Una calculadora científica TI-84 Plus cuesta unos 130 euros actualmente. "Ya, pero es que es una calculadora gráfica", dirán algunos. Lo es, ciertamente, pero ese precio parece absolutamente desorbitado si tenemos en cuenta que el primer modelo se lanzó hace 15 años y que su hardware es casi ridículo a estas alturas: una CPU Zilog Z80 (sí, la de los Spectrum) a 6 MHz, 128 KB de RAM, 1 MB de ROM y una pantalla a color de 2,8 pulgadas y 320x240 píxeles de resolución.
Cualquier móvil de gama de entrada hace mucho más por lo mismo (o menos), y precisamente por eso resulta tan sorprendente comprobar cómo este singular mercado no cuenta con alternativas que deberían ser obvias y que podrían aportar calculadoras gráficas mucho más baratas y superiores en rendimiento. ¿Por qué Texas Instruments u otras como HP tienen este dominio casi monopolístico de este mercado?
El mundo ha avanzado: las calculadoras de Texas Instruments, no tanto
Texas instruments lanzó su TI-83 se lanzó en 1996. Aquel "ladrillo" en forma de calculadora gráfica nació el mismo año que Google o que se lanzaron la Palm Pilot y Hot Mail. No parecía un gran avance tecnológico, pero lo cierto es que lo fue, al menos en un sector educativo y académico en el que este dispositivo arrasó.
De hecho con esta calculadora nació un nicho de mercado tremendamente lucrativo para Texas Instruments. Su familia TI-83 dio lugar a la actual familia TI-84, que nació en 2004 y que desde entonces se ha renovado con un par de modelos que entre otras cosas han añadido pantalla a color para esas gráficas.
El coste de esas calculadoras ya era elevado cuando se lanzaron, pero en 2019 es especialmente llamativo pensar en que una calculadora con un hardware muy inferior en varios apartados al de la primera Raspberry Pi o al de cualquier reloj cuantificador reciente de gama básica cueste lo que cuesta.
Pero lo hace, y consigue así ser un producto muy rentable para Texas Instruments. Según The Washington Post el coste de materiales de estas calculadoras no sobrepasa los 20 dólares, pero se venden por 5 o 6 veces más, lo que redunda en un margen de beneficio asombroso que incluso Apple envidiaría.
Esos datos se combinan con otros igualmente aplastantes: Texas Instruments es dominador absoluto del mercado de las calculadoras gráficas, y en el curso 2013-2014 el 93% de todas las calculadoras de este tipo que se vendieron en Estados Unidos eran de esta firma.
Los responsables de Texas Instruments han aprovechado el tirón, y en los últimos años se han renovado ligeramente con la familia TI-Nspire, que en sus modelos más potentes (las TI-Nspire CX II CAS) cuenta con procesadores ARM9 a 396 MHz, 64 MB de RAM y 128 MB de capacidad. Por primera vez usaban además baterías recargables en lugar de pilas. Uno de estos modelos ronda los 200 euros en la actualidad.
Pero las Nspire no tuvieron muy buena acogida, y los profesores indicaron en su lanzamiento en 2009 que eran "innecesariamente complejas". Son los modelos antiguos los que siguen triunfando en ventas. Los mismos modelos toscos, pesados, y limitados que se vendían hacen 15 años y que se siguen vendiendo hoy a precio de oro. Texas Instruments domina el mercado en Estados Unidos, mientras que en otros países compite con otras firmas como HP o Casio con diferente resultado.
Texas Instruments invierte mucho, pero no precisamente en actualizar sus calculadoras
En todos los casos la pregunta es la misma. ¿Por qué dispositivos tan limitados, siendo tan caros, siguen vendiéndose tanto? La respuesta podría estar en los propios sistemas educativos, que como en el caso de Estados Unidos han ido construyendo una relación de dependencia con las calculadoras de Texas Instruments.
La empresa, como revelaba Mic en 2014, ofrece a educadores, empresas e instituciones una serie de materiales adicionales que durante años han ido reforzando su privilegiada posición. La comunidad de usuarios de estas calculadoras es muy entusiasta, y existen sitios como TiCalc que se han convertido en verdaderos referentes de este nicho de mercado. La gente hasta se dedica a dibujar en esta calculadora.
En Estados Unidos más de 100.000 profesores han participado de una forma u otra en la llamada Teachers Teaching with Technology (T3), una comunidad que ofrece conferencias, cursos presenciales y online para educadores a la hora de trabajar con estas calculadoras. Incluso hay un teléfono de atención (1-800-TI-CARES) que refuerza ese mimo que Texas Instruments demuestra hacia los clientes de este nicho de mercado. La relevancia de Texas Instruments en este mercado es tal que sus calculadoras son de los pocos dispositivos permitidos durante exámenes clave en el ciclo educativo estadounidense como el SAT (algo así como la selectividad española). Por supuesto, ni hablar de smartphones en esas pruebas.
Pearson, la conocida editorial de libros escolares y universitarios, incluye ilustraciones de calculadoras TI que dejan claro que se trata del dispositivo ideal para completar algunas tareas, pero su propio uso a lo largo de los años las ha convertido en un estándar de facto del que cuesta moverse porque la curva de aprendizaje para este tipo de dispositivos es notable.
Las alternativas están, pero como si no estuvieran
De hecho hay una alternativa obvia a estas calculadoras: el propio teléfono móvil, sobre todo cuando existen aplicaciones como Wabbitemu que simulan diversos modelos de calculadoras gráficas de Texas Instruments sin problemas en la pantalla del smartphone (y de los equipos basados en Windows y macOS).
El problema reside en que los móviles no se permiten habitualmente en clase, pero sí se permiten calculadoras. Hay ya pruebas piloto de clases en Estados Unidos en las que se usan aplicaciones como Desmos -una calculadora gráfica HTML5 para navegadores-, pero de momento el problema reside no tanto en ofrecer esa emulación de calculadora gráfica como en la de cortar el resto de aplicaciones y prestaciones de un smartphone que pueden distraer al alumno y que también pueden ser usadas para hacer trampas en pruebas de evaluación.
Aún así, resulta sorprendente que no haya demasiados competidores que logren competir en este mercado. Hay quien lo intenta, y Casio por ejemplo dispone de calculadoras gráficas similares en prestaciones a las de Texas Instruments pero considerablemente más baratas. Aún así no logran cuajar, algo que para el profesor Bob Lochel, que ejerce en una escuela de Hatboro, en Pensilvania, tiene una explicación sencilla. La diferencia entre Texas Instruments y Casio "es el marketing".
También está la forma de usar estas calculadoras, que cambia de un fabricante a otro en ciertas funciones y que por tanto hace que la curva de aprendizaje sirva de barrera para nuevos usuarios.
Amy Chow, coordinadora de formación nacional en EE.UU. en Casio, lo comentaba en The Washington Post indicando que esa curva de aprendizaje es algo "a lo que nos enfrentamos, que los profesores se preocupen por cuánto tiempo tardarán en aprender el nuevo sistema".
No parece por tanto que la situación pueda cambiar fácilmente, y quizás dentro de 10 o 20 años estemos aún igual de sorprendidos por el éxito de unas obsoletas y carísimas calculadoras que han aprendido muy bien cómo convertirse en irremplazables para millones de alumnos en todo el mundo.
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