“No tiene responsabilidad moral”: el Vaticano emite documento con su visión sobre la inteligencia artificial

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El rápido avance de la inteligencia artificial no es algo que haya pasado desapercibido para el Vaticano, que publicó Antiqua et Nova, un documento que expone su visión sobre esta tecnología y su impacto en la sociedad.

Se trata de un texto elaborado por el Dicasterio para la Doctrina de la Fe y el Dicasterio para la Cultura y la Educación, que en 117 parágrafos analiza tanto las oportunidades como los riesgos de la IA en ámbitos clave como la educación, la economía, la salud, las relaciones humanas y la guerra.

Asimismo, el documento subraya un principio fundamental y es que la inteligencia artificial es una herramienta, no un ente pensante, y su utilización debe estar al servicio del bien común y la dignidad humana.

La IA no es inteligencia humana

Vaticano Ia (Vatican News)

El Vaticano hace una clara distinción entre inteligencia artificial e inteligencia humana, enfatizando que la IA no es una "forma artificial de inteligencia", sino "un producto de la inteligencia humana".

Para la santa sede, aunque los sistemas avanzados pueden realizar tareas complejas y procesar información a gran velocidad, carecen de conciencia, intencionalidad y responsabilidad moral.

El documento señala que la atribución de características humanas a la IA es "engañosa" y puede generar problemas éticos, sobre todo en el ámbito de la educación y el desarrollo infantil, donde se advierte sobre la "antropomorfización de la IA" y su potencial para generar aislamiento social.

Uno de los puntos clave del documento es la desmitificación del término “inteligencia artificial”. Según el Vaticano, el nombre mismo induce a error, ya que puede hacer pensar que estas tecnologías poseen cualidades humanas como el discernimiento, la intuición o la creatividad.

Antiqua et Nova enfatiza que la IA, por avanzada que sea, sigue siendo una máquina que opera en la esfera lógico-matemática, sin una comprensión semántica real del mundo ni capacidad de juicio moral.

La responsabilidad no es de la IA

Vaticano Ia 3 (Pexels)

Dado que la IA no tiene conciencia ni responsabilidad moral, el documento subraya que la carga ética recae completamente en quienes diseñan, desarrollan y utilizan estas tecnologías.

En este sentido, se destaca la importancia de la rendición de cuentas y la transparencia en la toma de decisiones y se abordan los riesgos asociados con la implementación de IA en áreas como la justicia, la medicina y el armamento autónomo.

Según el fray Paolo Benanti, experto en bioética y tecnología, el peligro radica en la "estupidez natural", es decir, el mal uso que los humanos pueden darle a esta tecnología. Un caso alarmante es la delegación de decisiones letales a sistemas autónomos en conflictos bélicos, lo que plantea dilemas morales y humanitarios.

Peligros en la guerra

Vaticano Ia 2 (Pexels)

Uno de los temas más críticos abordados es el uso de IA en conflictos bélicos. Se alerta sobre los sistemas de armas autónomas que pueden identificar y atacar objetivos sin intervención humana directa, una realidad que, según el Vaticano, plantea un "serio motivo de preocupación ética".

En este sentido, el Papa Francisco ha pedido la prohibición de estas tecnologías, argumentando que podrían provocar destrucción masiva y afectar a civiles inocentes.

En cuanto a la privacidad y el control digital, Antiqua et Nova señala que la vigilancia basada en IA puede utilizarse para limitar la libertad de los ciudadanos e incluso controlar la vida religiosa de las personas. La recopilación masiva de datos personales, combinada con el poder de unas pocas corporaciones tecnológicas, es un tema que requiere una "regulación ética sólida".

IA y desigualdad social

Vaticano Ia 1 (Vatican News)

El Vaticano reconoce el potencial de la IA para mejorar sectores como la salud y la educación, pero advierte sobre la brecha digital y el riesgo de que estas tecnologías amplíen las desigualdades existentes.

En el sector sanitario, por ejemplo, la IA puede revolucionar el diagnóstico y tratamiento de enfermedades, pero si su implementación depende del acceso a recursos económicos, podría consolidar un modelo de "medicina para ricos".

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