La nueva película de ciencia ficción de Gareth Edwards, The Creator (que en español recibió el poco inspirado título de Resistencia), es una de las cintas más sorprendentes del año. Es posible que no rompa récords de taquilla, pero su historia, su fotografía y el excelente trabajo de su elenco, logran hacerla memorable, decididamente diferente. Y, de nuevo, sorprendente, cuando uno se entera de cuánto costó hacerla.
La historia de Resistencia se ubica en un futuro no muy lejano, en medio de una guerra entre la raza humana y las fuerzas de una inteligencia artificial que se rebeló violentamente. Joshua (a quien da vida el Protagonista -¿vieron lo que hice ahí?- de Tenet, John David Washington) es un endurecido ex agente de las fuerzas especiales que carga con el peso de la muerte de su esposa, interpretada por Gemma Chan.
Joshua es reclutado para cazar y matar al Creador, el escurridizo arquitecto de la IA avanzada, que según informes de inteligencia ha logrado desarrollar un arma definitiva, con el poder de poner fin a la guerra… y, de paso, a la humanidad misma.
En su búsqueda, el desilusionado soldado y un equipo de agentes de élite viajan a través de las líneas enemigas, en el corazón oscuro del territorio ocupado por la IA... solo para descubrir que la invención apocalíptica que se le ha ordenado destruir es una IA en forma de niña: el arma de destrucción masiva más tierna del mundo.
A diferencia de los entornos industriales o hipertecnológicos de otras cintas, de Blade Runner a Minority Report, Resistencia lleva a Joshua y Alphie, el nombre que le da a la pequeña, por los paisajes mayormente rurales de Tailandia y Vietnam. Es gracias a la belleza majestuosa de esos escenarios -y a la visión del director-, que Resistencia terminó siendo una cinta que luce mucho más cara de lo que realmente es.
Un rodaje íntimo
El método que usó Edwards, director de la demoledora Rogue One, consiste en rodar en locaciones reales, con un equipo mínimo y utilizando una cámara excelente, pero compacta. Los efectos visuales se sobreponen a escenas bellamente fotografiadas y se integran de manera natural... y barata.
Ese método le permitió a Edwards ahorrar más de 200 millones de dólares. El presupuesto final de la película fue de aproximadamente 80 millones de dólares, cuando una película de este tipo puede acercarse perfectamente a los 300 millones de dólares.
Al prescindir de la omnipresente pantalla verde y rodar en locaciones reales, los costos de producción se desplomaron, ya que no hubo necesidad de construir escenarios ni decorados. Y como Edwards quería rodar una cinta íntima, el equipo de filmación fue muy pequeño, lo que le permitió ahorrar aún más dinero en costos de producción.
Por último, Edwards utilizó una cámara Sony FX3 de 3.000 dólares. Se trata, claro está, de una cámara de gama alta, pero que es mucho más barata que las cámaras que normalmente se utilizan para rodar películas de Hollywood.
En manos de Greig Frasier, el director de fotografía de cintas como The Batman y Dune (de hecho, Frasier dejó el rodaje unas semanas antes de concluir para trabajar en la segunda parte de Dune, por la que ganó el premio Óscar, así que fue reemplazado por Oren Soffer), esa cámara logró una historia visualmente impresionante, con un presupuesto muy bajo.
Este nuevo modo de filmación, creen observadores de la industria, podría revolucionar la industria del cine, ya que permitiría a los cineastas crear películas de alta calidad sin tener que gastar millones de dólares.
Este es el trailer de Resistencia:
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