La física siempre, siempre es fascinante en todas sus ramas y la de la óptica no defrauda. Nuestro cerebro tiene una curiosa relación con los receptores de nuestra retina y a veces nos la puede jugar, y el caso es que la luz marrón no existe.
De buenas a primeras nos puede resultar difícil de entender o podemos reaccionar con incredulidad por el mero principio de la visión: los ojos reciben la luz que rebotan los objetos, correspondiendo a cada color una longitud de onda, y en efecto vemos muchos objetos marrones. Pero precisamente son las características de la luz por las que la luz marrón no existe.
Buscando a Wally en el arco iris
Uno de los descubrimientos de Isaac Newton fue la dispersión de la luz, por la que demostró que la luz blanca se descompone en diferentes colores, aunque tendrían que pasar algunos años más para que Young diese una explicación a esto: que cada color tiene una longitud de onda diferente. La dispersión de la luz blanca no es otra cosa que el arco iris, de ahí que se asuma que la luz blanca (o el color blanco) sean todos los colores y que el negro sea la ausencia total.
Nosotros vemos porque tenemos en la retina unas células (los conos) que son capaces de discernir unos 10 millones de colores distintos, habiendo conos de onda corta y larga según la longitud de onda que absorban sus pigmentos. Esta excitación que sufren se "traduce" como impulso eléctrico, el idioma del cerebro, donde se interpreta y finaliza el proceso de la visión.
Este espectro de colores (la luz visible) se simplifica en un sistema de tres colores que posiblemente os suene: rojo, verde y azul. Un sistema que se forma a través de los tres tipos de conos de nuestras retinas.
Hasta aquí el recordatorio de biología del instituto, ahora vayamos a lo de la luz marrón. Si nos fijamos en el arco iris vemos violeta, azul, verde, amarillo, naranja, rojo y los gradientes entre ellos, de modo que el color violeta es el que tiene mayor frecuencia (y menor longitud de onda) y por eso sufre más desviación y con el rojo pasa lo contrario.
Muy bien, ¿y dónde está el marrón en el arco iris? No, no busques, porque no está.
Un color por contexto y no por física
De hecho, no es posible crear luz marrón con unos LEDs RGB, capaces de crear luz de casi todos los colores. Ni siquiera el marrón existe como longitud de onda, sino que es un color por contexto. En realidad es naranja, pero más oscuro, como muy bien explican en Technology Connections.
Aproximadamente en el instante 8:20 hay una prueba para que veamos cómo es un color que percibimos según el contexto. Para comprobarlo necesitaréis estar en un entorno oscuro, eso sí.
El marrón es más bien una concepción o algo acordado, casi social, ya que la longitud de onda que corresponde al marrón es la del naranja, pero eliminando el brillo. Esto se ve muy bien, como nos muestran, teniendo en cuenta los componentes saturación, tono y brillo, y viendo que el marrón es, efectivamente, naranja oscuro (y el magenta es también un apaño para cerrar el arco iris, por cierto), pero que en otros casos de color oscuro no tiene este nombre propio.
De este modo, podemos producir luz en muchos tonos y podemos producir más o menos, pero no podemos eliminarla. Si vamos al vídeo que adjuntábamos, vemos hacia el instante 18:25 no es posible crear luz marrón con unos LEDs y que queda algo así como un naranja apagado.
Así, el marrón nos podrá gustar más o menos como color, pero lo cierto es que, en realidad, es un naranja disfrazado (o escondido). Curiosamente, las explicaciones con óleos son bastante útiles para esto, dado que si mezclamos el rojo con el negro sale marrón, lo que viene a ser "añadir oscuridad" a uno de los colores primarios.