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IntensaMente 2: lo nuevo de Pixar y Disney es un bello cuento animado sobre cómo duele crecer

La primera película de IntensaMente (2015) es una de las películas más sólidas de Pixar, con un impresionante 98% en el tomatómetro de Rotten Tomatoes (solo la superan las dos primeras de Toy Story y Buscando a Nemo), por lo que cuando se anunció IntensaMente 2 sabíamos que tenía unos zapatos muy grandes que llenar.

Spoiler alert: me alegra reportar que lo nuevo de Pixar no solo cumple, sino que supera esas expectativas y logra la proeza improbable de repetir la hazaña de la primera y hacer que en serio nos importe lo que le pasa a una adolescente de San Francisco… y a sus emociones.

Además sigue siendo uno de los títulos mejor traducidos de la historia de Disney.

IntensaMente 2 trae de vuelta a Amy Poehler como Alegría y a Phyllis Smith como Tristeza, pero también marca el comienzo de una nueva gama de emociones que vienen con el doloroso y, a veces, violento proceso de crecer.

Así, cuando la alarma de la pubertad suena -literalmente- las emociones deben tratar de descubrir cómo navegar los nuevos escenarios que se presentan ante Riley cuando asiste  a un campamento de hockey que -¿acaso no es así todo en la adolescencia?- siente que podría cambiar su vida.

Kelsey Mann, que escribió el guion de El buen dinosaurio y dirigió el corto Party Central, logra en su primer largometraje recuperar el encanto de las emociones base (Alegría, tristeza, Ira, Disgusto y Miedo), a la vez que abrir espacio para los nuevos -y no necesariamente bienvenidos- sentimientos de ansiedad, aburrimiento, envidia y vergüenza, que llegan para quedarse.

De ellos, Ansiedad es la más desarrollada, y alivia ver que el director entiende lo delicado que resulta tratar este tema en una narrativa dirigida, al menos en parte, a públicos muy jóvenes. Maya Hawke, a quien descubrimos en Stranger Things, hace una tarea excepcional dándole una dimensión real a lo que bien podría haber sido una mera caricatura.

Es claro que, al igual que la primera, esta película se asesoró de expertos que saben bien cuán obstinados e irracionales pueden ser esos sentimientos de ansiedad, en especial en una época en la que todo se siente más intensamente y las situaciones más triviales parecen ser de vida o muerte.

Las nuevas emociones logran darle a la trama una muy necesaria sensación de inestabilidad, que evita que se sienta demasiado fierte la repetición de la trama original de emociones perdidas tratando de volver a casa.

Esto es porque, en todo momento, IntensaMente 2 nos hace pensar, nos hace sentir, que lo que se siente, especialmente en la adolescencia, ser presas de la vergüenza o la ansiedad desbordadas y que, aunque doloroso, crecer es un proceso necesario, que implica en parte, ser capaz de sentir todas las emociones y atreverse a reconocer que la persona que somos nunca es la perfecta construcción que queríamos -que creíamos- ser.

Y es verdaderamente valioso que el guion logre presentar a esas emociones que nadie quiere sentir, no como monstruos que deben ser eliminados, sino como facetas de Riley que, en últimas, no tratan de hacerle daño, incluso cuando lo hacen. Es un testimonio a la importancia de la salud mental que un taquillazo de un estudio como Disney haya encontrado cómo articular ese mensaje.

En un momento, Alegría dice que tal vez crecer significa sentir cada vez menos alegría, y duele, de verdad, escuchar eso. Duele, y asusta. Por eso es maravilloso que la película logre, entre sus chistes y sus escenas de acción animada, recordarnos que la Alegría siempre está allí en caso de que la necesitemos. Y gracias a eso, está bien permitirnos sentir tristeza o vergüenza, sin sucumbir a ellas.

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