En la era de lo smart, las gafas no se quedan fuera especialmente en lo referente al deporte. Productos que integran sensores y auriculares que hacen de estas gafas otro wearable para monitorizar la actividad física, hasta el punto de ser un entrenador que "nos entiende mejor" como las Oakley Radar Pace. Y aunque es una empresa estadounidense, precisamente esa parte de software que nos entiende se ha desarrollado en Sevilla.
Al hablar de la tecnificación de los pasados Juegos Olímpicos de Río 2016 ya vimos que el equipo estadounidense de ciclismo había entrenado con las SOLOS, unas gafas con realidad aumentada para tener información continua de la práctica. Las de Oakley van algo más allá buscando una mejor interacción, y para saber cómo es este producto a fondo hemos hablado con Intel, empresa que ha desarrollado la parte de software del reconocimiento de voz.
Más allá de las lentes de protección
Tras las apps de tracking como Runkeeper y el boom de las pulseras de actividad, ahora éstas comparten terreno con sus propios híbridos con relojes deportivos. Éstos pasaron de ser pulsómetros de pantalla monocroma a relojes mucho más completos como el Polar W600 o el Apple Watch Series 2.
Desde hace un tiempo, ese testigo de intentar ser el complemento tecnológico ideal para la práctica de deporte lo están cogiendo las gafas inteligentes, aunque difieren bastante de lo que hemos visto hasta el momento como las Google Glass o las Hololens. En el caso de las Oakley Radar Pace integran multitud de sensores y auriculares, buscando que la información llegue de manera activa y pasiva al deportista sin que tenga que pulsar nada necesariamente.
Estos sensores (entre los que se incluyen acelerómetro, giroscopio, barómetro, sensores de proximidad y de humedad) se encargan de recoger la información para que el dispositivo la procese y puede informar en todo momento de pulsaciones, ritmo, distancia, velocidad, tiempo de actividad, etc. El usuario puede navegar con toques y swipes, así como realizar preguntas preconfiguradas para regular volumen, responder llamadas, etc. y obtener estos datos.
Además de los sensores, las Oakley montan lentes Prizm™, que según el fabricante maximizan el contraste y que prometen mejorar la visibilidad. Éstas están compuestas de Plutonite®, material que filtra los rayos UVA, UVB, UVC y la luz azul hasta 400 nanómetros.
La clave: el reconocimiento de voz
Donde participa Intel es en el desarrollo del software, concretamente en las interfaces de voz. Y es ahí donde entra en cierto modo Indisys, la empresa española de reconocimiento de voz que Intel adquirió en julio de 2013. Nosotros hemos contactado con Jesús González, uno de los trabajadores que nos ha dado más información sobre los detalles técnicos del producto y la tecnología propia que estrenan con ellas.
Empezando por la clasificación del mismo, matizándonos que estas gafas inteligentes se encuadran en la categoría de smart glasses con una CUI (Conversational User Interface) específica para ciclismo y carrera. Es decir, se trata de una aproximación de lo que es Siri o Alexa pero especializada en fitness.
El hecho de que hayan especializado el reconocimiento de voz a la práctica de los deportes es una de las ventajas sobre otros dispositivos similares, dado que según los desarrolladores las Oakley reconocen casi cualquier pregunta que se haga en relación al entrenamiento. Además, se trata de una comunicación bilateral, es decir, puede empezar tanto por parte del usuario como por parte del sistema.
Intel como tal ya trabajó, entre otras, en las Vuzix M300, las cuales incorporan un procesador Intel Atom y se lanzaron poco después de que Indisys entrase a formar parte de la compañía, pero éstas no incluyen ninguna interfaz de voz. De ahí que las Oakley sean las primeras gafas en las que se incorpora la tecnología propia Intel® Real Speech, en la que han estado trabajando más de cuatro años.
Lo que hace esta tecnología es combinar el machine learning con lenguajes múltiples para que haya una comunicación lo más fluida posible, sin que el usuario tenga que recordar unos comandos exactos para obtener cierta información. Es decir, al combinar numerosas estructuras gramaticales, modelos estadísticos de lenguaje e inteligencia artificial el sistema permite una mayor interacción, con intención de lograr conversaciones como tal en el futuro.
Así, las claves son un manejo con manos libres y lo más "natural" posible dentro de un contexto temático (que podamos pedirle la información con variedad de estructuras, pero no vamos a poder "conversar" de cualquier tema). Lo que se buscó también es alejarse un poco más de esas voces más "de robot", de modo que el tono de voz varía según el lenguaje basándose en preferencias culturales.
¿Para todos los públicos?
Uno de los aspectos que puede hacer que nos pensemos bastante la compra de unas gafas así es si nos va a compensar la inversión. Ya no hablamos de los 80 euros que nos puede costar un wearable sencillo, sino que las Oakley se ponen por encima de los 400 dólares (449 dólares, unos 423 euros) como los relojes inteligentes deportivos más completos.
No obstante, nos explican que el producto no está ideado para un público reducido como el que pueden ser los deportistas de élite (como el equipo de ciclismo estadounidense con las SOLOS. Las Oakley están destinadas para cualquier persona independientemente del nivel, de ahí que la app permita configurar el mismo. Además, el sistema es capaz de crear un plan de entrenamiento personalizado para el usuario que puede ir ajustándose conforme va avanzando.
Cada vez más gafas inteligentes para deporte
Las Oakley tienen como rasgo diferencial esta comunicación más natural con el usuario, pero no son el único producto que existe en esta gama ni mucho menos. Así queda frente a otras rivales en cuanto a sus características.
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En resumen, lo que aporta Oakley es que el deportista pueda practicar la actividad en cuestión escuchando la música que quiera y las indicaciones e información sobre su práctica de manera pasiva y activa. Lo que vemos en los vídeos es que además del ritmo, constantes, etc. el sistema avisa de si el trabajo está siendo excesivo o quedando por debajo según el objetivo de la sesión.
Como suele ocurrir, a la pregunta de si hay más dispositivos así en los que estén trabajando en estos momentos no nos puede responder, pero sí que nos asegura que el nivel de innovación y disrupción es muy alto. Así que quedamos pendientes de lo próximo mientras las gafas inteligentes van evolucionando.