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Los Kiwibots que reparten comida no van solos: se descubre que los controlan operadores en Colombia por 2 dólares la hora

Parecía inevitable que con la era del coche autónomo aparecieran ideas como los Kiwibots, pequeños vehículos aparentemente autónomos que se encargaban del reparto de comida planteando así una alternativa a servicios de mensajería como Glovo, Deliveroo o Uber Eats en los que esos repartos los realizan mensajeros humanos en bici.

Todo parecía fantástico hasta que se ha descubierto que esos vehículos tienen poco de autónomos: una investigación ha descubierto que en realidad estos robots están controlados remotamente por operadores en Colombia que cobran 2 dólares a la hora por este trabajo.

Recordando a R2-D2

Los sistemas autónomos de transporte son una de las grandes promesas del futuro: los drones que algunas empresas como Amazon están tratando de utilizar para la entrega de pedidos son un claro ejemplo de ello, pero una pequeña startup creada en la Universidad de Berkeley, en California, parecía tener una alternativa fantástica.

Dicha startup, llamada Kiwi Campus, lanzó unos pequeños robots que parecían pequeños carritos con cuatro ruedas y un depósito en su parte superior en la que se encontraba el pedido que entregar. Los robots se convirtieron en una sensación en los alrededores de esa universidad, donde comenzó la actividad de unos vehículos que sobre todo se dedicaron a entregar pedidos de comida.

Para los estudiantes y residentes de la zona los Kiwibots se convirtieron casi en un miembro más de la familia, en parte gracias a su inevitable analogía con el robot R2-D2 de la saga Star Wars. Aunque no todo eran buenas noticias -algunos robots fueron "secuestrados", otros golpeados- los 40 vehículos de Kiwi Campus que consiguieron licencia para operar en esa zona parecían tener un futuro prometedor.

La revolución de la mensajería que no era tal

Los responsables de los Kiwibots cuentan en su sitio web con varios vídeos en los que se muestra cómo funcionan estos robots mensajeros: teóricamente la magia la proporciona un complejo sistema de visión artificial que es capaz de reconocer obstáculos y detectar cuándo pueden o no cruzar la calle.

El problema es que lo que no se mostraba es que como indican en The San Francisco Chronicle, en realidad están controlados a distancia por operadores humanos que usan los sensores GPS y las cámaras de estos robots para enviar a continuación órdenes a los robots cada 5 o 10 segundos.

En Kiwi Campus han reconocido que efectivamente hay una parte de control remoto humano, pero para ellos su servicio es un sistema de "autonomía paralela". Los robots circulan además a una velocidad muy reducida que va de los 1,6 a los 2,4 km/h, lo que hace que trabajadores de Kiwi tengan de hecho que recoger los pedidos de comida de los restaurantes e ir a los puntos de partida de los Kiwibots para meter esa comida en los compartimentos de almacenaje de los robots y que estos luego efectúen las entregas.

El modelo es singular, pero tiene más secretos de los que podría parecer y mucha menos autonomía de la que parecían plantear los robots -cada uno de ellos cuesta 2.500 dólares- inicialmente. La idea se beneficia del bajo coste de la mano de obra que los controla: los operadores que los manejan en Colombia cobran 2 dólares a la hora, un coste mucho más bajo que el de instalar por ejemplo sistemas LIDAR -que serían difíciles de integrar- en dichos robots.

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