El accidente aéreo del equipo uruguayo de rugby en los Andes en 1972 es una de las historias de supervivencia más asombrosas de la historia. Los que sobrevivieron al siniestro vivieron la incertidumbre de no saber si serían rescatados, y debieron enfrentar múltiples quebrantos de salud y, por supuesto, el frío… y el hambre.
La sociedad de la nieve, la cinta dirigida por J.A. Bayona que acaba de estrenar Netflix, recrea este acontecimiento de forma desgarradora, cambiando por primera vez el foco de la historia para destacar por igual a quienes bajaron de la montaña y a quienes no lograron hacerlo.
En el proceso, logra con tremenda -y, a veces, dolorosa- eficiencia transportar al espectador, como ninguna otra versión de este relato de supervivencia, a las gélidas montañas andinas.
Para conseguir este realismo, Bayona y su equipo de producción se esforzaron por recrear el entorno de los Andes con un impresionante nivel de detalle. Eso implicó echar mano de tecnologías de avanzada en materia de efectos visuales.
El Valle de las Lágrimas
El primer paso fue realizar un estudio exhaustivo del Valle de las Lágrimas, el lugar real del accidente. Para ello, Bayona y su equipo acudieron al sitio y utilizaron fotografía de alta definición, drones y helicópteros para recopilar datos topográficos y replicar cada detalle sobre la geografía, la vegetación y las condiciones climáticas de la zona.
Más aún, una unidad especial fotografió placas de fondo en las zonas de más difícil acceso, capturando en un drive todas las condiciones de iluminación de la zona a lo largo del día y la noche. Por eso todos los fondos que se ve en La sociedad de la nieve son imágenes reales del Valle de las Lágrimas, en la hora en la que toma lugar la escena, que fueron puestas en su lugar por el equipo de VFX.
El set principal de la cinta fue una estación de esquí en la Sierra Nevada, en España. Allí, Bayona y su equipo construyeron una réplica de la montaña de 90 metros y una réplica del fuselaje en un hangar.
Pero cuando era posible, se rodaba afuera, en la nieve real. Se utilizó un segundo fuselaje en la parte superior del valle para filmar más como un documental. Un tercer fuselaje fue transportado a una ubicación más baja para rodajes en exteriores cuando el clima se volviera demasiado intenso.
The Volume
Cuando lo exigía el guion, la producción se movía al hangar, y hacía uso de una pantalla LED análoga a la empleada en The Mandalorian, que reproducía el cielo y permitía modificar instantáneamente la temperatura del color, la exposición y la ubicación de la cámara para los entornos naturales de los Andes.
El espacio construido con la pantalla LED en The Mandalorian se llama The Volume. Un muro de video de 270 grados proporciona a los actores un espacio de actuación de aproximadamente 23 metros de diámetro que, por añadidura, es completamente interactivo gracias a que ILM usó el Unreal Engine de Epic Games.
Este sistema demostró ser vital, además, para rodar las escenas del accidente y la avalancha. Para la primera, Bayona utilizó una cámara grúa que se movía junto al fuselaje. Las pantallas LED se sincronizaban con el movimiento de la cámara para crear la ilusión de que el avión estaba cayendo por la montaña.
La avalancha, por su parte, es un frenesí de nieve real, plataformas con trampas y actores aguantando el movimiento y el peso. Los cuerpos que salen disparados del avión son dobles de riesgo tirados con arneses. Los efectos especiales fueron utilizados para crear la ilusión de que los actores estaban realmente en peligro.
Con toda esta tecnología al servicio de una historia tan poderosa como real, La sociedad de la nieve logra ser un testimonio de la fuerza del espíritu humano y un homenaje a los sobrevivientes del accidente de los Andes… y a los que dieron sus vidas en la montaña.
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