La relación entre Corea del Norte y Corea del Sur es compleja en el mejor de los casos y los días de relativa calma son cada vez más inusuales. La creciente escalada de hostilidad entre ambos países ha adquirido tal dimensión en los últimos meses, que las maneras de incomodarse e intimidarse mutuamente llegan a extremos que van de lo extraño a lo ominoso.
El conflicto comenzó a intensificarse durante el verano boreal de este año, cuando globos lanzados desde el Norte, cargados de basura, dejaron caer su pestilente pero por lo demás inofensiva carga en el vecino del sur.
Esa provocación fue respondida a su vez con drones y propaganda lanzados por los del Sur, lo que devino en una espiral de intercambios hostiles que no da señas de ir a cesar.
Pero lo más reciente en este clima de animosidad es la incorporación de un nuevo y perturbador elemento: el bombardeo sonoro.
Guerra psicológica
Desde julio, Corea del Norte implementó una táctica inédita en su ya conocida estrategia de guerra psicológica. Según reporta The New York Times, la zona desmilitarizada entre ambos países es hoy escenario de una guerra psicológica basada en el ruido.
En lugar de los tradicionales altavoces propagandísticos, los norcoreanos han recurrido a emitir ruidos metálicos y discordantes, descritos por los habitantes surcoreanos como sonidos "amenazantes" y propios de una película de terror.
Esta ofensiva sonora se mantiene 24 horas al día, con el claro objetivo de desestabilizar emocionalmente a las comunidades cercanas a la línea divisoria. Y todo indica que la estrategia ha tenido éxito.
La pequeña localidad de Dangsan, situada a tan solo un kilómetro de la frontera, es una de las más afectadas. Sus residentes, en su mayoría personas mayores, han comenzado a sufrir serios problemas de salud, como insomnio, ansiedad y dolores de cabeza, como resultado de la constante exposición a los ruidos.
Para muchos, la vida cotidiana ha cambiado de manera marcada. Los niños ya no juegan al aire libre, las ventanas permanecen cerradas y algunos animales, como gallinas y cabras, también han mostrado signos de estrés.
Una táctica antigua, pero renovada
El uso de altavoces en la frontera no es algo nuevo. Desde la década de 1960, las dos Coreas han intercambiado, a través de altavoces, así como transmisiones radiales y sonoras, una lluvia de insultos y mensajes ideológicos.
Sin embargo, lo que ahora hace Corea del Norte es un giro significativo: en lugar de propaganda política, la estrategia se centra en ruidos "deshumanizantes" que buscan perturbar la tranquilidad de las zonas cercanas.
Esta táctica responde a la intención de contrarrestar las emisiones de propaganda surcoreana, especialmente las relacionadas con el K-pop y noticias que Seúl había retomado en 2024, después de un intervalo de seis años.
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