El despliegue que Samsung ha llevado a cabo en la edición de la feria ISE que se está celebrando actualmente en Ámsterdam (Holanda) es una clara declaración de intenciones. No es ni mucho menos la primera vez que la marca surcoreana exhibe dispositivos MicroLED. Nos sorprendió con esta tecnología en la edición de CES que se celebró en enero de 2018, y desde entonces esta innovación ha sido protagonista indiscutible de prácticamente todas las ferias y eventos en los que esta marca ha mostrado sus dispositivos de visualización.
Pero algo importante ha cambiado. Acabamos de regresar de ISE, que es una de las ferias de A/V con vocación profesional más relevantes del calendario, y allí no solo hemos podido ver el imponente despliegue de soluciones MicroLED que tiene preparado Samsung; también hemos sido testigos en primera línea de la madurez de esta tecnología. Y es que esta marca ya tiene preparados sus primeros paneles con un pixel pitch de 0,6 mm, lo que refleja que, ahora sí, los televisores MicroLED para el mercado de consumo parecen estar muy cerca.
‘The Wall’ no impresiona solo por su tamaño; también por sus especificaciones
Todas las fotografías que ilustran este artículo muestran ‘The Wall’, la gigantesca pantalla MicroLED con vocación profesional que está ayudando a Samsung a dar a conocer esta tecnología. Pero no es lo único que vimos en ISE. Los responsables de esta marca también nos enseñaron varios paneles más con unas dimensiones mucho más reducidas, y, lo que es más importante, con un pixel pitch de solo 0,6 mm. Este parámetro mide la distancia en milímetros que hay entre el centro geométrico de dos subpíxeles del panel que reproducen el mismo color primario. Lo ideal es que sea lo más reducido posible porque de esta forma la pantalla nos ofrecerá una resolución mayor y nuestra experiencia será más satisfactoria cuando la miramos a una distancia reducida.
Samsung ya tiene paneles MicroLED con un pixel pitch de tan solo 0,6 mm, un hito que marca un punto de inflexión en el desarrollo de esta tecnología
Los responsables de Samsung nos pidieron que no fotografiásemos estas últimas pantallas MicroLED, de ahí que no aparezcan en ninguna de las imágenes de este artículo, pero sin lugar a dudas son las soluciones más cercanas a los televisores con esta tecnología que llegarán a nuestras casas. ¿Cuándo lo harán? Samsung aún no ha anunciado una fecha concreta, pero si leemos entre líneas las declaraciones de algunos de sus directivos, y, sobre todo, si nos ceñimos al nivel de desarrollo en el que se encuentra actualmente esta tecnología, yo apostaría que los primeros televisores MicroLED domésticos llegarán a las tiendas en dos, o, como mucho, tres años.
Aunque, como hemos visto, la vocación de ‘The Wall’ es profesional y sus dimensiones exceden claramente las que suelen manejarse en una instalación doméstica, es un punto de partida perfecto para conocer con mucha precisión qué nos deparará esta tecnología cuando la tengamos en casa. Actualmente la versión más grande de esta pantalla MicroLED tiene 583 pulgadas, y Samsung ha confirmado que tanto esta como otras versiones con un tamaño más comedido ya están disponibles en todo el mundo para ser integradas en instalaciones profesionales. Durante 2020 también estarán disponibles revisiones de 219 y 292 pulgadas de ‘The Wall for business’, pero aún no sabemos cuánto costarán, aunque es evidente que exigirán un desembolso importante.
Ya conocemos el contexto en el que nos movemos, así que ahora os propongo que indaguemos en las cifras. La pantalla MicroLED que aparece en las fotografías de este artículo tiene resolución 8K nativa y mide 6,4 x 3,2 metros. En su implementación Samsung ha utilizado treinta y seis módulos MicroLED de 80 x 42 cm sin marcos, lo que nos permite intuir una de las grandes ventajas de esta tecnología: su enorme flexibilidad. Su diseño modular permite fabricar pantallas casi del tamaño que queramos y con la relación de aspecto que prefiramos, aunque, como es lógico, en un escenario de uso doméstico lo interesante es poder fabricar dispositivos con un tamaño manejable y relación de aspecto 16:9.
El pixel pitch de esta pantalla es 0,8 mm, por lo que no está muy lejos de los 0,6 mm de las pantallas MicroLED más avanzadas que tiene Samsung actualmente. Y su frecuencia de actualización es 120 Hz. Como veis, estas cifras pintan realmente bien, pero lo realmente impactante es verla en funcionamiento. Y es que la tecnología MicroLED nos propone una relación de contraste nativo similar a la de los paneles OLED debido a que cada diodo es autoemisivo (emite su propia luz), pero su capacidad de entrega de brillo es sensiblemente mayor que la de OLED. Además, los diodos LED que se utilizan en la fabricación de los módulos MicroLED son inorgánicos, por lo que son relativamente inmunes a la retención de imágenes en algunas zonas del panel a medio o largo plazo. De alguna forma MicroLED combina las características más atractivas de OLED y LCD, y, a la par, resuelve sus desventajas.
Todo esto sobre el papel pinta muy bien, pero podría quedar deslucido cuando te colocas delante de una pantalla MicroLED que tiene nada menos que 6,4 metros de base y ha sido instalada en un espacio intensamente iluminado. Afortunadamente, no es así. La relación de contraste de ‘The Wall’ es de las que quitan el hipo (podéis intuirlo con bastante claridad en algunas de las fotografías que ilustran este artículo). Realmente tienes la sensación de estar delante de una pantalla OLED porque los negros son absolutos y establecen un marco de referencia muy sólido que permite a los demás colores lucir como deben hacerlo. Y todo esto tiene mérito si no perdemos de vista las dimensiones que tiene la pantalla MicroLED y la gran cantidad de luz que hay en el espacio en el que está instalada.
