La inteligencia artificial ya nos ha sorprendido con aplicaciones que van más allá de la solución de problemas. Una de las nuevas fronteras es convertir a esta disciplina en algo capaz de crear todo tipo de contenidos artísticos. Hemos visto cortos de cine, poesía y música generados por sistemas de este tipo, y la pregunta es, ¿cómo funcionan?
La respuesta la tiene Francisco Vico, experto en inteligencia artificial y responsable del desarrollo de Iamus, un cluster de computación dedicado a la composición de música contemporánea. Este proyecto ha impulsado el debate sobre si la creatividad artística seguirá siendo coto privado del ser humano durante mucho más tiempo, y en nuestra entrevista con Francisco Vico exploramos ese ámbito.
Así compone Iamus sus sinfonías
Como nos explicaba el Sr. Vico, catedrático en Ciencias de la Computación e IA, Iamus "es resultado del proyecto de investigación Melomics (the genomics of melodies), financiado por el (ya extinto) Ministerio de Ciencia y Tecnología".
En su diseño tuvo un papel fundamental el Dr. Díaz Jerez, compositor y pianista profesional, "quien puso el conocimiento en teoría musical y muchas de las ideas y esfuerzos que le dieron proyección global posteriormente". Para este experto el impacto de Iamus en el acance de la "música algorítmica" es significativo por varios motivos:
- El enfoque evolutivo, que aportó originalidad a sus obras y permitió que crease un estilo propio (éste es el rasgo diferenciador respecto a trabajos previos)
- El dominio del lenguaje musical, que le permitía generar partituras con un grado de detalle y complejidad equiparable a las obras humanas.
- Que los músicos profesionales se sintieran atraídos por su obra, lo que facilitó que publicara su primer álbum en colaboración con la London Symphony Orchestra e intérpretes de renombre.
El proyecto Melomics está ahora en una fase de formalización en la que por ejemplo el Sr. Vico está trabajando en el "desarrollo de una teoría matemática para el ritmo" para unificar los elementos que usa un compositor para especificar la duración de las notas. La idea, nos dice, es la lograr que los ordenadores puedan "explorar el espacio de búsqueda musical"
Iamus podría triunfar en el pop
La creación de música contemporánea y de sinfonías como las que han demostrado su capacidad plantea una pregunta obvia: ¿puede Iamus crear todo tipo de música? ¿Podría crear del estilo de Taylor Swift o de Justin Bieber sin que nadie lo supiese? Para nuestro experto el reto no lo es en absoluto:
> Iamus está programado para componer clásica contemporánea. Un cluster posterior, Melomics109, fue programado para música popular (es decir, todo lo que no es música de arte, como contemporánea o jazz) y publicó un álbum recopilatorio (0music) en 2014. Desconozco la obra de Swift o Bieber, pero he oído lo suficiente del género para saber que carece de complejidad, si hay algoritmos que emulan a Bach y Mozart, probablemente lo tengan más fácil en el pop. > >
Aquí es importante señalar que la complejidad para la creación de piezas de música contemporánea es mucho mayor que para esas canciones que dominan nuestras bibliotecas musicales. Precisamente le preguntábamos si Iamus sería también capaz de trabajar con géneros aparentemente más aleatorios como el jazz, a lo que el Sr. Vico nos explicaba que "no es tan aleatorio como parece, los músicos utilizan reglas en último término para guiarse".
Crear ese tipo de música parece por tanto totalmente factible, pero otra cosa es, como nos decía el Sr. Vico, que esa canción creada acabe convirtiéndose en un tema de éxito. "En mi opinión", nos decía, "la clave, más que en la composición (que no realizan artistas, sino psicólogos de la música), hay que buscarla en las campañas de marketing con que envuelven a estos temas: la inversión económica pesa más que la distribución de las notas".
La creación artística podría sufrir toda una revolución
Para el Sr. Vico Iamus plantea un cambio drástico en la industria musical. Hoy en día cualquiera puede escribir un poema, hacer una buena fotografía, o escribir una novela, asegura, pero hacer una canción y escribir una obra de orquesta "requiere años de conservatorio, dotes y mucha paciencia".
Que un desarrollo como este pueda lograr componer -y sintetizar- obras de todo tipo deja claro que el panorama creativo podría cambiar mucho en este ámbito, tanto a nivel de los usuarios finales -con opciones mucho más afines a sus necesidades en cada momento- como desde luego a los usuarios profesionales:
En cuanto al profesional, sí, es inevitable pensar que reducirá empleos, pero también abrirá nuevas formas de negocio: ¿una sinfonía personalizada para su boda?, ¿una nana para el bebé?, pocos pagarían hoy por eso, pero si los costes se abaratan, quizás sí; terapias para el trastorno del sueño, para aliviar el dolor crónico, para la ansiedad..., es costoso traer un intérprete y poco eficiente utilizar un CD, en cambio, si los móviles pueden adaptar la reproducción al estado del paciente, tendríamos rendimiento a bajo coste.
