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Ya hay universidades que saben que no vas mucho a clase o a la biblioteca y no están en China, sino en EE.UU.

Qué tiempos aquellos en los que uno se saltaba alguna clase para relajarse un poco en el bar de la universidad y jugar un mus. Eso ahora se va a poner más difícil, al menos en Estados Unidos... y no solo porque allí no jueguen (mucho) al mus.

En ese varias universidades han comenzado a integrar sistemas de vigilancia y monitorización de los estudiantes a través de balizas Bluetooth y redes Wi-Fi, y la invasión de la privacidad es casi total. Es la última gota que colma el vaso de ese fenómeno cada vez más extendido y del que hasta ahora China parecía ir especialmente adelantada.

Cuidado si no vas a clase

El año que acaba ha sido -entre otras cosas- el de la invasión (aceptada y) definitiva a nuestra privacidad, y ahora ese fenómeno se manifiesta incluso entre los estudiantes de algunas universidades en Estados Unidos, donde como indican en The Washington Post nuevos sistemas de seguimiento vigilan todo lo que hacen los alumnos.

El sistema Spotter se encarga de notificarle a los profesores y tutores si un alumno ha ido a ciertas clases y permite que este "gane puntos de asistencia" si cumple con las exigencias del curso en ese sentido.

Es, también, un método infalible para que los alumnos no falten. La clase de Jeff Rubin, un profesor de la Universidad de Siracusa, nunca había estado tan llena.

La clave, claro, es que los alumnos saben que los profesores les vigilan. Las redes instaladas en esas universidades monitorizan no solo el rendimiento académico, sino que incluso llegan a inferir cosas como su conducta o su salud mental en base a su actividad y a esos resultados.

Para esto último se estudian los sitios en los que ha pasado tiempo el estudiante. Que uno de ellos evite la cafetería puede significar que tenga algún desorden alumenticio, y otro que evita ir a clase podría estar deprimido. Aaron Benz, creador de Degree Analytics, afirmaba que aunque los datos no son concluyentes "pueden iluminar a la gente para que investigue y así los estudiantes no se descuiden".

Muchos a favor, muchos en contra

Las alarmas han saltado entre ciertos profesores y defensores de la educación tradicional, argumentando que violan la privacidad de los alumnos, algo curioso teniendo en cuenta que precisamente en Spotter hablan de la privacidad como uno de los pilares de la plataforma. La privacidad... ¿de quién?

Los alumnos también parecen estar en contra de esta medida. Robby Pfeifer, un estudiante de la Universidad de Richmond, comentaba "somos adultos, ¿realmente es necesario que se nos monitorice? ¿Cómo nos beneficia?".

Las preguntas son importantes porque cada vez más estos sistemas de monitorización pueden llegar a modificar y "moldear" la forma en la que la gente actúa. Para quienes los critican, estas medidas minan la independencia de los estudiantes y condicionan su comportamiento porque saben que están siendo vigilados.

La tecnología instalada en las universidades se basa en el uso de transmisores y receptores Bluetooth (las balizas que fueron tendencia hace unos años) y también en puntos de acceso WiFi. Con esa infraestructura se logran capturar según una de las empresas consultadas por el WaPo hasta 6.000 puntos de ubicación por día y estudiante.

Esos datos, afirman los que apoyan estos sistemas, permiten a los educadores establecer "puntuaciones de riesgo" de cada alumno basándose por ejemplo en si el estudiante va lo suficiente a la biblioteca. Tami Chievous, de la Universidad de Missouri, afirmaba que "los estudiantes tienen tantas distracciones que tenemos que asegurarnos de que hacen lo correcto".

Los datos recolectados por Spotter pueden agregarse en ciertos grupos demográficos, y factores como la asistencia puede determinar la toma de decisiones con alumnos que faltan mucho: retirarles becas puede ser una de esas opciones, pero también pueden influir en las notas finales de las asignaturas.

Mientras que algunos alumnos parecen no tener aparentes problemas con estos sistemas afirmando que no tienen nada que ocultar, otros -como el de este periódico universitario de la Virginia Commowealth University (VCU)- critican este tipo de iniciativas. Lo hacen "todo en pos del "éxito académico" según la VCU. Y una mierda éxito académico" afirma la autora, que añade los resultados de un estudio de 2010 que revelaba que la asistencia obligatorio no repercutía en las notas que sacaban los alumnos.

La medida es desde luego polémica, y queda por ver si no se convierte en una tendencia creciente en Estados Unidos pero también fuera de este país. Si es así, cuidado con esas partidas de mus.

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