El refresco nativo de esta pantalla es 120 Hz. En los vídeos de demostración que Samsung reprodujo en ella el movimiento era muy suave y absolutamente fluido
En lo que se refiere a la resolución y el nivel de detalle no tengo nada que objetar. Me parece cuando menos discutible que la resolución 8K realmente aporte valor frente a 4K UHD en televisores de menos de 75 pulgadas, pero en una pantalla con las dimensiones que tiene ‘The Wall’ creo que 8K es el camino a seguir. A un metro de distancia ya no podemos distinguir los píxeles, por lo que nuestra percepción de la nitidez y el detalle es muy convincente. Como he mencionado unas líneas más arriba el refresco nativo de esta pantalla es 120 Hz, y lo cierto es que en los vídeos de demostración que Samsung reprodujo en ella el movimiento era muy suave y absolutamente fluido. Me habría gustado tener la oportunidad de reproducir al menos uno de los vídeos que utilizo en mis pruebas porque son los que conozco a fondo, pero quizá se presente más adelante.
Lidiar con el calor es un reto, pero ya no es un problema
Hay un dato sobre el que intencionadamente no os he hablado en los párrafos anteriores con el propósito de hacerlo ahora: la capacidad de entrega de brillo. Esta pantalla MicroLED tiene una entrega de brillo típica de 600 nits, una cifra que no está pero que nada mal, pero lo realmente llamativo es que consigue entregar picos de hasta 2.000 nits en porciones concretas del panel. En este terreno supera a todos los televisores OLED, y también a buena parte de los LCD LED de última generación que podemos encontrar actualmente en las tiendas.
Esta capacidad de entrega de brillo tiene una consecuencia muy positiva: ‘The Wall’ no tiene ningún problema para reproducir contenidos HDR. Y, además, lucen de maravilla. Os sugiero que echéis un vistazo con cierta calma a las fotografías del agujero negro y el transbordador espacial que ilustran este artículo porque, aunque una imagen estática y comprimida de unos pocos centímetros no es tan impactante como una imagen en movimiento de varios cientos de pulgadas, puede ayudaros a intuir la calidad que tiene el HDR de esta pantalla MicroLED.
La electrónica de ‘The Wall’ es la responsable de administrar en tiempo real la capacidad de entrega de brillo de los diodos con un objetivo esencial: mantener bajo control la energía que disipan en forma de calor. Las víctimas de las altas temperaturas no son los propios diodos; son las soldaduras que los fijan al sustrato sobre el que están colocados. Y en una pantalla como esta es evidente que los diodos están colocados muy juntos, por lo que el área del panel que en un instante determinado está entregando un pico de brillo muy intenso podría alcanzar una temperatura relativamente alta. En estas condiciones las soldaduras de las que acabo de hablar podrían degradarse, pero un ingeniero de Samsung experto en tecnología MicroLED me aseguró que han resuelto este reto.
El 35% de la energía residual en forma de calor emitida por la pantalla se disipa hacia delante, y el 65% restante se disipa hacia atrás. Según este responsable de la marca surcoreana esta capacidad de transporte de energía calorífica asegura que las soldaduras no se degradarán, de forma que la vida útil de un panel MicroLED actualmente es equiparable a la de un panel LCD con retroiluminación LED: unos veinticinco años. Quizá durante los dos o tres años que posiblemente transcurrirán hasta que los primeros televisores MicroLED domésticos lleguen a las tiendas Samsung y las demás compañías que están trabajando con esta tecnología consigan dilatar aún más su vida útil. En cualquier caso, si esa longevidad refleja fielmente la realidad podríamos plantarnos aquí porque es poco probable que un usuario hoy en día aspire a utilizar un mismo televisor durante más de dos décadas y media.
Definitivamente MicroLED es la tecnología del futuro
Esta no ha sido nuestra primera toma de contacto con la tecnología MicroLED «en vivo», pero sí la más profunda. Y no nos ha defraudado. No lo ha hecho porque cuando estás delante de una pantalla que la utiliza realmente tienes la sensación de estar presenciando algo nuevo. Algo distinto. Algo que, efectivamente, reúne las cualidades de las pantallas OLED y LCD LED. La relación de contraste nativa de las primeras. Y la capacidad de entrega de brillo y la longevidad de las segundas. Además, como hemos visto, el pixel pitch ya permite fabricar dispositivos para espacios reducidos que van a ser observados desde distancias cortas. Y la resolución ya no es un problema.
No cabe duda de que la tecnología MicroLED es el camino a seguir, pero también podemos estar seguros de que cuando lleguen a las tiendas los primeros dispositivos con vocación doméstica lo harán a un precio elevado y con pulgadas generosas, probablemente en el orden de las 75 y 85 pulgadas en adelante. A partir de aquí, como en tantas otras ocasiones, entrará en acción la economía de escala para abaratar poco a poco la fabricación de estas pantallas, lo que tendrá un impacto a la baja en su precio. Esta tendencia irá de la mano de un desarrollo tecnológico que con toda seguridad permitirá a las marcas que están apostando por MicroLED reducir aún más el pixel pitch, y cuando esto suceda no tardaremos en ver televisores con esta tecnología por debajo de las 75 pulgadas. Hasta entonces lo único que podemos hacer es armarnos de paciencia. Y esperar.
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