Hace una semana, la farmacéutica española Rovi anunció que había llegado a un acuerdo con Moderna Therapeutics para colaborar con sus plantas madrileñas en las últimas fases de producción (llenado y acabado) de la vacuna contra el coronavirus que estaban ultimando los norteamericanos. Ya en ese momento era una de las más avanzadas y prometedoras: hoy, con los datos recién publicados por NEJM y teniendo en cuenta que "lo peor está aún por venir", podemos decir que la vacuna mRNA-1273 acaba de darnos una excelente noticia.
Y es que, según las conclusiones del estudio llevado a cabo por el Instituto Nacional de Salud de EEUU, la vacuna no solo es capaz de producir anticuerpos en los que la reciben. Sino que las personas que la recibido desarrollan más los que se han encontrado en la mayoría de pacientes que se han recuperado de COVID-19.
Además, aunque algunas dosis generan efectos secundarios bastante incómodos, ninguno de los participantes sufrió efectos secundarios graves. Algo que, en esta fase del proceso, es una buena noticia. La sensación generalizada entre los expertos que no están implicados en su desarrollo parece ser que se trata de un buen comienzo, pero aún quedan muchas cosas que saber.
¿Qué dicen los datos del estudio?
Hablamos de un estudio de 45 voluntarios entre 18 y 55 años que han probado tres niveles distintos de dosis de la vacuna. La dosis que más efectos secundarios generó fue la de 250 microgramos. Nada grave, según los datos que presentan los investigadores, pero sí incómodo tal y como hizo público uno de los participantes a finales de mayo.
La lógica que subyace a la vacuna de Moderna es su capacidad para imitar a la infección real y suscitar una respuesta en nuestro sistema inmune. Para saber si funcionaba, los investigadores midieron la eficacia de la vacuna de varias maneras y en todas ellas mostraron niveles de anticuerpos más altos que los observados en pacientes recuperados. Para que nos hagamos una idea: con la dosis de 100 microgramos, la titulación de anticuerpos de los pacientes mostraba unos niveles de anticuerpos neutralizantes de 231,8 a los dos meses. En comparación, los pacientes recuperados tenían, de media, con 109,2.
Eso sí, el proceso fue más lento de lo que esperaban y solo después de la dosis de refuerzo los niveles llegaron a ese punto. Esto puede condenarla a ser una vacuna de dos dosis, pero no es nada problemático a nivel técnico. Precisamente por eso, la vacuna de Moderna ya está trabajando en un estudio Fase 3 con más de 30.000 personas. Un estudio, que se han saltado algunos países como China, pero que es fundamental para que la vacuna se convierta en una realidad comercial.
¿Significa esto que tenemos la vacuna a la vista?
En el comunicado de prensa, el CEO de la compañía, Stéphane Bancel, decía que los resultados eran "alentadores", que "representan un importante paso adelante" en el desarrollo de la vacuna y que les hacía ser optimistas en su compromiso de "avanzar en el desarrollo clínico del ARNm-1273 de la manera más rápida y segura posible". Rovi, por su parte, ha disparado su cotización.
Sin embargo, por muy esperanzadores que sean los datos, hay decenas de preguntas en el aire. Las más importantes: ¿esos anticuerpos de verdad pueden combatir la enfermedad? Y, en caso positivo, ¿Cuánto durarán? Tampoco debemos olvidarnos de los efectos secundarios, ni de que los datos no recogen la respuesta inmunitaria en personas mayores que, sabemos que será menor, y son precisamente los más vulnerables.
Imagen | Wasswa James
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