsoft y Sony, y, desde el punto de vista del desarrollo tecnológico, es mucho tiempo. La CPU de Subor Z+, como os he adelantado en el párrafo anterior, incorpora 4 núcleos Ryzen a 3 GHz con capacidad para procesar hasta 8 hilos de ejecución (threads).

Los TFLOPS no lo son todo, pero nos permiten hacernos una idea de la potencia gráfica de una consola. Subor Z+ tiene 4 TFLOPS, PS4 Pro cuenta con 4,2 TFLOPS y Xbox One X alcanza los 6 TFLOPS

Sin embargo, PS4 Pro y Xbox One X tienen dos CPU con microarquitectura «Jaguar», que es mucho más antigua que la microarquitectura Zen utilizada en el SoC de Subor Z+, lo que provoca que su rendimiento sea sensiblemente inferior. Tanto Sony como Microsoft aprovecharon el lanzamiento de sus PS4 Pro y Xbox One X para utilizar los TFLOPS como «arma arrojadiza» y defender el potencial de sus máquinas. Sin duda, es un parámetro interesante, e importante, pero no es el único que refleja la capacidad de estas máquinas.

El propósito de este artículo no es indagar en los detalles de la microarquitectura de la CPU de estas consolas, y tampoco en las características de la GPU o la memoria, pero merece la pena que nos detengamos brevemente para hacer una reflexión: en cierta medida el componente responsable de que PS4 Pro y Xbox One X no nos ofrezcan esa «experiencia 4K pura» en todos los juegos que de alguna manera Sony y Microsoft nos «vendieron» es la CPU de estas consolas.

Idealmente una consola preparada para ofrecernos una experiencia óptima a 4K UHD debería permitirnos disfrutar la mayor parte de los títulos con esta resolución, un acabado gráfico a la altura y una cadencia de imágenes por segundo sostenida de al menos 60 FPS. Si somos estrictos, Xbox One X es claramente más capaz que PS4 Pro gracias, sobre todo, a la mayor potencia de su GPU, pero ambas máquinas están muy lejos de ofrecernos esa experiencia con la mayor parte de su catálogo.

Para alcanzar este objetivo, las dos necesitarían una GPU más potente, pero también una CPU mucho más capaz. Este último componente debe ser capaz de «alimentar» a la lógica gráfica con absoluta solvencia, sobre todo si queremos alcanzar una tasa de imágenes por segundo elevada y estable. Y, curiosamente, si comparamos el hardware de PS4 y Xbox One con el de PS4 Pro y Xbox One X comprobaremos que la GPU de ambas consolas ha mejorado mucho, pero la CPU solo ha mejorado de una forma muy tímida, lo que limita claramente el rendimiento global que vamos a obtener del tándem CPU+GPU, algo que apuntaron hace meses algunos desarrolladores de videojuegos.

Esta es la razón por la que Microsoft y Sony han mantenido la CPU: la compatibilidad

Llegados a este punto parece muy razonable preguntarse por qué ni Sony ni Microsoft han actualizado la CPU de PS4 Pro y Xbox One X con la misma ambición con la que han «refrescado» la GPU de estas consolas frente a los modelos originales. La respuesta es contundente: no podían hacerlo. La CPU de sus consolas más potentes apenas es un poco más rápida que la de los modelos originales y su microarquitectura es exactamente la misma porque era imprescindible que fuesen totalmente compatibles con los juegos de PS4 y Xbox One.

Mantener la microarquitectura de la CPU permite asegurar la compatibilidad con los juegos de PS4 y Xbox One

Optar por una CPU más potente y con una microarquitectura más capaz, como, por ejemplo, Zen, que es la utilizada en la consola china Subor Z+, habría provocado problemas de compatibilidad muy graves con el parque de juegos existente. Y, además, habría requerido que los programadores lanzasen dos versiones de sus títulos: una para los modelos originales de las consolas (PS4 y Xbox One), y otra para los más potentes (PS4 Pro y Xbox One X). Es evidente que ni los desarrolladores ni los usuarios habríamos aceptado esta estrategia de buena gana.

Esto es lo que podemos esperar de las próximas PlayStation y Xbox

Aunque oficialmente aún no sabemos apenas nada de las próximas consolas de Microsoft y Sony, podemos estar seguros de una cosa: no solo incorporarán una GPU más avanzada que las de PS4 Pro y Xbox One X, sino también una CPU mucho más capaz que la de estas máquinas. De ello depende en gran medida que nos ofrezcan una experiencia sólida a resolución 4K UHD y que se produzca un desarrollo gráfico global notable frente a sus predecesoras.

Si tanto Microsoft como Sony siguen apostando por trabajar junto a AMD, que actualmente parece lo más probable, es razonable pensar que sus CPU, aunque serán versiones personalizadas, podrían ser similares a las de los chips Ryzen actuales. Y, por tanto, su microarquitectura sería similar a la Zen+ que usan los procesadores Ryzen 5 y 7. Incluso cabe la posibilidad (no hay razón alguna para descartarla) de que herede características de la microarquitectura Zen 2 que, según Lisa Su, la presidenta ejecutiva de AMD, llegará en 2019.

Las próximas consolas de Microsoft y Sony serán mucho más potentes que las actuales, como corresponde a un cambio de generación. Pero, ¿realmente nos ofrecerán esa experiencia «4K pura» de la que hablábamos antes? Es imposible saberlo con certeza, pero si tomamos como referencia el precio de un PC capaz de renderizar un juego actual a resolución 4K UHD con una cadencia de imágenes sostenida superior a los 60 FPS, lo más probable es que no lo consigan. Al menos no con todo su catálogo.

Las próximas consolas de Sony y Microsoft estarán mejor preparadas para el juego en 4K UHD que las actuales, pero es probable que necesiten recurrir al checkerboarding para ofrecernos una cadencia de imágenes alta y estable

Una tarjeta gráfica con GPU GeForce GTX 1080, que es la mejor opción actualmente para jugar a 4K, ronda actualmente los 600 euros. Si a este precio añadimos el coste de la CPU, la memoria, el almacenamiento secundario y los demás componentes nos vamos mucho más allá de los 1.000 euros. Estos costes no pueden aplicarse directamente a las consolas porque Nintendo, Sony y Microsoft se benefician de unos precios mucho más reducidos gracias a su capacidad de comprar los componentes en grandes volúmenes.

Aun así, el precio es un factor que condiciona mucho el hardware de las consolas porque el mercado no parece preparado para asumir un coste que vaya más allá de los 400 euros de PS4 Pro, o los 500 euros de Xbox One X. Como recordaréis, PlayStation 3 salió a la venta por 600 euros y la propia Sony reconoció que había sido un error colocar su máquina en las tiendas a un precio tan elevado.

Si tuviese que «mojarme» y me viese obligado a hacer un pronóstico vaticinaría que las próximas consolas de Sony y Microsoft nos permitirán jugar a la mayor parte de su catálogo a resolución 4K UHD, pero con una cadencia de imágenes que oscilará en la órbita de los 30 FPS. Es posible que con algunos juegos con una carga gráfica moderada alcancen los 60 FPS, pero, honestamente, estoy convencido de que esta última cifra habitualmente solo será posible recurriendo a técnicas de escalado y checkerboarding (en este artículo os explicamos en qué consiste esta técnica). Afortunadamente, la jugabilidad tiene un impacto más claro en nuestra experiencia que los gráficos. ¿Qué opináis vosotros?

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