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Los televisores gigantes son cada vez más baratos, pero piénsalo dos veces antes de comprar uno

Por supuesto que se entienden las ganas de comprarte un televisor de pantalla gigante. El mercado se ha llenado de opciones cada vez más grandes por precios más asequibles, por lo que no es extraño que nos pase por la mente la idea de comprar ese televisor que ocuparía casi toda la pared.

Sin duda quedará espectacular, pero antes de irse por el televisor de mayor diagonal que puedas pagar, tal vez convenga hacer una pausa y considerar varios aspectos adicionales, como por ejemplo el tamaño de la habitación donde lo vas a instalar, la distancia a la que te sentarás habitualmente y, sobre todo, el uso que le vas a dar.

Porque, incluso si dispones del espacio, no es lo mismo usarla para ver una película de vez en cuando que tenerla encendida día y noche con lo que sea que están pasando en televisión. Por años has creído que una tele más grande es, por definición, una tele mejor. Pero vamos a mostrarte que eso no es siempre así.

¿Qué problemas puede ocasionar un televisor demasiado grande?

1. Mayor consumo eléctrico

Uno de los factores que normalmente se dejan de lado a la hora de elegir televisor -y, si a eso vamos, a la hora de comprar cualquier electrodoméstico- es el consumo energético. La mayoría de los usuarios se fija en la resolución, el brillo, las funcionalidades, la tecnología del panel, pero no en si gasta más o menos vatios.

Y es un tema serio, porque es una característica determinante en el caso de que el televisor pase encendido muchas horas al día.

Si planeas usarlo, como hacen muchos, como "ruido de fondo", el tema del gasto podría ser la diferencia entre un aparato que cumpla tus expectativas y uno que dispare tu recibo de la luz.

Por eso no estar de más echar un vistazo a las especificaciones técnicas de los diferentes modelos para ver cuánto gastan, e incluso pasarnos a una tecnología más eficiente como OLED, que es más cara de entrada pero puede llegar a suponer un ahorro energético importante en el largo plazo.

En términos generales, pasar de una diagonal de 55 pulgadas a una de 75 pulgadas puede suponer cerca de un 70 por ciento más de consumo eléctrico. Si somos de los que encendemos la tele y la tenemos encendida durante 8 ó 10 horas, lo mejor es escoger un modelo con un tamaño moderado, ya que en dimensiones de más de 55 pulgadas el consumo eléctrico se dispara.

En los LCD más antiguas tenemos consumos que fácilmente superan los 200-250 vatios de media en tamaños de unas 50-55 pulgadas. Pero sin remontarnos mucho en el tiempo, con un televisor de gama media LCD-LED moderno, de los más populares, como el Sony XG95 tenemos un consumo estándar/máximo de 145/256 vatios en 55 pulgadas, cifra que asciende a 176/313 vatios en 65 pulgadas, 230/371 vatios en 75 pulgadas y que llega a los 282/438 vatios en el modelo de 85 pulgadas.

Si optamos por la tecnología OLED, el consumo desciende con respecto a LCD. Fabricantes como Samsung, incluso, han llevado el asunto a nuevos niveles de usabilidad y es así que en su más reciente serie, el usuario puede monitorear el consumo desde el modo AI Energy de la plataforma SmartThings, que incluso le recomienda formas para que sea más eficiente energéticamente y permite monitorear y administrar fácilmente el uso de energía no solo de sus televisores Samsung, sino de todo su hogar conectado.

2. Problemas de salud

Al mirar detenidamente a una pantalla de cine, los expertos recomiendan considerar un ángulo de visionado óptimo de 30 grados, en un intento por reducir el denominado como efecto "partido de tenis", en el que la audiencia está tan cerca de la pantalla que de hecho debe mover los ojos y la cabeza dependiendo del sector de la imagen que desea ver.

Para que no te pase eso con tu megatelevisor, contempla que la distancia mínima de visionado sea de tres veces la altura del televisor o 1,6 veces la diagonal de una pantalla con relación de aspecto 16:9.

Así, para distancias de menos de 2 metros sería recomendable un tamaño de hasta 50 pulgadas, las 55 pulgadas quedan reservadas para distancias de 2,1 metros, las 65 pulgadas son recomendables para unos 2,5 metros y si queremos meter 75 o más pulgadas deberíamos tener por lo menos 2,9 metros de distancia entre la pantalla y nuestra posición habitual en la sala.

Claro, hay excepciones, como cuando solo vamos a usar la tele para ver cine y no de forma diaria ni intensiva. En estos casos la distancia de visionado puede reducirse.

Pero si somos de usar la tele con frecuencia y no seguimos estas consideraciones optando por un modelo demasiado grande, a la larga podemos sufrir varios inconvenientes que degradarán nuestra experiencia de uso e incluso nuestra salud.

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