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TCEC: el otro campeonato del mundo de ajedrez que ningún humano podría ganar

Hace unos días que el noruego Magnus Carlsen ha revalidado su título como campeón del mundo de ajedrez ante Serguéi Kariakin: tras las 12 partidas convencionales tuvo que celebrarse una prórroga con partidas semi-rápidas, y fue en ese duelo en el que finalmente Carlsen logró imponerse ante su rival.

Estos grandes maestros se encuentran entre los mejores del mundo, pero ni ellos ni los anteriores grandes maestros de toda la historia podrían hacer mucho en ese otro campeonato del mundo llamado Top Chess Engine Championship (TCEC) en el que los humanos ni siquiera compiten. Está reservado a máquinas, o mejor dicho, a motores ajedrecísticos que compiten entre sí y que dejarían en muy mal lugar a cualquier jugador humano.

No somos rivales para las máquinas, así que... que compitan entre ellas

El desarrollo de máquinas que fueran capaces de jugar al ajedrez lleva décadas en marcha, pero el punto culminante de ese esfuerzo se produjo en 1997, cuando Deep Blue ganó al entonces campeón del mundo, Garry Kasparov, en un 'match' a seis partidas.

Por entonces ya era evidente que la potencia de computación acabaría siendo demasiado hasta para los mejores del mundo —varios grandes maestros habían caído ya mucho antes de que lo hiciera Kasparov— pero tras aquella derrota quedó asumido que en materia de motores ajedrecísticos que superasen a jugadores humanos el trabajo ya estaba hecho. ¿Qué reto quedaba entonces en el ajedrez computerizado?

La respuesta era evidente: desarrollar el mejor motor de ajedrez del mundo. Uno que pudiera ganar a todos los demás.

En esa carrera se embarcaron diversos desarrollos que ya ni siquiera necesitaban supercomputadoras para dar todo su potencial. Tenemos un buen ejemplo en el legendario Fritz, el programa publicado por ChessBase que en 1995 ya ganó el World Computer Chess Championship imponiéndose (qué ironía) al prototipo de lo que sería Deep Blue.

Aquel programa acabaría quedando algo atrás a medida que pasaban los años, y hoy hay muchos contendientes especialmente destacables en un segmento en el que cualquier pequeña mejora puede suponer una ventaja definitiva. Hoy en día distintas versiones de Komodo, Stockfish y Houdini dominan esas calificaciones, aunque contendientes como Fire, Jony, Gull, Rybka o Andscacs lograron llegar a la tercera etapa antes de la súperfinal con ciertas opciones en el último TCEC del que hablaremos más adelante.

Quedaos con una idea: Carlsen probablemente perdería un 'match' con cualquiera de ellos. Y puede que lo hiciera de largo. Como también lo hubieran hecho Kasparov, Fisher, Capablanca y cualquier otro jugador humano de la historia de un deporte que las máquinas han acabado dominando por pura potencia de cálculo.

El sistema ELO nos pone en nuestro sitio (¿o no?)

Sin embargo la carrera por el motor de ajedrez más potente del mundo pronto se volvería frenética. Tanto que aparecieron diversos campeonatos y sistemas de calificación ELO "adaptados" y concedidos por todo tipo de organismos. Estas asociaciones se han encargado de ofrecer sus valoraciones ELO estimadas a estos programas informáticos, y aquí lógicamente todos trataban de lograr la mayor puntuación posible.

La calificación del CEGT es una de las más relevantes hoy en día. Esas 32 máquinas serían más poderosas que Carlsen en puntuación ELO si estuviésemos comparando manzanas con naranjas. No es el caso: incluso máquinas con menor ELO acabarían ganando al campeón del mundo con toda probabilidad.

Ojo, porque que como decimos esas puntuaciones ELO estimadas no son exactamente comparables a las calificaciones ELO de los jugadores humanos. Actualmente Magnus Carlsen cuenta con 2.840 puntos ELO según la FIDE, pero eso no significa necesariamente que un motor de ajedrez con 2.840 puntos estaría "empatado" con el gran maestro noruego.

El lío es tan enorme que existen más de una docena de listas de puntuaciones distintas entre las que destacan la CCRL, creada en 2005 o la IPON, más moderna (2009) y que toma en cuenta distintos factores (controles de tiempo, hardware utilizado, análisis especulativo, uso de libros de aperturas, etc.). En todas ellas no solo se dan las puntuaciones ELO estimadas, sino también los márgenes de error que se presentan para estimar esas puntuaciones.

Una de las calificaciones más antiguas y reputadas es el de la SSDF (Swedish Chess Computer Association), según la cual el motor ajedrecístico más poderoso del mundo es Komodo 9.1 con una puntuación de 3.366 puntos. Tenemos que ir hasta el puesto 38 de esta lista para encontrar a Pro Deo 2.0, el primero por debajo de los 2.840 puntos de Carlsen. Esta calificación no se actualiza demasiado desde hace tiempo, y tanto CCRL como CEGT suelen ser las más aceptadas, aunque aquí hay opiniones diversas de quienes siguen este ámbito.

