Las tablets llevan tiempo de capa caída. Aquel bache del que nos hablaba Tim Cook demostraba ser mucho más importante de lo que parecía, y lo que es evidente es que otros dispositivos parecen haber comenzado a ser más interesantes para muchos usuarios.
Cuando el año pasado Apple no renovó su iPad Air 2 puede que cometiera un error táctico: en lugar de eso decidió apostar por dos dispositivos muy distintos. En primer lugar, por el iPad mini 4, y en segundo, por ese singular iPad Pro que planteaba un cambio de paradigma para Apple que parece no haber convencido a los usuarios de estos dispositivos. Al menos no de momento.
La desaceleración persiste para los iPad
La presentación de resultados dejó muchos datos interesantes, y aunque los protagonistas de esos resultados fueron los iPhone hubo también sitio para los resultados referentes a otras partes del negocio y entre ellas, cómo no, para los iPad.
Un breve repaso a las cifras de venta de los tablets de Apple deja claro que el mercado para este tipo de dispositivos ha ido declinando con el paso del tiempo de forma evidente. De los 21,4 millones que vendió en el cuarto trimestre de 2014 hemos pasado a los 16,1 millones del mismo periodo en 2015.
Las razones ya han sido analizadas: la aparición de los phablets y los ciclos de renovación más largos han hecho que este tipo de productos no hayan tenido el recorrido que los smartphones, pero es que hay otro factor más:
La propia Apple ha acabado canibalizando a sus tablets, como decía Benedict Evans, y lo ha hecho de una forma que como suele ocurrir supone un aumento de ingresos significativos. El precio medio de venta (ASP) de los iPad ha bajado mientras que el de los iPhone ha aumentado (como sus diagonales de pantalla), algo que aun a costa de vender menos tablets ha tenido un efecto claro en los ingresos (y márgenes) generados por los iPhone, que si eran importantes antes lo son aún más ahora.
El iPad Pro de momento no salva la situación
Cuando Apple presentó el iPad Pro lo hizo con una apuesta singular: la de convertir un producto que hasta entonces había servido eminentemente para consumir contenidos en un dispositivo para producirlos. Basar ese dispositivo en iOS 9 era interesante desde muchos puntos de vista, pero el resultado final no fue especialmente convincente, algo que no solo pudimos comprobar en nuestro análisis sino en nuestra experiencia con el dispositivo tras un mes de uso:
La propuesta de Apple parece el último cartucho de un mercado al que se le acaban las ideas: el concepto tablet sigue siendo válido en muchos ámbitos, seguro, pero los usuarios están más interesados por una nueva tendencia que también ataca frontalmente a estos dispositivos: la de los convertibles.
Tanto los tablets como los portátiles que adoptan ambas personalidades indistintamente se han combinado con los phablets para ofrecer una alternativa muy atractiva a los tablets originales. Si uno no quiere sacrificar productividad y poder acceder a la misma experiencia de usuario, lo tiene fácil.
En teoría el iPad Pro parecía una buena forma de impulsar de nuevo las ventas de este tipo de dispositivos, pero por el momento su impacto ha sido aparemente muy reducido. Las ventas de tablets no han sido en absoluto malas -ya querrían muchos vender 16 millones de dispositivos (cualquier dispositivo) en un trimestre-, pero el mercado esperaba aún más. De hecho las previsiones de los analistas en Wall Street eran de 18,2 millones de unidades.
Quizá el revulsivo no sea un nuevo iPad, sino iOS 10
Las ventas del iPad Pro se han visto condicionadas por diversos factores. El precio era desde luego uno de ellos, sobre todo cuando tenemos en cuenta que un iPad Pro cuesta 899 euros para el modelo de partida, a los que habría que sumar los 179 euros del Smart Keyboard y los 109 euros del Apple Pencil.
Esos 1.187 euros son un argumento difícil de defender cuando es posible comprar un MacBook Air por 1.099 euros y todo un MacBook Pro por 1.449 euros. Son propuestas sensiblemente distintas sobre todo por el sistema operativo que las gobierna, pero también porque mientras que en una lo táctil es protagonista en las otras lo táctil ni siquiera es una opción.
Sin embargo hay otro gran elemento que frena esa adopción: iOS 9 no está del todo preparado para que exprimamos el iPad Pro a gusto. A pesar de contar con un hardware extraordinario -el procesador A9X demuestra muchas cosas- el sistema operativo no dota al usuario de características realmente potentes en cuanto a la productividad se refiere.
Así pues, puede que el verdadero impulso que Apple dé a los tablets no se certifique con un nuevo modelo del iPad Air o con una revisión del iPad Pro. Puede que en la futura WWDC del mes de junio asistamos a la presentación de un iOS 10 que sí que ofrezca mucha mayor sintonía con un producto que se sitúa en la frontera del móvil y del escritorio y que como tal debe comportarse perfectamente en esos dos ámbitos. Es probable que estos próximos trimestres la caída del iPad se mantenga. Lo que pase tras WWDC será interesante, sin duda, y estaremos aquí para contároslo.
En Xataka | Cinco años después el iPad sigue siendo el rey de los tablets, pero la desaceleración es real
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