Los avances en todo lo referente a la inteligencia artificial parecen pintar un futuro en el que las máquinas y sus algoritmos harán que nuestra vida sea muy distinta -y teóricamente, mucho más cómoda y segura- de lo que es actualmente. Sin embargo hay experimentos que dejan claro que aún queda mucho camino por recorrer en muchos ámbitos.
Porque una cosa es que un sistema de aprendizaje automático logre ganar a Go a un campeón del mundo, y otra muy distinta que sea capaz de mostrar cierta creatividad. Lo demuestra Suspring, un corto en el que participa el protagonista de la conocida serie Silicon Valley (Thomas Middleditch) y que lo único que tiene de llamativo es que su guión ha sido escrito por un motor de inteligencia artificial. El resultado, claro, es un desastre. ¿O no?
9 minutos de ciencia ficción escrita por una máquina
El experimento no deja de ser interesante: la acción parece situarse en un futuro distópico en el que los tres protagonistas interactúan entre sí con diálogos absurdos a los que los actores humanos tratan de dar sentido con algunas expresiones y giros en la entonación. Ni siquiera eso salva a una producción que es incoherente, inconsistente y básicamente absurda.
Precisamente eso es lo que querían lograr los responsables de ese motor de inteligencia artificial. Los miembros de la New York University (NYU) responsables de su creación hicieron uso de una red neuronal recurrente llamada Long Short-Term Memory (LSTM), pero la propia red neuronal acabó bautizándose a sí misma con el nombre de Benjamin.
El director de la producción, Oscar Sharp, completó el proyecto para el evento Sci-Fi London con la ayuda de Ross Goodwin, un investigador de la NYU precisamente especializado en el uso de la IA para reconocimiento de texto. Esta red neuronal fue "entrenada" mediante el estudio de docenas de obras de ciencia ficción, y a partir de ellas se pudieron generar frases y párrafos con cierto sentido.
En la generación del guión hay limitaciones, claro: muchas frases aparecen inconexas, pero además no hay nombres reales para los personajes: en la creación original dos de ellos se llamaban simplemente H, así que para evitar confusiones en el guión final se tomaron los nombres definitivos: H, H2 y C. El jurado del evento la colocó entre los 10 mejores cortos, aunque uno de los jueces dejó clara su opinión: "les daré la mejor puntuación si prometen que nunca más volverán a hacer algo así". Juzgad vosotros mismos.
Vía | Ars Technica
En Xataka | Cómo la literatura nos salvará de la rebelión de las máquinas
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