En su sexto episodio, The Last of Us reduce la dosis de acción -que, aceptémoslo, en el episodio 5 fue, literalmente, explosiva- pero aumenta las relaciones interpersonales y nos presenta, por fin, el anhelado reencuentro de dos hermanos. Si bien el cliffhanger de su cierre hace que se sienta como medio episodio, en general mantiene el tono y, muy importante, avanza la historia.
Tras recordarnos la triste suerte de Henry y Sam, el episodio nos lleva tres meses después de los desgarradores acontecimientos de Pittsburgh, y vemos a Joel y Ellie plenamente integrados como compañeros de viaje. Hay nieve en el suelo y nos damos cuenta de cuánto ha avanzado el dúo en su propósito de llegar a Wyoming.
Una acogedora cabaña es el escenario de un tenso encuentro en el que Joel pide información -revólver en mano- a una pareja de ancianos que, de alguna manera, sobrevive en ese remoto lugar. Joel quiere indicaciones sobre cuál es la mejor manera de ir al oeste. La respuesta del hombre es lapidaria: Ir al este.
Antes de dejar ese lugar, vemos a Joel parar un momento y llevarse una mano al corazón. No es, resulta, nada serio, pero basta para que Ellie le recuerde, de manera ominosa, que está jodida -sus palabras, no las mías- si él muere.
Ellie y Joel avanzan hacia lo que más tarde llamarán el Río de la Muerte. En el camino los vemos hablar de lo que harían si resulta que de verdad es posible crear una vacuna a partir de la inmunidad de la niña y, sin perder el humor que a este punto ha llegado a caracterizarlos, dejan en evidencia cuánto han llegado a confiar uno en el otro.
En un punto del camino, cuando acampan en una cueva, Ellie le cuenta a Joel que de verdad creyó que podría salvar a Sam con su sangre. Contra todo lo que sabemos de él, de lo que sabemos acerca de cómo piensa, vemos a Joel tranquilizar a la niña y decirle que si Marlene cree que el plan puede funcionar, funcionará.
Lazos familiares
Pero el tema del episodio es sin duda la familia, y cómo un mundo devastado por una plaga causa necesariamente un ajuste en ese concepto. Tras un encuentro con una cuadrilla armada, en el que parece que Ellie será despedazada por los colmillos de un perro, Joel se reencuentra por fin con el último familiar que le queda.
Pero ahora Tommy tiene, descubrimos, su propia familia. Contra todo pronóstico, el hermano menor descarriado logró formar una vida estable y productiva al seno de una comunidad próspera y pacífica llamada Jackson.
Pese al amor que profesa por Joel, no es ajeno al hecho de que su presencia perturba esa paz. También la de Ellie, que sencillamente no puede evitar ser Ellie y que, despojada de su arma, parece más adolescente que nunca.
La escena central del episodio nos muestra a los hermanos repasando las decisiones que tomaron para sobrevivir y las vidas que tomaron para preservar las suyas. La actuación de Pedro Pascal y Gabriel Luna es contundente, con Joel incapaz de confesarle a su hermano la pérdida de Tess, y con Tommy pronunciando la frase del episodio: "Solo porque la vida se detuvo para ti, no quiere decir que deba detenerse para mí".
El reparto solo gana con la adición de Rutina Wesley, a quien no hemos olvidado como Tara Thorton, de True Blood, como María, la carismática líder de Jackson, quien inadvertidamente entera a Ellie de la existencia de Sarah.
Cuando el episodio parece haber resuelto su tema central, que es el reconocimiento de que Ellie ya no es, como lo dijo alguna vez Joel, solo carga, y de la decisión de estos dos personajes de llegar a su destino juntos, la trama nos lleva súbitamente a un escenario que conocen bien los fanáticos del juego, no sin antes mostrarnos a Joel contando el secreto de Ellie y reconociendo que ya no es quien alguna vez fue y hasta qué punto puede llegar a ser presa del miedo. Es probable que Pascal haya asegurado su nominación al Emmy en esta escena.
El viaje a la universidad
Ellie confronta a Joel para saber si le importa o no. Con más rabia que otra cosa, le recuerda que también sabe lo que es la pérdida y que todas las personas que le han importado han muerto o la han abandonado: todas las personas, excepto él.
Joel le dice cruelmente que al día siguiente cada uno seguirá su camino, pero en el último minuto, con Tommy decidido a relevarlo, Joel decide que ella se merece, al menos, elegir. Le toma menos de un segundo y, así, tras un último abrazo entre los hermanos, el par emprende el viaje a la universidad.
Allí, en un hecho francamente inusual con esta serie, siente uno que se hicieron concesiones y que quizás HBO optó por fusionar dos episodios en uno, con lo que el resultado es un tercer acto que se siente apresurado y, como decía antes, incompleto.
No es que no se agradezcan las secuencias a caballo, en medio de paisajes desolados pero hermosos, con Ellie y 'el contratista' hablando del mundo que fue. Es que pasan necesariamente rápido y nos hallamos, de pronto, en la entrada del hogar de los Big Horns, un paso más cerca del sueño o, en este caso, la pesadilla.
De nuevo no son los infectados la fuente del peligro, sino hombres armados que atacan a los protagonistas. Los cambios con respecto al juego eran necesarios, pero por una vez los realizadores no parecen haber hallado una opción mejor para el universo de la serie.
Como sea, el resultado es que Joel le rompe el cuello a uno de sus atacantes, pero es apuñalado en el proceso. A duras penas logran escapar en su caballo, con Ellie disparando mientras se alejan. No tardamos mucho en descubrir que Joel está seriamente herido. El final del episodio lo muestra cayendo del caballo, inconsciente. Ellie se arrodilla sobre él diciendo que no sabe qué hacer sin él, o a dónde ir.
En general, se trata de un episodio sólido que sirve de antesala para un final de temporada violento y desgarrador. Sin embargo, habrá que esperar para eso, porque el séptimo episodio será una mirada al pasado y aquellos que se quedaron atrás.
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