Imitando con precisión y a tiempo real el movimiento humano: así espera Toyota conseguir una flota de robots de asistencia

De la robótica de Toyota llevamos hablando ya unos años (diez, de hecho, cuando en 2007 veíamos a uno de sus androides tocar el violín), y ahora tocaba actualización de su humanoide estrella. Enfocados muchos de ellos a que sean una asistencia a personas con dificultades de movimiento o impedimentos similares, ahora el T-HR3 de Toyota es capaz de imitar a la perfección y a tiempo real el movimiento humano.

En abril de este año ya vimos otro ejemplo de estos robots de asistencia, aunque en aquel caso no era un androide sino un exesqueleto ideado para ayudar a que pacientes con parálisis recuperasen la capacidad de andar. Lo que ahora presentan es la tercera generación de su humanoide, centrado en potenciar esa línea de asistencia tanto en hogar como en centros médicos y otras instalaciones.

Una imitación inquietantemente precisa

Aunque estamos viendo un interesante auge de la robótica en los últimos años, de la mano de los progresos en inteligencia artificial así como mejora de sensores y materiales en general, la idea de tener robots que nos sirvan de ayuda no es nueva ni mucho menos como veíamos. Aquí llevamos de hecho años viendo ejemplos a varios niveles, desde un robot que pretendía ser una ayuda a la hora de ir al supermercado hasta un "médico" en casa, pasando por chatbots que procesan nuestros gestos y palabras en miras para ser la solución cuando hay problemas de accesibilidad con la electrónica.

Así, Toyota ha dedicado parte de su robótica también a ser una solución para las personas con problemas de movilidad, como ese exoesqueleto que citábamos o aquel brazo robótico que hacía las veces de enfermero. Y la idea que tienen con el nuevo T-HR3 es que sea el punto de partida de más robots asistentes aprovechando las tecnologías que incluye que estrena.

Lo que han conseguido es que el robot imite de manera instantánea los movimientos de un ser humano, poniendo el empeño en mejorar las articulaciones del robot en cuanto a amplitud de movimientos y precisión. Para ello la persona que lo maneja ha de llevar unas gafas de realidad virtual (ellos usan las HTC Vive) y un guante con sensores.

Las gafas de realidad virtual muestran al controlador la realidad "real", es decir, el punto de vista del robot. Y para evitar que haya interferencias e interrupciones entre los movimientos de uno y otro han implementado una tecnología específica, llamada Self-interference Prevention Tecnology.

El movimiento del T-HR3 se produce gracias a lo que han denominado Torque Servo Modules, que es el conjunto de sensores, motores (servos) y engranajes que hay en cada articulación. Este sistema es el que permite que el robot controle la fuerza, tenga coordinación, equilibrio e interacción con los objetos que le rodean (que por ejemplo no caiga si llega a tropezar con algo).

Detalle del Torque Servo Module y las partes que integra (y permiten sus funciones).

Preparando una flota de robots ayudantes

El cuerpo del humanoide tiene 29 partes y32 ejes de movimiento. Mide 1,54 metros de altura y pesa 75 kilogramos, y por su parte el Master Maneuvering System (donde se sienta el humano que controla) pesa 170 kilogramos y tiene 16 ejes.

La correspondencia entre el centro de control (Master Maneuvering System) y el T-HR3.

Que un robot imite no es nuevo, en 2010 por ejemplo veíamos éste del KIRST (Korea Institute of Research in Science and Technology) que ya lo hacía, aunque en siete años se nota la evolución y el T-HR3 se ve más preciso y sin retrasos entre el movimiento del humano y el suyo (también tiene bastantes más articulaciones). Se trata además, como decíamos, de que sea el punto de partida para desarrollar esas tecnologías que incorpora así como sus articulaciones para el desarrollo de otros robots específicos de asistencia.

Quizás el principal obstáculo para que esto acabe llegando a hospitales y otros lugares sea la inversión, ya que son instalaciones aún costosas. De éste no conocemos precio (al ser una especie de ensayo probablemente no lo tenga), pero el exoesqueleto que vimos en abril tenía un coste de 9.000 dólares iniciales (y mensualidades de 3.200 dólares), y aunque esto tuvo luz verde en Japón no todos los sistemas sanitarios podrán permitirse eso.

No obstante, es muy positivo que se hagan esfuerzos en robótica para mejorar la calidad de vida de las personas con problemas de movilidad, y mejorar la precisión en estas articulaciones artificiales puede beneficiar tanto a la hora de que los robots que vayan naciendo sean más precisos o bien los exoesqueletos que pueden acabar llevando estos pacientes.

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