En los cerca de cinco minutos que te va a tomar leer esta nota, podrías escuchar Midnight Rain, de Taylor Swift, casi dos veces. Si escoges Poland, de Lil Yachty, podrías reproducirla casi cuatro veces. Por otro lado… ¿por qué querrías escuchar Poland cuatro veces?
Lo cierto es que ambos temas son exponentes, quizá algo extremos, de una tendencia que por años ha dado de qué hablar y que resurgió esta semana por un informe de The Washington Post: las cifras demuestran que las canciones son cada vez más cortas.
Una quinta parte de las canciones nominadas en los premios Grammy de este año dura menos de tres minutos. La estadística indica que en los últimos 25 años la duración promedio de una canción en el Billboard Hot 100 ha disminuido de más de cuatro minutos a alrededor de tres, independientemente del género.
Factores de forma
La duración de una canción no esta dictada solo por la inspiración, sino que a menudo debe doblegarse a las limitaciones del medio empleado para preservarla. En su momento, esas limitaciones eran, muy literalmente, el tamaño de los discos de vinilo.
Un sencillo típico podía contener solo alrededor de cinco minutos de audio por lado, reproduciendo a 45 rpm. Esta restricción, junto con las necesidades comerciales y de programación de la radio tradicional, estableció la duración estándar de las canciones: de tres a cinco minutos.
Los artistas acogieron la convención y la industria dejó de preguntarse si había una razón o no. Ocasionalmente, artistas con el peso para desafiar las convenciones lanzaban monstruos de exagerada duración, de Coma, de Gun’s N Roses (10:16) a Dogs, de Pink Floyd (17:05). Y pensar que creíamos que Bohemian Rhapsody era larga.
Entonces, el formato dictaba la forma.
Pero la década de los 80 trajo nuevas posibilidades. Los discos de vinilo dieron paso, primero, a las cintas magnéticas y, luego, a los CD. Súbitamente no había razón para forzar a cortar una canción si no se deseaba y la industria vio un pico en la duración media de las canciones, que subió a 4 minutos y 21 segundos en 1992.
A propósito, 1992 es el año en que Madonna lanzó Deeper and Depper, que dura casi seis minutos. Como ella, muchos artistas disfrutaron de una mayor libertad y experimentaron, entre otras cosas, con composiciones más largas y complejas.
Las leyes del streaming
La llegada de la era digital y de las plataformas de streaming solo sirvió para derribar cualquier barrera que pudiera quedar. Servicios como Spotify y Apple Music hacían innecesario pensar en límites de tiempo… a menos que planearas recibir dinero por tu música.
Eso es porque con el streaming llegaron nuevas prioridades: participación y repetición.
Los artistas se enfrentan ahora al reto de captar rápidamente la atención de los oyentes. El modelo de streaming, que recompensa las canciones que mantienen el interés de los oyentes, fomenta el uso de pistas más cortas. Las canciones que pueden enganchar a los oyentes de inmediato tienen más probabilidades de tener éxito y las más cortas favorecen la repetición instantánea.
Este cambio también está impulsado por la mecánica de los derechos de autor del streaming. Con pagos vinculados a la cantidad de reproducciones y la participación de los oyentes, las canciones más cortas que impulsan la repetición pueden ser más lucrativas.
Y todo se acentúa si consideramos que TikTok surgió como la mayor vitrina para la música nueva -e incluso para música vieja, quie de pronto salta a la popularidad, como Makeba, de Jain, o Pedro, de Raffaella Carrá, que respectivamente fueron compuestas en 2015 y en 1982.
Canciones como la mencionada Poland de Lil Yachty encarnan esta nueva tendencia. Con solo 83 segundos, resultó perfecta para el scroll infinito de TikTok, y pocos pondrían en duda que eso jugó un papel determinante en su ascenso a la cima del Billboard Hot 100.
La influencia del K-pop también es evidente en la tendencia hacia canciones más cortas. Super Shy de NewJeans, la canción del verano de 2023 en TikTok en Corea, dura solo 2 minutos y 34 segundos. A pesar de eso es la canción más larga de su album.
Incluso la superestrella Taylor Swift se ha adaptado a estas normas cambiantes. Durante la última década, la duración promedio de las canciones de Swift ha disminuido. Su álbum de 2010 Speak Now tuvo una duración promedio de 4:47, mientras que su álbum de 2019 Lover tuvo una duración promedio de 3:26.
Pero justamente Swift demuestra que nada está escrito en piedra. En 2021, la megaestrella lanzó All too well, una balada de 10 minutos, que se convirtió en la canción número uno más larga en la historia de las listas, al superar a American Pie, de 1972, de Don McLean.
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