Las controvertidas acciones de Volkswagen respecto a las modificaciones fraudulentas, que se realizaron para hacer trampa en las pruebas de emisiones de gases, no terminan de aclararse y generan cada día nuevos descubrimientos. En una primera instancia se mencionó que las ilícitas modificaciones que habían hecho a las computadoras de varios modelos de vehículos se restringía únicamente a aquellos de combustión DIESEL; sin embargo en recientes investigaciones, los ingenieros de Volkswagen han confirmado que el problema se extiende también a varios modelos de automóviles de gasolina.
Según las investigaciones internas del fabricante aleman y algunos documentos que se han dejado ver al puúlico, las metas de la compañía para 2015 respecto a la reducción de la huella de carbono en un 30% mediante la disminución de los gases de combustión en sus nuevos modelos, puso en un predicamento a los ingenieros de la compañía, que bien sabían, era una meta prácticamente inalcanzable (al menos aparentemente según ellos, no legalmente).
Para alcanzar esas ambiciosas metas, los ingenieros de la compañía trabajaron en una forma de engañar las pruebas de emisión de gases que consistía en aumentar temporalmente la presión de las llantas y realizar una mezcla de gasolina y aceite de motor en las cámaras de combustión. Estos ajustes aparentemente ayudan a reducir los gases de escape durante las pruebas.
Volkswagen confirmó que aproximadamente 800.000 vehículos de gasolina vendidos en Europa se encuentran afectados por este fraudulento programa en sus computadoras abordo. Debido a ello, la gerencia de la compañía ha anunciado que va a pagar a las autoridades locales el excedente de impuestos por emisión de gases que los dueños de esos vehículos no han pagado y que a partir de ahora estarían obligados a pagar. Este compromiso obligaría a Volkswagen asumir por años esta carga fiscal hasta que todos estos vehículos salgan de circulación.
Algunas estimaciones preliminares indican que Volkswagen estaría enfrentando una deuda de aproximadamente 35 billones de euros repartidos entre demandas, impuestos y reparación de los vehículos afectados. Ello definitivamente pone un peso enorme sobre las finanzas de la empresa que de ser capaz de soportarlo, igualmente quedaría en una posición muy diferente a la que conocíamos hasta hoy.
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