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La norma de los polarizados: para las mujeres conductoras, no es una cuestión estética, sino de supervivencia

Es verdad: en las ciudades de Colombia, las autoridades te pueden multar por no cumplir con lo establecido por la resolución 3777 del 2003 del Ministerio de Transporte, que reglamenta el uso de vidrios polarizados en los vehículos.

Como también es verdad que los polarizados son usados por muchos conductores como una alternativa estética, al punto de que en algún momento llegaron a representar un estilo aspiracional. 

Pero una tercera verdad, mucho menos conocida, es que para muchos y, en especial, muchas, los vidrios polarizados son una forma de protección.

La ley 769 del 2002, el Código Nacional de Tránsito, estableció que conducir con vidrios polarizados, entintados u oscurecidos genera una sanción. 

La 3777 establece que, para los carros particulares, los vidrios laterales y el panorámico deben tener un 70 por ciento de transparencia y 30 de opacidad. En el caso del vidrio trasero, la norma dicta un 55 de transparencia y 45 de opacidad.

Si los vehículos incumplen con estos parámetros, la Policía de Tránsito podría sancionar al propietario con una multa que supera los 300 mil pesos. Eso sí, para que esta multa sea efectiva, las autoridades deberán contar con un medidor especial llamado luxómetro o fotómetro, que pueda comprobar la opacidad exacta del vidrio.

Un factor de protección

El asunto con los porcentajes que establece la ley es que no logran oscurecer por completo los vidrios, lo que permite que desde afuera se pueda ver a la persona que conduce e incluso qué cosas lleva sobre los asientos.

De nuevo, desde la perspectiva de una mujer conduciendo sola por una ciudad como Bogotá, es claro que usar vidrios polarizados con grados mayores de opacidad es una medida de protección frente a la mirada de potenciales atacantes que consideren que ese, una mujer conduciendo sola, es un blanco potencialmente atractivo.

Como lo sabe cualquiera que haya padecido un trancón bogotano, cualquier momento que implique detener el carro, sea un semáforo o un tramo particularmente congestionado, implica lidiar con la presencia frente a los vidrios de vendedores, peatones, motociclistas y limpiavidrios por enumerar apenas algunas posiblidades. 

Las mujeres conductoras sufrimos de acoso verbal y sexual, de persecuciones por parte de otros conductores, intimidación por parte de las personas en situación de calle que piden monedas o de ‘lavavidrios’ que nos consideran más ‘vulnerables’ o más ‘miedosas’. 

Pero lo que es mucho peor, también somos víctimas de la delincuencia común , que no duda en romper vidrios y amenazar nuestra integridad con piedras, palos y armas para que entreguemos nuestras cosas. Es innegable que la inseguridad es un flagelo que afecta tanto a hombres como mujeres, pero no muchos osarían negar que somos vistas como un ‘objetivo fácil’ por aquellos dedicados a cometer hechos delictivos.

Es por eso que la norma debería considerar la perspectiva femenina. Viajar con vidrios oscuros hace que la conducción sea más segura y tranquila. Muchos ciudadanos han optado por oscurecer sus vidrios como forma de protección de su vida y sus pertenencias y, más que los 347.000 pesos que contempla la norma, sería deseable aplicar, además de la norma, el sentido común.


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