El cambio tendría sus lógicas ventajas y desventajas, pero para el Sr. Vico "todo esto ayudaría a democratizar aún más la música. Los músicos profesionales ganarían nichos de mercado, para elegir la pieza ideal, o para postproducir y adaptar un tema al cortometraje con escaso presupuesto".
Nuestro proceso creativo y el de la máquina no tienen nada que ver
¿Existen diferencias entre la forma en la que nosotros creamos música y la forma en la que Iamus lo hace? La respuesta era contundente: "Muchas. [...] Nuestro cerebro no codifica soluciones, busca más en profundidad y menos en amplitud (resulta complicado mantener en mente 100 obras para componer una)". La estrategia de Iamus es distinta:
Iamus comienza generando un conjunto amplio de obras muy sencillas (quizás con una única nota), las evalúa (¿en qué medida cumple con la duración, la orquestación, el estilo pedido?) y selecciona a las mejores, que darán lugar a nuevas obras un poco más complejas y más "adaptadas al entorno". Para esto, cada obra está representada con un genoma artificial, que permite aplicar mutaciones, así la obra mantendrá sus cualidades, pero sin ser exactamente igual.
El Sr. Vico comparaba de hecho el proceso creativo de Iamus con el de la teoría de la evolución de las especies: Iamus crea "por acumulación de alteraciones beneficiosas", y de hecho gracias a esa aproximación al problema se logró crear esa obra de orquesta completa que interpretó la LSO en Londres.
Los seres humanos no trabajamos de ese modo: "tenemos que inspirarnos en los modelos menos convencionales para encontrar soluciones: aprendimos a volar cuando dejamos de observar los pájaros, por lo mismo debemos descartar el cerebro como modelo de creatividad. A fin de cuentas, sabemos tan poco de su funcionamiento..."
Ese proceso creativo no solo es aplicable a la creación musica, y como nos explicaba el creador de Iamus "la computación evolutiva se enmarca en las técnicas bioinspiradas de soft-computing, es decir aquellas donde se especifica qué se busca, en lugar de cómo ha de buscarse, por lo que la carga del proceso la soporta un algoritmo de optimización". Esas técnicas permiten que alcanzar el nivel humano de creatividad pueda ser "una meta alcanzable", aunque este experto nos recuerda que llegar a eso "va a suponer un esfuerzo serio y una inversión".
La IA podría plantear un problema, pero tenemos otros más importantes
Hablábamos en Xataka hace algún tiempo de esa "Skynet benévola" y del debate sobre los límites de la inteligencia artificial. Como experto en el tema, ¿plantea realmente una amenaza de futuro la inteligencia artificial?
Para el Sr. Vico tal escenario se ha exagerado de forma desproporcionada: "Desgraciadamente vivimos en una sociedad muy atenta a las amenazas y a los desastres (en ocasiones es patológico, al borde de la paranoia)", nos decía "quizás por eso la rebelión de los robots inspira tantas noticias, literatura y producciones cinematográficas". Uno de los principales problemas es que según este experto "aún no entendemos qué son la inteligencia y la consciencia":
En los 80, un comportamiento inteligente era levantar una taza sin derramar el café; en los 90 se interpretó la victoria de Deep Blue como el asalto definitivo (¡lo fue para IBM!, a pesar de las dudas sobre su juego limpio); actualmente el límite lo ponen Siri y el automóvil sin conductor, que consiguen reconocer un mensaje hablado, y guiarse en un circuito urbano. Esto lo llevamos haciendo décadas, sólo que ahora se hace más eficientemente, tanto que permite soluciones comerciales, y (debo insistir) la supuesta inteligencia de un producto es un magnífico argumento de venta.
Lo que es evidente es que en cualquier disciplina científica "siempre hay que vigilar los aspectos éticos", y el Sr. Vico nos ponía los ejemplos que están asolando ahora a la informática con temas como la privacidad, el cyberbulling o el tracking de personas. "Hacer máquinas demasiado humanas no parece estar acotado por ahora", destacaba "pero si incorporan lo peor del ser humano, causarían problemas".
La conclusión del Sr. Vico sobre esa potencial amenaza era no obstante mucho más coherente que la de otras personalidades que han expresado esa preocupación: que la IA pueda ser un problema es una hipótesis a mucho más largo plazo que otras cuestiones mucho más preocupantes a corto:
Sin quitar relevancia al asunto, por el momento me preocupa más que personajes cuestionables como Trump, Clinton o Putin comanden los ejércitos más destructivos del planeta, que las religiones sigan condicionando la vida de las personas, y que permitamos a las multinacionales maniobrar en su beneficio mientras alteran irreversiblemente el ecosistema de la humanidad.
En Xataka | Antes de hablar de inteligencia artificial... ¿qué es la inteligencia?
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