¿Y si Joe Biden no renuncia? Bueno, para eso se diseñó la 25ta enmienda

Joe Biden
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Franklin Delano Roosevelt, el trigésimosegundo presidente de EEUU, contrajo poliomielitis en la década de 1920. Afligido como estuvo por esa enfermedad toda su vida, estuvo en silla de ruedas durante toda su Presidencia. Caminaba con pesados aparatos ortopédicos en las piernas y se apoyaba siempre en un ayudante, por lo general su hijo, James.

Sin embargo, las imágenes de FDR en su silla de ruedas no son fáciles de hallar. Apenas hace unas semanas, un profesor de una universidad de Indiana halló una grabación que parece mostrar a Roosevelt siendo empujado en su silla de ruedas. Las imágenes ponen de relieve el grado real de la discapacidad del mandatario, un secreto que se ocultó al público hasta después de su muerte.

Roosevelt, que enfrentó durante su mandato la Gran Depresión y la mayor parte de la Segunda Guerra Mundial, tuvo la suerte de no vivir en una era de exposición constante, con ciclos noticiosos de 24 horas y el incesante parloteo de las redes sociales.

No es, no hace falta decirlo, el caso de Joe Biden. Por meses ha habido preocupaciones sobre la salud y la capacidad del presidente de 81 años, pero estas parecen haber alcanzado un punto de ebullición después de un desempeño inestable en un debate con Donald Trump el mes pasado.

Biden ha declarado que “no está ciego” a la percepción acerca de su edad, pero ha descartado la idea de renunciar. En cambio, les ha dicho a los otros líderes de su partido que "es hora de unirse y dejar las divisiones internas".

Eso no ha evitado que en círculos políticos, mediaticos y académicos se haya comenzado a ventilar una idea que habría parecido impensable hace seis meses: la de aplicar la 25ª Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos.

Una historia tumultuosa

Promulgada durante una época tumultuosa de agitación política y luto nacional, la enmienda 25 fue concebida y aprobada tras el asesinato de John F. Kennedy. Antes de su ratificación en 1967, la Constitución sólo hacía un esbozo rudimentario de los mecanismos de la sucesión presidencial y la transferencia del poder ejecutivo en tiempos de crisis.

Pero la repentina pérdida de un presidente cambió eso y puso de relieve los vacíos en ese marco, lo que provocó un esfuerzo bipartidista para refinar y fortalecer los fundamentos constitucionales de la nación.

Un elemento central de la arquitectura de la enmienda es su delineación de los procedimientos para la sucesión presidencial y el llenado de las vacantes vicepresidenciales. La sección 1 establece que en caso de muerte, renuncia o destitución del presidente, el vicepresidente asume la presidencia, una disposición que aclara y codifica un aspecto que la Constitución hacía implícito.

Más allá de su afirmación fundamental de la sucesión, la 25ª Enmienda resulta muy relevante hoy, porque aborda escenarios de incapacidad presidencial que van desde la discapacidad física hasta la discapacidad mental. La sección 3 faculta a un presidente en funciones a transferir voluntariamente la autoridad al vicepresidente, con lo que le permite eludir temporalmente las funciones del cargo sin hacer efectiva una transferencia oficial del poder.

25th

Esta disposición pasó a primer plano durante la presidencia de Ronald Reagan en 1985, cuando se sometió a una cirugía e invocó la Sección 3 para transferir temporalmente el poder al vicepresidente George H.W. Bush. La ejecución sin tropiezos de esta transferencia afirmó la utilidad práctica de la enmienda y subrayó su papel en el mantenimiento de la continuidad de la gobernabilidad durante la incapacidad presidencial.

¿Y si el Presidente no renuncia?

Pero quizá la faceta más debatida y consecuente de la 25ª Enmienda es la Sección 4, una disposición diseñada para circunstancias extraordinarias en las que la capacidad del presidente para desempeñar los poderes y deberes del cargo está en duda.

La activación de la Sección 4 implica una compleja interacción entre los poderes ejecutivo y legislativo, y requiere que el vicepresidente y la mayoría del gabinete o de un órgano designado por el Congreso declaren al presidente como “no apto”.

No parece ser el escenario en el que se halla EEUU hoy.

Esta disposición, concebida originalmente como salvaguardia contra posibles incapacidades o abusos del poder ejecutivo, se ha invocado con moderación y sigue siendo objeto de un intenso escrutinio jurídico y especulación política. Su aplicación efectiva por primera vez sumiría a la nación en aguas desconocidas, navegando por el equilibrio entre el deber constitucional y la conveniencia política.

Mientras la Enmienda 25 sea postulada exclusivamente por los republicanos, poco va a suceder. Los que hay que seguir con cuidado son los llamados que surjan -si surgen- al seno del partido Demócrata y, de nuevo, no parece un escenario probable en este momento.

Por ejemplo, la secretaria interina de Trabajo, Julie Su, de hecho se rió de una pregunta sobre la Enmienda en una entrevista en Fox News el fin de semana.

Edward Lawrence, de Fox Business, le preguntó a Su: "¿Ha habido alguna conversación entre los miembros del gabinete sobre invocar la 25ª Enmienda. Su se rió de la pregunta y calificó la sola idea como "absurda".

"Diré que de lo que estamos hablando es de reconocer que estamos en un momento en el que ha habido un progreso increíble", agregó. "Queremos seguir construyendo... No podemos darnos el lujo de volver atrás, no podemos darnos el lujo de revertir el rumbo".

Falta ver cuánto tiempo más la mención de la Enmienda 25 causa risa.

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