¿Bad Bunny y Rihanna? ¿Drake y The Weeknd? Está naciendo una era de éxitos musicales generados por IA

‘Por Qué’ es el nombre de la última canción de Bad Bunny en la que también colabora Rihanna. Excepto que la canción no fue compuesta -ni cantada- por ninguno de los dos artistas, sino por el usuario ‘Ghostwriter’, que la creó por medio de IA generativa.

La canción fue subida a Soundcloud, YouTube y Tiktok al mismo tiempo y, claro, no tomó mucho tiempo que tanto el tema como la cuenta fueran cerradas en Soundcloud. Es probable que esta nueva canción haya sido creada por la misma persona detrás del mashup entre Drake y The Weeknd, también generado por IA, que causó revuelo la semana pasada.

Lo más impresionante de la canción es que en verdad suena como si hubiera sido escrita e interpretada por Bad Bunny. Incluso tiene el ‘Bad Bunny baby’ que ha caracterizado muchas de sus canciones más populares.

Un nuevo campo

En tan solo unos cuantos meses de uso masivo, la IA generativa (expresada en servicios populares como Dall-E, Midjourney o ChatGPT) ha mostrado su enorme, impredecible potencial. Etre docenas de herramientas, hay algunas IA que pueden imitar voces para sonar de una u otra manera, como por ejemplo para cuñas de radio.

Era cuestión de tiempo para que la industria de la música se convirtiera en un nuevo campo de acción de estas tecnologías. Muchos sellos disqueros se han empezado a preocupar por la capacidad que tiene la IA para generar nuevas canciones en tiempo récord.

En el caso de Ghostwriter, todos los elementos han sido compuestos utilizando diferentes fuentes, todas basadas en IA.

Hasta la imagen de portada fue generada utilizando IA, por lo que esencialmente todo el producto que escuchamos solamente ha tenido intervención humana en el sentido de unificar todos los materiales generados.

¿Qué ha hecho la industria musical?

La respuesta de la industria disquera fue rápida y definitiva, cerrando todas las cuentas e intentando eliminar todo rastro de la canción. Sin embargo, la pieza fue replicada rápidamente en canales de YouTube y en redes sociales.

La IA es uno de los desafíos más grandes para los derechos de autor, que no reconoce como protegible una creación cuyo autor no es humano. Pero eso no evita que sistemas cada vez más poderosos copien el estilo de artistas reconocidos en una multitud de campos. En Colombia, por ejemplo, se pueden registrar y proteger melodías originales, pero difícilmente existe un esquema para proteger cosas como la voz o el estilo del artista.

No todos en la industria está en oposición a las IA. Artistas como David Guetta de hecho han creado piezas usando IA, y el artista ha llegado a decir que cree que es ‘el futuro’. 

Otros, como la cantante canadiense Grimes, han dicho públicamente que sus fans pueden usar su voz para canciones generadas por IA, siempre que se repartan las ganancias a partes iguales con la artista. Por su parte, músicos independientes como Nick Cave han expresado que detestan por completo la tecnología.

En términos estrictamente legales, no es posible proteger la voz por medio de los derechos de autor. Sin embargo, lo que sí se puede proteger es el nombre o la marca del artista, por lo que el delito en este caso está más relacionado con la representación falsa de los cantantes, más que por imitar las voces de Bad Bunny y Rihanna.

La situación es igual de confusa cuando hablamos de los sellos disqueros. Universal Music ha sido estricto en prohibir por completo cualquier creación de IA con sus artistas, mientras que Sony Music ha liberado herramientas a sus músicos para apoyar en el proceso de creación.

Aunque plataformas como Spotify y Soundcloud han sido rápidas en eliminar la canción para que no sea confundida con temas originales, todavía existe la inquietud de cómo poder moderar este tipo de contenidos a gran escala.

Daniel Ek, CEO de Spotify, dijo recientemente que la IA generativa representa ‘preocupaciones legítimas’ para los derechos de autor, pero indicó que no quiere eliminar por completo las canciones de IA en su plataforma.

Por ahora, como en muchos otros aspectos relacionados a la IA, no existe un marco de referencia sobre cómo tratar este tipo de contenidos más allá de una prohibición que, de hecho, poco ha funcionado para la industria en el pasado.