Señores pasajeros, lamentamos comunicarles que su vuelo se ha cancelado... ¿por el cambio climático?

Una y otra vez asistimos a noticias que nos hablan de un nuevo (y preocupante) récord de temperaturas máximas allá donde miramos. El cambio climático es real y es un peligro para todos, y entre los efectos colaterales de esa ascenso de temperaturas, uno incómodo para los que viajan en avión: esas altas temperaturas podrían provocar la cancelación de un gran número de vuelos.

Ocurría hace unos días en Phoenix, Arizona, donde se cancelaron 50 vuelos regionales debido a temperaturas que llegaron a los 48 °C (120 °F). Un estudio revela ahora que como esto siga así entre el 10 y el 30% de los aviones tendrán que liberar parte de su carga si quieren despegar en los momentos más calurosos del día.

Pistas de despegue más largas, una de las soluciones potenciales

La cancelación de vuelos de Phoenix no fue un caso aislado, pero pareció ser el detonante de un nuevo debate sobre el futuro inmediato de la aviación comercial, que podría verse muy afectada por ese aumento de temperaturas que estamos viviendo.

Un estudio de dos expertos de la Universidad de Columbia analizó el rendimiento de cinco aviones comerciales muy populares (Boeing 737-800 o Airbus A380 entre ellos) en 19 aeropuertos de todo el mundo y aplicó los modelos climáticos del World Climate Research Program. El resultado de su estudio era preocupante para ciertos aeropuertos, mientras que otros como Londres, París o el JFK de Nueva York parecían a salvo (de momento) de los efectos de este problema.

Sin embargo había un ejemplo claro del problema. Un Boeing 777-300 que quiera despegar en Dubai en el momento más caluroso del día podría tener restringida su carga a un 55%. Otros aeropuertos necesitarían alargar sus pistas de despegue, indicaron, pero en algunos casos como el de LaGuardia de Nueva York o el Reagan-National de Washington eso es inviable.

Un problema cada vez más preocupante

El problema no solo está en las pistas de despegue: las turbulencias en épocas calurosas podrían ser especialmente peligrosas en rutas transatlánticas, algo que pondría en riesgo a los pasajeros. Las soluciones pasan por hacer aviones más ligeros o diseñar alas especiales que generen una mayor sustentación.

Para los responsables del estudio, alargar las pistas de despegue o hacer esas mejoras técnicas en los aviones podría no servir para mucho: "incluso con esa adaptación, incluyendo mejores diseños de los aviones, el rendimiento del despegue será probablemente menor de lo que sería sin el cambio climático debido tanto a los efectos de la reducción en la densidad del aire y la degradación del rendimiento de los motores, y del empuje a altas temperaturas. Este hecho es cierto en todos los impactos climáticos: incluso si se pueden adaptar a ellos, siguen teniendo un coste".

El principio que se esconde tras esa preocupación es simple: el aire caliente es menos denso que el frío, así que cuanto más altas son las temeraturas, más rápido tiene que trasladarse un avión para conseguir elevarse. Pase lo que pase, parece que vamos a tener que abrocharnos los cinturones... en todos los sentidos.

Vía | Wired
En Xataka | "Tenemos tres años para actuar antes de que sea demasiado tarde": esta es la hoja de ruta para frenar el cambio climático

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