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El Ekranoplan es el gigantesco avión ruso que estaba diseñado para "flotar" sobre el mar y que precisamente por eso fracasó

Muchas han sido las ideas que se han aplicado a la aviación militar para tratar de plantear nuevas soluciones, pero una de las más llamativas es la que la Unión Soviética aplicó en los llamados Ekranoplanos.

Estos gigantescos aviones no "volaban" como lo hacen los aviones normales. En lugar de eso básicamente flotaban sobre la superfice del mar, y lo hacían a velocidades excepcionales. El proyecto logró plantear diseños asombrosos, pero las desventajas eran tales que acabaron por hacer inviable su uso masivo.

La magia del efecto suelo

Los aerodeslizadores sirvieron de inspiración para el diseño del ingeniero ruso Rostislav Alexeyev, que durante la década de los 60 logró que su proyecto atrajera el interés (y dinero) de la Unión Soviética.

Aquellos diseños trasladaron el concepto de los aerodeslizadores para que se aprovechara el llamado "efecto suelo". A través de este fenómeno aerodinámico era posible que al alcanzar el avión suficiente velocidad, el diseño del mismo pudiera mantenerlo a poca altura del agua, como sustentado sobre un colchón de aire, pero alcanzando velocidades fantásticas.

Alexeyev desarrolló prototipos cada vez más grandes hasta llegar al monstruo de 265 toneladas llamado KM, y las ventajas teóricas eran desde luego llamativas: alta velocidad, prácticamente invisibles al radar e invisbles al sonar, evitaban las minas navales, y con una capacidad de transporte militar realmente destacable.

Ese avión podía viajar a 500 km/h y transportar una carga de hasta 600 toneladas. Tenía ocho motores en la parte frontal que permitían impulsarlo inicialmente a gran velocidad y otros dos en la trasera, situados en una gigantesca, cola, para luego mantener esa propulsión sin necesidad de los motores delanteros.

Llegan las malas noticias

Tras las primeras pruebas se vio que aquellos gigantes tenían problemas serios. Por ejemplo, su mantenimiento, con los motores continuamente afectados por el agua del mar y otros objetos que podían interferir en su operación.

No era un avión fácil de pilotar, y además necesitaba enormes distancias para girar. No podía tampoco funcionar en malas condiciones metereológicas, y básicamente era imposible utilizarlo en el océano debido al peligro de que acabase estrellándose ante olas más altas de las que podía superar.

Aquel desarrollo acabó siendo abandonado gradualmente. Para cuando se realizó el primer vuelo de prueba la Unión Soviética había cambiado de líder. Brezhnev no estaba dispuesto a asumir riesgos, y fue restando relevancia a Alexeyev, cuyo papel en el proyecto se vio limitado. A pesar de intentar llevar la idea a un avión menos ambicioso y más manejable, la idea siguió sin dar los resultados esperados.

Aun con la caída de Alexeyev y de su proyecto, hubo un último intento de lograr hacer que el proyecto tuviese éxito. El último de los modelos desarrollados fue el Ekranoplano de clase LUN, que aunque no era tan grande como el KM era también enorme y contaba con seis misiles anti-crucero que podían hacer blanco a 100 km de distancia. Aquel avión no pasó de ser un experimento y nunca entró en la fase operativa.

Otros países trataron de aplicar el concepto del efecto suelo a versiones propias del Ekranoplano, y de hecho la idea se ha barajado como posible alternativa de los vuelos transoceánicos si se lograsen superar los obstáculos del diseño que planteaba Alexeyev.

Curiosamente el modelo de clase LUN que se desarrolló para pruebas sigue existiendo, y recientemente un grupo de fotógrafos lograron acceso a este avión, que incluso lograron fotografiar por dentro antes de su supuesto traslado a un "parque patriótico" en la ciudad rusa de Derbent, donde estará en exposición permanente. Toda una joya de la aviación, sin duda.

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