Una historia de ficción apocalíptica, ambientada 20 años después de que el mundo se viera postrado por la infección de miles de millones de personas por un hongo que controla sus mentes y los convierte en feroces zombis. La única esperanza podría estar en una niña, infectada pero inmune a los efectos devastadores de la plaga, que se vuelve el objetivo de fuerzas que desean atraparla. Y no, no estamos hablando de The Last of Us.
Hablamos de The Girl With all the Gifts, una novela publicada en 2014 y adaptada al cine en 2016, que, al igual que The Last of Us usa como fundamento de su apocalipsis al muy real hongo Ophiocordyceps unilateralis, que puede ser descrito adecuadamente como un fabricante de zombis.
De hormigas zombis, quiero decir. El Cordyceps es un género parasitoide presente en ecosistemas tropicales con un modus operandi insidioso: infecta a las hormigas que buscan comida y lo hace mediante esporas, un sistema similar al usado en el videojuego y que HBO modificó para la serie. La foto que abre esta nota, de Erich G. Vallery, del USDA Forest Service, muestra el efecto del hongo en una infortunada avispa.
Las esporas penetran en el cuerpo del insecto y se abren paso hasta el sistema nervioso. Una vez allí, toman poco a poco control de la hormiga y llegan a dominar su comportamiento. Cuando la muerte de la hormiga es inminente, el hongo la hace trepar a un árbol y fijar sus mandíbulas a la corteza, con lo que el cadáver queda en la posición ideal para liberar, al descomponerse, más esporas.
Por fortuna, como se indica en los primeros minutos de The Last of Us, ningún hongo conocido tiene la capacidad de producir un fenómeno similar en seres humanos. Es la imaginación de los escritores la que hace posible que, en el videojuego como en la serie, sea eso, precisamente, lo que pasa.
En el 2003 de ese universo ficticio, un hongo Cordyceps mutado comienza a infectar a personas de todo el globo, con lo que efectivamente los transforma en zombis que atacan sin ninguna provocación, buscando infectar a otras personas. La historia principal de la serie de HBO, basada en los populares videojuegos de PlayStation, se sitúa veinte años en el futuro, lo que viene a ser, veamos… 2023 (!!!).
¿Posible? Sí, pero...
Pero el hecho de que el escenario descrito pertenezca, de nuevo, a la ficción, no quiere decir que no exista una base científica para lo que imaginaron los guionistas. Después de todo, las infecciones fúngicas ocurren con frecuencia y hay condiciones, como las enfermedades que debilitan el sistema inmunológico, que pueden hacer a una persona más vulnerable a ellas.
Hay casos documentados de comportamientos alterados en pacientes que consumieron alimentos contaminados por hongos. Según narró David Hughes, entomólogo asesor de los juegos de The Last of Us, en la década de los 50, en Francia, un pueblo entero se volvió loco cuando todos consumieron centeno contaminado. En el material promocional de la serie se cuenta que, incluso, una niña de 12 años atacó a su mamá con un cuchillo de cocina.
Así que no es una noción ciento por ciento impensable, pero sí, por fortuna, sumamente improbable. No muy diferente, si se piensa, al tiburón blanco de Tiburón, que usa un escualo que, por supuesto existe, pero que no se comporta en absoluto como suelen comportarse los tiburones.
Por fortuna, muchos hongos, incluyendo a algunos del género Cordyceps -que debe recordarse comprende unas 400 especies, que se distribuyen en todo el planeta, con especial presencia en Asia- tienen también efectos positivos. Sus propiedades biológicas y farmacológicas hacen que sean, por ejemplo, la fuente de la ciclosporina, un medicamento que se usa en el trasplante de órganos humanos como inmunosupresor. Muchos otros tienen utilidad en el control biológico de plagas de insectos.
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