El episodio 5 de la segunda temporada de La Casa del Dragón está construido sobre una sucesión de errores y heridas autoinfligidas.
--Siguen spoilers del episodio cinco de la segunda temporada de La Casa del Dragón--
'Regente'
Luego de dos breves tomas para registrar el impacto de la muerte de Rhaenys, en el episodio anterior, la acción comienza en King's Landing, en donde tropas reales entran a la ciudad exhibiendo la cabeza cercenada de Meleys, su dragón, que cayó con ella en la batalla de Rook's Rest.
Basta ver a la gente para saber que fue un error: por generaciones la dinastía Targaryen ha florecido sobre la figura imponente, mítica, de los dragones. Como comentó un espectador del sórdido cortejo, muchos los tomaban por dioses, y es torpe, por decir lo menos, que sean hombres al servicio de los Taragaryen quienes los revelen como "solo carne".
Mysaria lo entiende, y así lo dijo: fue una equivocación.
En el cortejo era transportada también una caja de apariencia discreta, en la que pocos podían sospechar era llevado el cuerpo roto y quemado del rey Aegon II.
Su llegada es presenciada por su madre, Alicent, quien al presenciar el daño causado por el fuego de dragón pregunta si su hijo va a morir. El maestre a cargo de su cuidado le dice que Aegon "permanece con nosotros... de momento".
Alicent sospecha que el papel de Aemond en la batalla es más de lo que le han contado, pero no logra evitar que el Consejo real lo elija para asumir las tareas de la corona ante la ausencia forzada de Aegon. Cuando cree, por un momento, ser la indicada para hacerlo, la viuda se estrella de frente con la traición de Larys... y la de Criston Cole.
Aemond asume así las funciones de regente y 'protector del Reino'.
La charla con Cole le dice a Alicent varias cosas: la primera, que 900 hombres murieron para tomar el castillo en Rook's Rest y que, a diferencia del libro, en la serie la batalla marcó el final de Sunfyre, el dragón del rey.
Sobre todo, Alicent descubre que su condición de mujer la priva, a los ojos de los hombres que la rodean, de la validación necesaria para ser más, para hacer más. Cole le dice que, ahora que los dragones han entrado en la guerra, quizá sea una protección haberla separado del poder de tomar las decisiones terribles que deberán ser tomadas.
Ella, que claramente lo ve por primera vez como el canalla que es, le escupe a la cara que nunca pidió su protección.
El recién empoderado Aemond comete un error que sin duda saldrá caro al ordenar cerrar las puertas de King's Landing. Hay una revuelta formándose y cerrar las puertas a una población con miedo y con hambre promete convertir a la ciudad en una olla a presión.
Eso le da un tono ominoso al encuentro de Aemond con su hermana -y no hay que olvidar, esposa del rey-, Helaena, que le pregunta si se justificó el precio que ha pagado para llegar al Trono de Hierro.
Daemon, ¿qué has hecho?
El otro gran error del episodio corre por cuenta, como quizá era lógico, de Daemon.
Leer mal a los Bracken y empoderar a los Blackwood para cometer en su contra toda clase de atrocidades le lleva a, efectivamente, no solo perder cualquier posibilidad de conformar el ejército que necesita su causa sino alienar a los señores de los ríos, que lo consideran -me pregunto por qué- un tirano.
En medio de semejante desastre, una luz de esperanza se enciende para Rhaenyra, cuando una conversación con su hijo Jace le recuerda que lo que escasea en su bando son jinetes, no dragones.
Aunque no lo dicen, es claro que hablan de Dragonseeds (algo como 'las semillas de los dragones'), un término acuñado para describir a los bastardos de ascendencia valyria que tienen padres en las islas de Blackwater Bay, incluidos Dragonstone y Driftmark.
¿Has notado que la serie gasta mucho tiempo en personajes aparentemente ajenos al conflicto, que hemos visto en bares, tabernas, muelles y calles? Bueno, no sé cuánto tiempo tome, pero eventualmente los veremos también en los lomos de dragones.
Ver todos los comentarios en https://www.xataka.com.co
VER 0 Comentario