Cuando Amazon Echo graba un presunto asesinato se abre de nuevo el debate sobre privacidad

Hace un año se produjo un asesinato en Bentonville, Arkansas. La peculiaridad de este suceso es que en el domicilio en el que se produjo había instalados una serie de dispositivos inteligentes, y entre ellos, un Amazon Echo que según la policía podría ayudar a resolver el caso.

Los cuerpos de seguridad han pedido acceso a Amazon que les dé acceso a las grabaciones que se realizaron desde aquel Amazon Echo en el momento de los hechos, pero la empresa liderada por Jeff Bezos se ha negado, algo que plantea nuevas dudas en esta era hiperconectada. ¿Pueden las autoridades acceder a esos datos privados en caso de necesidad?

Cuidado con lo que haces en casa: tus dispositivos podrían chivarse

El caso nos recuerda el que no hace mucho se produjo entre Apple y el FBI, y reabre las heridas y desde luego el debate sobre si nuestros dispositivos, que cada vez nos escuchan y monitorizan más tiempo y más a menudo, deberían ser aprovechados en casos en los que la justicia necesita aceso a ellos.

En este nuevo caso en particular nos encontramos con que el dueño de la casa y acusado del asesinato, James Andrew Bates, disponía de una gran cantidad de dispositivos conectados en su hogar. De hecho la policía no solo quiere tener acceso a las grabaciones de su Amazon Echo, sino que además un sensor en su bañera que reveló información singular.

En concreto el sensor mostró cómo se utilizaron 530 litros de agua entre la 1 y las 3 de la madrugada en la noche que se encontró a Victor Collins, la persona asesinada, en esa bañera. Para la policía esta podría ser la señal inequívoca de que Bates utilizó toda ese agua para limpiar la escena del crimen.

¿Cuánto nos escuchan nuestros dispositivos?

La pregunta es obvia: ¿debería ser la información recolectada por todos esos dispositivos "inteligentes" utilizada contra nosotros en casos criminales? Para el abogado de Bates la respuesta es igualmente contundente: "uno cuenta con ciertas expectativas de privacidad en su hogar, y tengo un gran problema con el hecho de que las fuerzas de seguridad puedan usar contra nosotros la tecnología que mejora nuestra calidad de vida".

En NY Mag señalan que el Amazon Echo es un dispositivo que aun estando siempre en espera activa, solo comienza a recolectar información y a grabar nuestra voz y el sonido de ambiente solo cuando pronunciamos la orden de activación. Como ocurre con Google Home, en ese modo de espera activa se graba "pasivamente" todo lo que decimos, pero nada se envía ni a Amazon ni a Google.

Solo cuando pronunciamos "Alexa" o "Google Now" respectivamente se graba de forma activa para enviar esos clips de audio a los servidores de Amazon o Google, de forma que sea esa grabación la que se analice en las redes de servidores de estas empresas para que se completen los procesos de reconocimiento de voz y se active la respuesta necesaria a las peticiones realizadas por el usuario.

Esas grabaciones quedan almacenadas en nuestra cuenta de Amazon al usar el Echo, pero podremos acceder a ellas en todo momento para eliminarlas o para —si queremos— escuchar nuestras órdenes y peticiones de nuevo cuando lo necesitemos. Aunque no se ofrece información sobre cuánto tiempo permanecen almacenadas esas grabaciones, ciertos datos apuntan a que ese tiempo es de seis meses. Eso haría que la policía no pudiese acceder a las grabaciones hechas en el momento del asesinato, ya que este se produjo hace un año.

La industria y la justicia no ayudan (por ahora)

Como indican en TechDirt, uno de los problemas de la industria reside en el hecho de que las empresas que fabrican estos dispositivos y que desarrollan el software que los gobierna no son especialmente claras en lo que se refiere a la gestión de esos datos.

Uno no suele saber con exactitud qué datos se graban, cuándo se graban, qué se envía a los servidores, qué se comparte con terceras partes y qué es susceptible de acabar compartiéndose con los cuerpos y fuerzas de seguridad. Hay algunos casos especialmente llamativos en nuestro pasado reciente, como la FitBit que se usó en un caso en Canadá, pero también escándalos que rodean a fabricantes de televisores o incluso de juguetes.

Todos esos dispositivos que nos ayudan en nuestra vida diaria y la hacen más cómoda y ¿mejor? están planteando esa amenaza a la privacidad desde hace tiempo, y aunque algunos vean las actuaciones de Apple en el pasado y de Amazon en la actualidad como éticamente correctas, es necesario plantear el debate sobre si los cuerpos de seguridad deberían poder acceder a esos datos en caso de necesidad.

¿Cuáles serían esos casos? Aquí es donde como en otros casos tendríamos que ser especialmente cuidadosos, y la lógica parece apuntar a que como sucede en otros ámbitos, un juez tendría que decidir caso por caso y dar su visto bueno. Ha ocurrido con escuchas telefónicas y con accesos a equipos informáticos, así que parece razonable pensar que este tipo de dispositivos de uso privado podrán ser inspeccionados si la justicia decide que es necesario.

Lo que parece evidente, ocurra lo que ocurra con el caso de Amazon Echo, es que este tipo de sucesos van a ir a más. Necesitamos que este tipo de situaciones estén reguladas, porque la jurisprudencia es prácticamente inexistente y está poco preparada para lidiar con un mundo que cada vez nos escucha más. Para nuestra suerte... o para nuestra desgracia.

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