En un mundo donde la línea entre la realidad y la virtualidad se desdibuja cada vez más, el reciente alboroto entre los devotos de Hatsune Miku pone de relieve la precaria danza entre la expectativa y la decepción en la era digital.
Verán, la conmoción que dio origen a esta nota ocurrió porque la estrella, que debemos enfatizar, no existe, sino que es un dibujo animado, no se presentó en forma de un holograma, como es habitual, sino en una pantalla de video.
Como resultado, cientos de sus fans sintieron que su amada estrella no asistió.
Yo sé. Yo sé.
Todo ocurrió en la más reciente versión de la Miku Expo, el espectáculo anual que celebra a la estrella del pop virtual. La decisión de no proyectar el tradicional holograma y optar, en cambio, por una mucho más convencional pantalla LED, dejó a los fanáticos pidiendo explicaciones y, de paso, que les devuelvan su dinero.
Para los no iniciados, Hatsune Miku no es la típica sensación pop. Ella es el epítome de la diva digital, una Vocaloid, una creación impulsada por software que sintetiza voces a partir de prompts de letras y melodías.
Pero a pesar de sus orígenes virtuales, la pasión que despierta Miku en sus fans es muy real. Miku Expo, una colaboración entre Crypton Future Media y Crunchyroll, es el equivalente a una peregrinación para sus devotos, con conciertos, exhibiciones y experiencias inmersivas que culminan en una actuación virtual de la luminosa cantante de cabello azul.
Escándalo
Como decíamos, la última versión de Miku Expo, que comenzó en Vancouver el 4 de abril, provocó la ira de multitudes cuando los fanáticos descubrieron que la presentación de Miku quedaría relegada a una mera pantalla en lugar del impresionante holograma que esperaban.
Las redes sociales estallaron con imágenes de fanáticos decepcionados, cuyas reacciones iban desde la incredulidad hasta la frustración y la rabia absoluta.
La diferencia entre la calidad técnica de espectáculos holográficos anteriores y la pantalla LED fue marcada. Aunque algunos argumentaron que la experiencia era más tolerable desde ciertos puntos de vista, el consenso general era claro: la magia se perdió. Miku no se presentó.
La razón es que la pantalla arruinaba la sensación de inmersión que esperaba la audiencia. Aunque la banda -dijeron los asistentes- se lució, la experiencia se sintió más como una película en un cine que como un concierto.
Para efectos de comparación, así debería lucir el show:
Una petición en Change.org que exige reembolsos completos ganó fuerza, denunciando la falta de transparencia de los organizadores del evento con respecto al cambio en la presentación.
Los críticos señalaron que el sitio web oficial de la exposición no informó adecuadamente a los asistentes sobre el cambio, sin mencionar específicamente la sustitución del holograma por la pantalla LED.
Para colmo de males, surgieron informes de puestos de merchandising con existencias insuficientes, particularmente en el departamento de lightsticks, un accesorio básico para cualquier concierto de Hatsune Miku.
Todo esto, en últimas, más que una anécdota, es una advertencia. Si tu producto es una estrella conocida por su presencia virtual, no debería extrañarte que sus fanáticos no quieran reducirla a una imagen en una pantalla. A medida que los fanáticos exigen más responsabilidad y transparencia, los organizadores se ven obligados a lidiar con el delicado equilibrio entre la innovación y las expectativas en el panorama en constante evolución del entretenimiento virtual.
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