Es, básicamente, Tony Soprano -¿o Tony Montana?- en Ciudad Gótica.
Luego de un estreno contundente, El Pingüino juega sus cartas y la mano ganadora es un antihéroe carismático y falible y una villana impredecible, casi hipnótica. Ambos navegan las aguas de una ciudad llena de crimen y corrupción.
Lo que solidifica la propuesta de esta serie, que estrenó su segundo episodio en la plataforma de Max, es que solo ocasionalmente recuerdas que está ambientada en el universo de The Batman.
Por lo demás, te dejas llevar de los personajes y de sutiles guiños a elementos de su pasado que aún no han sido revelados. Por supuesto que deseas conocerlos, pero reconócelo: disfrutas no saber qué giros dará la historia.
--Siguen spoilers del segundo episodio de El Pingüino—
‘Inside Man’
El episodio comienza con lo que inicialmente parece un flashback, pero termina por revelarse como una visión -mitad recuerdo mitad pesadilla- producto de una sesión con el doctor Julian Rush, un personaje del que claramente nos falta mucho por saber.
Sea como sea, sirve para ver a Sofía recordando su paso por Arkham -de seguro volveremos allí- y para reafirmar una vez más que transita la delgada línea entre víctima y victimaria, capaz a la vez de estados de profunda indefensión y de terrible violencia. Lo dijimos antes, es probablemente la MVP de la temporada.
Eso no quiere decir que al personaje titular le falte valía. De hecho, el Pingüino logra convertir un potencial desastre en una prueba de su lealtad a los Falcone, a los que está activamente traicionando con los Maroni.
Esto ocurre en virtud de un atraco de drogas en el que Johnny Vitti obliga a Oz a viajar en el camión que -por sus instrucciones- va a ser asaltado. Incluso con las balas zumbando a su lado, metafórica y literalmente, Oz logra salir avante, sin que aquellos que lo desprecian logren derribarlo.
Luego de que los Maroni cobraran el crédito por la muerte de Alberto, salvando en el proceso el pellejo de Oz, Sofía quiere justicia. La única hija de Carmine Falcone está convencida de que hay un soplón en sus filas, pero no controla la familia, como Johnny Vitti no tiene problema en recordarle.
Es un ángulo que Oz tratará de explotar.
Entonces, si Sofía quiere un soplón, un soplón hay que conseguir. Entonces, si Sofía quiere un soplón, un soplón hay que conseguir. Pero mientras echa a rodar su plan, Oz deja escapar una frase que revela mucho de la interacción entre los dos personajes.
Cuando Sofía le dice que no le debe nada, Oz le contesta: “Así es. Yo estoy en deuda contigo”. Parece que nuestro antihéroe puede haber jugado un papel en la llegada de la desventurada Falcone a Arkham.
Y aunque ella trata de descubrir al soplón por su lado, incluso secuestrando -sin llegar a ordenarlo- del hospital a un hombre de los Maroni, las maquinaciones del Pingüino son, al final, más efectivas.
Nuevas alianzas
Por lo demás, el grueso del episodio se va en personajes que, aunque secundarios, tienen el potencial de afectar el curso de las acciones. Esto es cierto, en particular, para el círculo más cercano de Oz: su chofer, su ‘novia’… y, sobre todo, su mamá.
El primer episodio lo había sugerido, pero este lo confirma: la matrona de los Cobb está sucumbiendo a la demencia, y la ambición desmedida de Oz, que no aspira a menos que a controlar la ciudad, hace que sea difícil para él reconocerlo.
Pero por ahora, la acción ocurre en la mansión de los Falcone, durante el funeral de Alberto Falcone.
En una charla fugaz, Oz le cuenta a Sofía de una noche lejana en la que salió a un club con su madre, tras la muerte de sus dos hermanos, y bailaron toda la noche. El mafioso le dice a Falcone que hay que tener cuidado con el dolor y que es mucho más divertido bailar.
Con el clan Maroni en sus talones, Oz se las arregla para matar al prisionero que podría delatarlo. Eso son dos homicidios en dos episodios, un promedio nada despreciable para un mafioso de poca monta al que nadie toma en serio.
Lamentablemente, esta vez, Vic fue menos útil para su jefe que en el episodio anterior, lo que rápidamente llevó a un recordatorio brutal de que El Pingüino no es del tipo que tome bien las decepciones.
Al final del episodio, Oz sobrevive una vez más, esta vez a costa de dos vidas, y Sofía enfrenta el equivalente a una sentencia de destierro. Es algo que no está destinado a suceder y para asegurarse de que no suceda, está dispuesta a aceptar la ayuda del Pingüino.
Es un juego peligroso, pero Oz sabe jugarlo. Tras pasar todo el episodio diciendo exactamente lo que los demás quieren oír, la pregunta es cuánto tiempo más podrá Oz esquivar las balas.
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