Hola, soy una máquina y soy campeona del mundo TCEC

La competitividad por determinar con exactitud cuál es el mejor motor de ajedrez del mundo no solo da lugar a varias listas que afirman ser las más coherentes y las más "oficiales". Ocurre exactamente lo mismo con los campeonatos que tratan de dilucidar qué programa es el mejor en cada momento.

La 88ª partida de la súperfinal, en vivo y en directo. Houdiini 5 con blancas, Stockfish 8 con negras. El progreso de la partida, los análisis evaluativos y una animada charla acompaña a cada sesión. Los amantes (humanos) del ajedrez se lo pasan pipa en estos campeonatos.

Estos torneos son en realidad casi testimoniales y se usan como herramienta de marketing, porque las calificaciones que se van actualizando continuamente van haciendo un recuento mucho más efectivo de esos programas ajedrecísticos. En algunos torneos se permiten además combinaciones hardware cualesquiera (hasta un límite, nada de supercomputadoras o clústeres), y hay un número limitado de partidas frente a los rivales que hace que el resultado final pueda ser muy distinto si se repitiera el mismo ciclo de partidas tan solo unos días después.

Aún así es como decíamos evidente que hay un interés claro de empresas comerciales por lograr esos títulos, entre los cuales dos claros destacados: el Top Chess Engine Championship (TCEC) y el World Computer Chess Championship, algo menos relevante por la obligatoriedad de que haya una presencia "física" de las máquinas (o más bien, de sus responsables) cuando se celebra el campeonato.

El TCEC se viene celebrando desde 2010, y el formato actual es muy distinto al que rige el campeonato del mundo de la FIDE. En el caso de la TCEC hay una serie de "etapas" en un mismo año, cada una de las cuales dura varias semanas y con partidas que se juegan y emiten por internet en directo.

Como explican en Chess Programming Wiki, la actual edición ('Season 9') empezó a celebrarse el 1 de mayo y terminará este mes de diciembre. Hay 32 motores compitiendo por ganar un campeonato que incluye a programas comerciales pero también a programas independientes. Cada motor acabará jugando 992 partidas en esta edición divididas entre las tres etapas o 'stages' y la superfinal actual, que constará de 100 partidas. Esos motores juegan constantemente, las 24 horas del día.

Las máquinas también pueden crear obras de arte ajedrecísticas. Este es un buen ejemplo, afirman los expertos.

En todas las partidas actuales se usan controles de tiempo que van variando, y que van desde los 120+15 (120 minutos para cada máquina y 15 segundos añadidos por movimiento), hasta los 180+15 de la Superfinal, y hay limitaciones tanto en el temas como el análisis especulativo como en los libros de aperturas, que se pueden usar hasta los primeros 2 a 8 movimientos según la fase de juego, menos en la súperfinal, en la que se usa un libro de aperturas "variable".

Para determinar 'cabezas de serie' se utiliza una calificación ELO ponderada de otras listas de puntuaciones como las comentadas, pero a medida que el campeonato progresa cada programa va ganando o perdiendo puntos para lograr una puntuación ELO "interna" dentro de ese torneo en particular.

Otro de los elementos clave de este torneo es que el hardware si es el mismo para todos los competidores. En la actual súperfinal se está usando una configuración con una placa base Supermicro X10DRL-i en la que se integran 2 procesadores deca-core Intel Xeon E5 2630v4 a 2,4 GHz, 128 GB de RAM y un SSD de 240 GB. El sistema operativo es Windows Server 2012 R2

El campeonato actual sigue de hecho celebrándose y está en su última fase ya, la novena, que en la súperfinal está enfrentando a Houdini 5 (ELO interno de 3.182 puntos) y a Stockfish 8 (ELO interno de 3.228 puntos). La victoria parece ya decidida: en la partida 88 Stockfish gana por 47,5 a 39,5 puntos, y es muy improbable que Houdini logre recuperar el terreno perdido: solo le quedan 6 partidas con blancas y tendría que ganar dos de ellas, algo realmente difícil. Con negras y a este nivel, indican los expertos, ganar con piezas negras es extraordinariamente raro.

Así pues, parece que tenemos próximo campeón del mundo TCEC. Y atención, porque hay algo especialmente notable en Stockfish: es un motor Open Source que cualquiera se puede descargar tanto para jugar como para analizar su código (en GitHub), mientras que Houdini es un desarrollo comercial cuya licencia Standard (hasta 6 cores y 4 GB de memoria 'hash') cuesta 39,95 euros.

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